El escándalo de las coimas destapó la 'guerra fría' entre Alicia Castro y De Vido, en Caracas

A poco de estallar el escándalo por las supuestas coimas que debían pagar empresarios argentinos para hacer negocios con Venezuela, se destapó otra encrucijada: la que atraviesa la embajadora en Venezuela, Alicia Castro, con Julio de Vido. Ambos se disputan espacios en la ('fructífera') relación con Venezuela. Eso sí, gana el ministro por lejos.

Por NICOLAS WIÑAZKI | 05/05/2010 | 09:34

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Clarín).- A dos semanas de iniciado un escándalo público, la embajada argentina en Caracas, al mando de Alicia Castro, no emitió ningún comunicado oficial para explicar por qué los empresarios que querían exportar maquinara agrícola a este país debían pagarle una comisión del 15 por ciento a una empresa privada, elegida de manera directa, sin pasar un licitación. Fue el ministerio de Planificación Federal, de Julio De Vido, señalado como el embajador paralelo en esta ciudad, quien dio explicaciones al respecto. La embajadora encontró así un modo sutil pero contundente para dejar en claro que es ese funcionario quien maneja la parte más cuestionada de la relación bilateral con el Gobierno de Chávez.

De Vido y Castro chocan hace años por el manejo de los negocios millonarios que involucran a la administración K y la chavista. Esta interna se potencia en medio de un nuevo y delicado Venezuelagate que está siendo investigado activamente por la Justicia argentina. Alejado de las rencillas, está el canciller Jorge Taiana, quien desde el inicio del Gobierno entendió que De Vido es tal vez el funcionario más poderoso después de los Kirchner. En mayo del 2003, a horas de asumir, De Vido logró la firma de un decreto que le quitó a la Cancillería la influencia sobre un organismo y una caja que siempre estuvieron bajo el mando de los diplomáticos, la represa de Yacyretá. Hace poco tiempo volvió a robarle una de sus joyas al ministerio de Relaciones Exteriores: el representante argentino en la represa de Salto Grande ya no es un diplomático, como lo era Julio Freire, ahora es un importante operador del peronismo entrerriano, Juan Carlos Chagas, quien responde al gobernador de esa provincia, Sergio Urribarri, y desde allí a Planificación.

En Venezuela, donde se cuecen negocios multimillonarios, De Vido y Castro son adversarios, pero encontraron una manera relativamente pacífica para convivir. Se repartieron los espacios de poder y dinero que cruzan a la embajada.

Castro tiene línea directa con Chávez, quien hizo lobby para que sea designada embajadora, y encabeza las negociaciones relativas a lo que tenga que ver con los alimentos, como el arroz: también fue la verdadera gestora del acuerdo a través del cual la administración chavista salvó a la empresa Sancor, un logro que De Vido intentó después arrebatarle.

El ministro, en cambio, va por los premios mayores. Es el encargado de manejar los megaproyectos de energía que las compañías argentinas, como Impsa, de Pescarmona, ganadora de varios contratos multimillonarios en dólares que logró adjudicarse sin ningún tipo de licitación gracias a Planificación Federal.

Ayer, Clarín visitó la residencia de Castro en Caracas, ubicada en la urbanización conocida como Las Mercedes. La casa está en una colina donde se puede ver a otras representaciones extranjeras, como la de Rusia. Castro se negó a hablar con este diario. A pesar de que el escándalo por el supuesto pago de sobornos de empresarios argentinos a funcionarios y empresarios vinculados a los gobiernos involucran en los papeles a su embajada, ella y sus colaboradores saben y hacen saber que, en los hechos, quien está más complicado a su rival, De Vido.

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