¿Es Kirchner el personaje más indicado para la secretaría general de la UNASUR?

¿Puede ser propuesto un ciudadano actualmente denunciado por enriquecimiento ilícito y por asociación ilícita como secretario general de un organismo que deberá luchar contra la corrupción, y al que siendo diputado y presidente de un partido político, se le exigiría ‘dedicación exclusiva’ al cargo?”

Por DOMINGO SCHIAVONI | 30/04/2010 | 11:39

SANTIAGO DEL ESTERO (Diario Panorama).- Según un editorial que publicó el miércoles pasado el diario La Nación la falta de neutralidad del ex presidente lo convierte en un mal candidato, para un cargo que requiere una gran capacidad de conciliación entre los países integrantes de la región. Los argentinos conocemos demasiado bien la forma inalterable con que Kirchner carga el karma de su espíritu confrontativo, y su alineación con el bloque nacionalista, que puede dejar fuera de juego a naciones que presentan otra moldura política.


La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) nació bajo el signo de la controversia. La definición misma de esa unidad adoptó, por lo menos en apariencia, el más superficial de los criterios: el de la mera espacialidad. América del Sur no es un sujeto histórico. Es, apenas, un sujeto geográfico. Esta peculiaridad podría ser inofensiva si no entrañara una exclusión. Pero la idea de América del Sur suele formularse en oposición a América del Norte. Y esa clasificación implica una amputación: la de México, país que está unido al resto de América latina por lazos históricos, lingüísticos, culturales y económicos.

Según La Nación, con la segregación de México la región pierde un aporte de extraordinaria riqueza. Quienes justifican ese recorte aducen que los mexicanos se han integrado a un bloque presidido por los Estados Unidos, el Nafta. Este diseño internacional, habitual en cierta literatura brasileña de tintes nacionalistas, propone la existencia de dos Américas, una con capital en Washington, y la otra, en Brasilia. Es una visión empobrecedora, que ignora que una de las muchas contribuciones de la sociabilidad mexicana al resto de los países de raigambre latina es su proximidad, tensa y osmótica, con los Estados Unidos, en especial con la comunidad de origen hispano que está cobrando un protagonismo creciente en ese país.

Pero las limitaciones de la Unasur, prosigue el diario de los Mitre, no son sólo conceptuales. También su construcción administrativa adolece de vicios inquietantes. El primero de ellos es su informalidad. Hasta ahora sólo cuatro países han ratificado el Tratado Constitutivo de esta liga: son Bolivia, Ecuador, Guayana y Venezuela. Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y la Argentina todavía no lo han hecho. Y como señalábamos hace unos días, no existe en el Congreso Nacional ni preocupación ni premura para ratificarlo. Esta demora le da a la Unión una densidad apenas superior a la de un club de amigos.

Según La Nación, la postulación de Néstor Kirchner como secretario general del bloque, realizada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, viene a agudizar estas debilidades. Como presidente de la república, Kirchner no participó de la reunión fundacional de la Unasur, celebrada en Cuzco en diciembre de 2.004, y se hizo representar por su vice, Daniel Scioli, en un gesto que sus colegas de entonces entendieron como un desaire. En aquel tiempo, los Kirchner menospreciaban la Unasur porque interpretaban, no sin razón, que era una criatura en cuyo nacimiento había tenido mucho que ver Eduardo Duhalde.

Aquella ausencia de Kirchner -continúa el editorial- confirmó el desdén del santacruceño por las relaciones internacionales. Si les prestó atención, fue sólo para atizar conflictos: desde el que se abrió con Chile por la reticencia a cumplir con la provisión de gas, hasta el que todavía no se cerró con Uruguay, por la instalación de una fábrica de pasta de celulosa en Fray Bentos. Este último episodio fue el motivo de que, a contrapelo de una secular tradición bilateral, el ex presidente Tabaré Vázquez vetara al ex mandatario argentino para coordinar la Unasur.

Sin embargo, en la promoción de Kirchner hay algo más insólito y es que la comunidad regional renuncia con ella a la más mínima neutralidad. En principio, el aspirante a coordinar la Unasur es el enfático simpatizante de una corriente ideológica, de rasgos nacionalistas, como la liga bolivariana que encabeza Hugo Chávez e integran Rafael Correa y Evo Morales. El vínculo de los Kirchner con el comandante caribeño incluyó el imperdonable menosprecio de otras naciones, como Colombia. Durante su discurso de asunción de mando, la presidenta argentina maltrató a Álvaro Uribe pidiéndole impertinentes explicaciones por su política contra las FARC.

Pero días después, su esposo recorrió la selva colombiana de la mano de Chávez con la intención de liberar rehenes. Estos episodios no serían más que demostraciones de mala praxis diplomática, de no existir el clima prebélico que el caudillo venezolano alienta contra Colombia. La presidenta tuvo ocasión de experimentarlo hace pocos días, cuando asistió en Caracas a un interminable desfile militar, parodia de aquellos otros que embelesaban a los dictadores nacionalistas en los años cuarenta.

Concluye La Nación: La falta de neutralidad hace de Kirchner un mal candidato para ejercer una función multilateral que tiene también una dimensión doméstica todavía más preocupante. Los líderes de la región no están por poner la Unasur en manos de un ex presidente, sino en las de un candidato a presidente. Es ya una circunstancia inconveniente que un funcionario internacional encabece un partido político. Pero Kirchner está lanzado a conquistar la presidencia en 2.011. Su postulación y posterior designación al frente de la secretaría general podría ser entendida, entonces, como una intervención, sin duda involuntaria, en los asuntos internos de la Argentina.

Pero hay todavía un trasfondo más grave y preocupante: de acuerdo a sus estatutos la Unasur nunca tendrá en su agenda la lucha contra el narcotráfico ni el lavado de dinero. Según Carlos Tórtora, la Unasur no es lo que se dice un tema de interés para la dirigencia política nacional. Sin embargo, la doble coincidencia del tema con la inminente designación de Néstor Kirchner como secretario general del organismo más el estallido del mega escándalo de las coimas en el intercambio comercial con Venezuela, le dan al asunto una envergadura especial. Así es que en el Senado, tanto en el bloque de la UCR como en el Peronismo Federal, se estaría empezando a trabajar en un pedido de informes sobre algunos interrogantes que presenta el Tratado, de innegable inspiración bolivariana.

Un documento que analiza el tema circula ahora en el Congreso y sería el punto de referencia de varios legisladores. En el mismo intervino el Partido Acuerdo Republicano Federal, en formación, que durante una rueda de consultas recibió de la Corporación General de Profesionales y Técnicos, el siguiente memo, ante el próximo tratamiento de la ratificación legislativa del texto del Tratado de Unasur. Éste es el texto: “Según la información periodística, en los primeros días del próximo mes de mayo, la República Argentina propondría al ex presidente y actual diputado al Congreso de la Nación, Néstor Carlos Kirchner, como candidato a la secretaría general del tratado de UNASUR.

“¿Acaso la República habrá de ratificar este importante Tratado de integración regional, firmado el 23 de mayo del 2.008 en Brasilia, sin el necesario y pormenorizado análisis de su articulado? Entendemos que los legisladores nacionales, al momento de su tratamiento deberían tener en cuenta algunas inquietudes que -como asociación civil constituida para colaborar en el afianzamiento de las instituciones de la República-, la Corporación General de Profesionales y Técnicos, pone a consideración de los mismos, más allá de los intereses y pertenencias político-partidarias.

“Llama profundamente la atención la redacción del artículo tercero del Tratado. Objetivos específicos: en su inciso Q, al hablar de la coordinación entre los estados miembros en la lucha contra el terrorismo y la corrupción, que no se hubiera sido explícito en: la lucha contra el tráfico ilícito de estupefacientes y precursores químicos y se hubiera preferido la ambigua y genérica mención al ‘problema mundial de las drogas’. También llama la atención el haber limitado la lucha al ‘tráfico de armas ligeras y pequeñas’, omitiendo a las pesadas, artillería, misiles, aviones, submarinos, tanques, etc., que constituyen los verdaderos desequilibradores estratégicos militares en la región”.

“Asimismo debe resaltarse una omisión flagrante: nada dice este artículo tercero de objetivos específicos de Unasur, respecto de la lucha contra el lavado del dinero, tema íntimamente vinculado al del tráfico ilícito de estupefacientes y precursores químicos y al tráfico de armas, en contradicción además con compromisos vigentes de la Argentina ante el GAFI”.

El último párrafo del documento es particularmente duro y tiene un único destinatario: “El Tratado entrará en vigor recién a los treinta días del depósito del noveno instrumento de ratificación ante el gobierno ecuatoriano (país sede de Unasur). Ello aún no ha ocurrido y ni siquiera la Argentina lo ha ratificado. ¿Cabe entonces preguntarse: puede un país signatario proponer a un candidato a la secretaría general sin haber, previamente, ratificado el mismo? Finalmente y sin que ello signifique prejuzgar ni vulnerar la presunción de inocencia -bases angulares del Estado de Derecho-, ¿puede ser propuesto un ciudadano actualmente denunciado por enriquecimiento ilícito y por asociación ilícita como secretario general de un organismo que deberá luchar contra la corrupción, y al que siendo diputado y presidente de un partido político, se le exigiría ‘dedicación exclusiva’ al cargo?”

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