Una crisis con consecuencias difíciles de prever

La protesta de la que participa personal de la Gendarmería Nacional y la Prefectura, a la que adhirieron integrantes de la Armada, tiene un detonante preciso: han cobrado un salario sensiblemente menor que el mes pasado.




La reducción puede ir entre el 40 y el 70% del salario de bolsillo.
Si alguien pensó que una reducción salarial de este envergadura aplicada al personal de las fuerzas de seguridad federales, sobre las cuales recaen cada vez más tareas y funciones, así como carga horaria, no iba a generar reacciones, cometió un grave error de cálculo y simplemente actuó con un desconocimiento que no encuentra excusa.
Si bien puede ser difícil aceptar que se trata de un error de gestión, la realidad es que de eso se trata
Si bien puede ser difícil aceptar que se trata de un error de gestión, la realidad es que de eso se trata.
Que se esté produciendo una protesta inédita en los más de dos siglos de vida que tiene la Prefectura, en los más de setenta años que tiene la Gendarmería y que a ella se hayan adherido desde la Armada es una situación que nunca se dio en el país.
El detonante es claro. Pero cabe señalar que durante los últimos años se anarquizó la política salarial de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad.
Se optó por otorgar suplementos por encima de los salarios, con un doble propósito: no pagar los aportes sobre una parte del salario que en promedio puede llegar a la mitad y de esta manera también reducir el costo de los retiros.
Durante los últimos años se anarquizó la política salarial de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad
El personal en actividad estaba cobrando muchas veces entre dos y tres veces más que los retirados. El problema es que quien está en actividad, será retirado más tarde o más temprano, y esta es una de las causas que emerge en este reclamo.
Sobre esta situación, se han planteado decenas de miles de juicios por parte del personal retirado y en actividad, muchos de los cuales tienen sentencia favorable. Quienes la tienen cobran más que otros de igual grado que no la tienen o no iniciaron juicio, ateniéndose a órdenes de la superioridad.
Esto ha llevado a que personal de jerarquía superior, pueda recibir menos salario de bolsillo que un subalterno.
Posiblemente la inusitada medida de rebajar los salarios ha sido un intento fallido de reordenar la anarquía salarial en la se encuentran estas instituciones, sin advertir las consecuencias.
Donde más se ha extendido la protesta es donde el oficialismo creía contar con más apoyo o adhesión
El atribulado ministro de Economía, negociando con los líderes de la protesta de la Prefectura, es una evidencia de que el Gobierno no estaba preparado para este escenario.
Producido el error, lo sensato es retrotraer la situación, pagar los salarios sin los descuentos y buscar que se restablezca el orden y la disciplina, evitando que el conflicto siga escalando.
Pero el detonante también ha permitido que emergiera una situación subyacente, que conjuga una política inadecuada respecto a las fuerzas de seguridad con una actitud política por parte del gobierno nacional que muchas veces no las interpreta como un área esencial del Estado y del servicio público.
El Gobierno no estaba preparado para este escenario
La renuncia de los titulares de la Gendarmería y la Prefectura es la primera consecuencia de esta crisis.
Quizás lo más relevante sea cómo se propagó la protesta de la Gendarmería en casi todo el país.
Se trata de la fuerza de seguridad a la que el kirchnerismo ha dado especial prioridad. Al asumir Néstor Kirchner en 2003, tenía 18.000 hombres y ahora 30.000. Su presupuesto aumentó en forma importante al igual que su equipamiento. Además, a diferencia de la Prefectura, los gendarmes están sometidos al Código de Justicia Militar, con lo cual tienen un régimen disciplinario similar al de las Fuerzas Armadas.
Desde la perspectiva histórica, se trata de una crisis importante cuyas consecuencias hoy son difíciles de prever
Donde más se ha extendido la protesta es donde el oficialismo creía contar con más apoyo o adhesión.
Desde la perspectiva histórica, se trata de una crisis importante cuyas consecuencias hoy son difíciles de prever. Errores del Gobierno pueden agravarla, los aciertos podrán controlarla y encauzarla.
Las crisis suelen escalar por error de cálculo y esto ha jugado un papel, pero también el hecho del desconocimiento y hasta subestimación que algunos funcionarios tienen hacia las fuerzas de seguridad.
Sin duda, se trata de un grave error de gestión. Seguramente, si hubiera sabido sus consecuencias, el Gobierno hubiera tratado de evitarlo.
Por Rosendo Fraga | Para LA NACION

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