La noche cuando el fantasma de Isabel recorrió la pantalla de TN

Cristina de Kirchner desconoce a María Estela Martínez de Perón como un referente de género al frente de la Casa Rosada. Sin embargo, es una discriminación que solamente revela inseguridad e ignorancia, en especial cuando comienzan a ocurrir sucesos que parecen réplicas de acontecimientos funestos de mediados de los '70.

 POR EDGAR MAINHARD | 08/04/2010 | 09:59
 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El sindicalismo argentino, en su conjunto, colaboró con el derrocamiento del gobierno de María Estela Martínez de Perón. Lo notable es que el sindicalismo frecuentaba a 'Isabel' y decía apoyarla, y muchos de sus dirigentes fueron detenidos en las horas posteriores al inicio del Proceso de Reorganización Nacional, el pomposo título de la decadencia cívico-militar de facto.
En aquel entonces el sindicalismo, luego del asesinato de José Ignacio Rucci (el único referente sindical del pacto social que promovían Juan Perón y José Ber Gelbard, sin sustento en las variabes estructurales de la economía) detonó una lucha salarial, que tenía mucho de disputa interna de espacios de poder, y que desconoció conceptos básicos de la economía tales como: nada puede subir más de lo que vale, y permanecer.
Cuestiones tales como productividad y competitividad fueron desconocidos en una economía con evidentes problemas de atraso en variables decisivas, que no resistieron la famosa sucesión de convenciones colectivas de 1975, El 'malo' de la película fue Celestino Rodrigo pero el costo lo pagó toda la sociedad argentina, comenzando por los representados por los sindicalistas Casildo Herreras, Lorenzo Miguel y José Rodriguez, y otros.
Imposible no recordarlo en la noche del miércoles 07/04 frente a la pantalla del televisor mientras Omar Viviani y Edgardo Depetri embestían contra Daniel Funes de Rioja en presencia de Marcelo Bonelli y Gustavo Silvestre, en TN.
El tema era la inflación, Funes de Rioja, tradicional abogado laboralista de la Unión Industrial Argentina en esta ocasión representaba a los productores de alimentos nucleados en Copal, Viviani se encontraba en nombre de la Confederación General del Trabajo, y Depetri integra el Frente para la Victoria, aunque se le conoce un pasado en la Central de Trabajadores Argentinos en representación de la Asociación de Trabajadores del Estado.
Viviani y Depetri repitieron el discurso gubernamental: no hay inflación promovida por la política económica sino un movimiento especulativo de empresarios que anhelan una exagerada tasa de rentabilidad.
Viviani, secretario general de los choferes de taxis, un sindicato pequeño que logró una notable influencia en la CGT porque integra el abanico de transportistas que lidera Hugo Moyano, afirmó que nunca las convenciones colectivas de trabajo incluyeron reivindicaciones en función de las estadísticas del INdEC sino que son reclamos de ajustes en función de otras variables que no especificó y que resultaría muy útil conocerlas.
Depetri, ex diputado nacional y famoso en Santa Cruz porque protagonizó un incidente por rendir gastos con facturas truchas, demostró una obsesión con Techint, y ante cada pregunta de los periodistas de A 2 Voces, insistía en que Techint es monopólico, formador de precios, tiene una gran rentabilidad y algo tiene que ver con el movimiento de precios.
Que los Kirchner mantienen diferencias con Techint, que poco y nada tienen que ver con la política económica sino con la manipulación del poder, es aún más antiguo que la disputa entre los Kirchner y Grupo Clarín. Por eso resultó inverosimil el argumento de Depetri.
Después Viviani afirmó que la instalación del proceso inflacionario es una periódica estratagema de los empresarios y comerciantes para remarcar sus precios.
Pero, tal como le preguntó Marcelo Bonelli, si no hay un proceso inflacionario, ¿por qué hay reclamos salariales?
Depetri sostuvo que se trata de una recuperación de la caída salarial ocurrida en 2001.
Y lo sostuvo con un desparpajo que parecía escapado de aquellos sindicalistas que convivían con la Triple A, José López Rega y 'la Chabela', en la decadencia peronista posterior a la muerte de Juan Perón.
Si los Kirchner alientan una recomposición de salarios a la vez que niegan la inflación, ¿por qué promueven un rezago de precios como el de los servicios? Así incurren, una vez más, en una grave distorsión de la estructura de precios relativos, ubicando un evento explosivo en un futuro impreciso per que devorará toda la posible recuperación salarial presente.
Pero hay algo más: Funes de Rioja dijo que la recomposición salarial siempre tiene un tope que es la competitividad de cada unidad de negocios.
Ambos, Viviani y Depetri decidieron esquivar ese bulto. Pero es lógico: ningún empresario o comerciante puede pagar más de lo que puede pagar. El paso siguiente es el despido de mano de obra o el cierre de su unidad de producción. Todo muy traumático para la partes.
Funes de Rioja les dijo a ambos que durante la crisis de 2009, los empresarios habían resignado tasa de rentabilidad para mantener los puestos de trabajo (los despidos fueron muy inferiores a los que tendrían que haber ocurrido en el descenso de la actividad económica), y ahora no podían absorber la política salarial que parece promover el Ejecutivo Nacional.
Depetri volvió a hablar de las ganancias de Techint, como si ese fuese el promedio de la economía argentina. Y como si la economía argentina no estuviese construida sobre pequeñas y medianas empresas que aportan y participan del mercado de trabajo más que las grandes empresas. El propio Viviani, que estaba presente, tiene un sindicato producto de esa estructura de la economía, ¿o acaso Techint también es el propietario de los taxis?
Un orate el tal Depetri, al menos desde su enfoque de la macro y la microeconomía.
Pero, más allá del discurso gubernamental, es obvio que los Kirchner corroboran la sospecha de Vicente Massot y Agustín Monteverde: ha comenzado un ajuste por inflación, en el cual los Kirchner pretenden asumir el rol de 'buenos' y delegan en los empresarios el freno o sea el rol de 'malos'.
Por un lado, hay una motivación macroeconómica (que es la misma que llevará a Amado Boudou a visitar al Fondo Monetario Internacional cuando en días más acompañe a Cristina de Kirchner a USA); por otra parte, hay una motivación política (presentarse ante los trabajadores como la opción valedera e intentar así recuperar intención de voto para los Kirchner).
Mientras los Kirchner estimulan el reclamo salarial pero desconocen la inflación, desencadenan esa inflación para financiar el sobredimensionado gasto público. Por lo meno, es perverso.
Pero los sindicalistas apoyan este proceso que ya se sabe cómo termina porque no puede mantenerse en el largo plazo, y perjudicará a los asalariados más que al resto.
Ocurrió en 1976 pero parecen no haber aprendido nada. Pero no puede culpárselos solamente a ellos. Mucho parecen haber olvidado la gran tragedia argentina aunque acaban de tomarse un disfrutar de una jornada no laboral en el Día Nacional de la Memoria.

 

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