La Reserva Federal decidió que la fiesta continúa (por ahora)

Si bien hace unas semanas ya se empezaba a percibir la posibilidad de que la FED postergue el comienzo del retiro gradual de los estímulos monetarios, la noticia no dejó de tener su grado de sorpresa en el mercado, explicó la consultora Ecolatina. El Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal consideró que los datos macroeconómicos no mostraban aún la suficiente fortaleza para efectivizar la medida, a lo que se sumó la indefinición en el Congreso respecto al “techo de deuda”. La buena noticia para casi todos... no significa nada para países como la Argentina o Venezuela, alejados del mercado global financiero.


Mientras la liquidez siga fluyendo en el mundo desarrollado, la fiesta continúa. En el futuro (cercano) habrá que ver cuán fuerte es la resaca cuando ésta concluya y la FED decida empezar a “secar la plaza”.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ecolatina). Cuando buena parte del mercado esperaba que la Reserva Federal de USA (FED) finalmente anunciara el 18 de septiembre último el inicio del retiro de los estímulos monetarios (QE3 tapering), se encontró con la decisión de Bernanke de seguir dilatándolo.
 
De esta manera, el recorte en US$ 10.000 millones al actual ritmo de compra mensual de bonos y títulos (por US$ 85.000 millones) deberá seguir esperando hasta nuevo aviso.
 
Para la FED los datos de empleo e inflación aún no son lo suficientemente auspiciosos como para iniciar el tapering, y si bien es un hecho que el mismo se producirá eventualmente, resurgieron las especulaciones sobre cuándo será el momento exacto.
Si bien no es posible descartar que esto ocurra en la próxima reunión de política monetaria (30 de octubre), el caudal de información adicional que habrá para entonces no parece que pueda ser suficiente para gatillar la decisión.
 
En ese caso, habrá que aguardar como mínimo a la reunión posterior, a realizarse el 18 de diciembre, fecha que parece tener todas las “fichas puestas” para el esperado anuncio.
 
Sin embargo, también es cierto que la FED podría esperar hasta la asunción del nuevo/a Chairman de la FED (¿Janet Yellen?) ya en 2014 (Bernanke se retira del cargo el 31 de enero próximo), para que sea el nuevo/a titular quien inicie su mandato con la aplicación de la nueva política monetaria.
 
Po lo pronto son todas especulaciones, dado que –independientemente de la persona a cargo de la decisión- lo que primará en la FED para iniciar el ciclo de recortes es la evolución de las variables objetivo (principalmente empleo e inflación). En este sentido, la lógica de una FED “data-dependiente” no parece haber cambiado.
 
Pero como era de esperar,  y como ocurre siempre que la realidad no cumple con las expectativas, los mercados globales reaccionaron generando mayor volatilidad, mientras que el mundo emergente festejó que continúe la inyección de dólares, aliviando la presión sobre sus monedas y los precios de los commodities que exportan. 
 
La decisión tuvo un moderado impacto en los mercados
 
Meses atrás, el gradualismo de la FED para anunciar un eventual retiro del estímulo monetario y dejar entrever el (futuro) inicio del ciclo alcista de las tasas de interés (hoy en mínimos) fue una correcta estrategia para amortiguar la volatilidad futura que significaría un accionar más “abrupto” como el que implementara Alan Greenspan a mediados de 2004.
 
Sin embargo, en esta oportunidad, dada la sorpresa que implicó seguir dilatando el anuncio, se operó en sentido opuesto, priorizando la lectura de la evolución de la actividad económica y el freno a una suba demasiado fuerte de los rendimientos de los bonos americanos, por sobre el eventual impacto (en términos de volatilidad) sobre los mercados financieros.
 
En este contexto, el S&P500 cayó un 2% desde el anuncio de que todavía no se iniciaría el ciclo de menores compras de activos, mientras que los bonos a 10 años del Tesoro de EE.UU, que en el día posterior pasaron de 2,69% a 2,75%, luego recortaron su rendimiento hasta un nivel por debajo del inicial (2,63%).
 
Basta recordar que luego del anuncio de mayo (ratificado en la reunión del Comité de junio), los bonos a 10 años mostraron una fuerte escalada desde 2% hasta casi 3% a comienzos de septiembre. Justamente, para el Comité de política monetaria, la suba en las tasas de interés es susceptible de perjudicar la actividad económica, por lo que la misma pudo haber sido un factor adicional en consideración para posponer el anuncio.
 
De hecho, el Comité revisó a la baja las proyecciones del PBI tanto para 2013 (que ahora se ubican en un rango de 2,0% - 2,3%) como para 2014 (entre 2,9% y 3,1%), aunque con mínimos cambios para las estimaciones de empleo. Más allá de los no tan auspiciosos datos macro de USA, la decisión de la FED también incorporó el hecho de que no se haya resuelto aún el debate en el Congreso del techo de la deuda (“debt ceiling”).
 
Bajo este nuevo escenario, el mercado irá reacomodando sus proyecciones de tipo de cambio de corto y mediano plazo también en las economías desarrolladas: es de esperar que las ya establecidas estimaciones de apreciación del dólar para fin de año se moderen marginalmente, postergando su trayectoria ascendente para 2014.
 
De hecho, el Euro se apreció frente al Dólar en la semana posterior al comunicado de que el QE3 continuaría inalterado, pasando de 1,33 a 1,35 (+1,4%).
 
Si los influjos de capitales hacia USA ya venían mostrando una performance por debajo de lo esperado aún antes de la reunión de la FED (cuando las expectativas de la efectivización del tapering estaban en su pico), ahora, con la novedad de la postergación, es de esperar que se mantengan en rangos acotados, favoreciendo las visiones de un dólar estable frente al euro, a pesar de los magros números de actividad en el bloque europeo (aún con la mejora marginal que evidenciaron en los últimos meses).
 
Por el contrario, en los mercados emergentes fue una noticia positiva: que continúe, aunque sea por algunos meses más, el ciclo de hiper-liquidez supone un respiro para sus monedas, que ya habían sufrido una fuerte depreciación cuando Bernanke anunciara en mayo pasado el eventual tapering.
 
A modo de comparación, en la semana posterior a aquel anuncio del 22 de mayo, el real brasileño se depreció un 3,1%, mientras que en la semana siguiente al actual anuncio de no-tapering, la devaluación fue de tan sólo 1,4%. Similar situación se observó con las monedas de Colombia (2,0% vs. 0,2%), Perú (2,1% vs. 0,4%) y Chile (1,4% vs. 1,1%). Entre los países latinoamericanos más importantes, la excepción a la regla fue Méjico, que vio depreciar su moneda en torno a 2,8% en la semana siguiente a ambos eventos.
 
Además, la postergación no sólo fue un alivio para las monedas, sino también para los precios de los commodities, dado que el eventual tapering será la antesala de un posterior ciclo alcista de tasas de interés que rotará el posicionamiento de flujos financieros desde las materias primas hacia los bonos, deprimiendo el precio de los primeros. 
 
Aunque la última reunión de la FED es aún muy reciente aún para evaluar un impacto concreto sobre dichas cotizaciones (no se observan claras tendencias todavía), en principio la soja reaccionó favorablemente, amortiguando la caída que venía sufriendo en los días previos. De la misma manera, el oro reaccionó inicialmente al alza, aunque luego la suba se moderó. Justamente, el hecho de que los mercados descuenten que tarde o temprano el tapering se materializará, relativiza la importancia de que por ahora se haya pospuesto. 
 
Conclusiones
 
Mientras la liquidez siga fluyendo en el mundo desarrollado, la fiesta continúa. En el futuro (cercano) habrá que ver cuán fuerte es la resaca cuando ésta concluya y la FED decida empezar a “secar la plaza”. 
 
Cierto es que los mercados emergentes -que en los últimos años se erigieron como los motores del crecimiento mundial- aprovecharon el contexto favorable de los últimos años para implementar medidas que les permitieran enfrentar con mayor fortaleza los futuros cambios de ciclo (la reducción de las cargas de deuda en términos del PBI es un claro ejemplo de esto, aunque no sea común a todo el mundo emergente).
 
Sin embargo, no hay que olvidar que aún están lejos de posicionarse como economías lo suficientemente maduras como para desentenderse de un eventual viento de cola soplando en contra.
 
De esta manera, si bien una moderación de los influjos de divisas no los encontraría tan vulnerables como en episodios anteriores, en los que el “vuelo a la calidad” y las ventas masivas de activos impactaron fuertemente, como ocurriera en 1998, 2002 o (en menor medida) a fines de 2008, aquellos países que tengan los mayores déficits externos y/o fiscales se verán ante una situación más endeble frente a este nuevo escenario que se avecina.

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