Se celebra un campeonato, pero Argentina descendió

Argentina se ha convertido en el reino del revés. La falacia se utiliza como algo cierto y lo verdadero se oculta, no se nombra o se minimiza. Todo y quizás la comunidad, o buena parte de ella, está desencajada, fuera de lugar. No es extraño, son doce años seguidos donde los Kirchner ha vivido en un constante desencuentro con la realidad. De esto se habla en esta nota:


por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter:@santosjorgeh
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). El país acumula casi 12 años de desencuentro constante con la realidad.
A la verdad se la ignora, en el caso que traiga problemas, con lo cual no sólo no se la menciona; sino que, de esta forma, nada encuentra solución, por lo tanto, todo empeora a diario.
A los inconvenientes generados por el erróneo accionar del gobierno central –que acumulan kilómetros de extensión- se los atribuye sistemáticamente a algún enemigo perverso que conspira contra “un modelo” que no se sabe ni qué es, ni en qué consiste; pero se supone vital para la salvación de una década a la que se tildó de “ganada”.
Se hacen actos para celebrar “el campeonato” de la década triunfal; pero la Argentina no solo no salió campeona, sino que descendió de categoría. Una nueva cesación de pagos la atormenta en un clima económico y social muy preocupante.
La presidente y su séquito de aduladores hablan de un país inexistente. Para demostrarlo valen unos pocos, pero elocuentes, ejemplos:
La inflación que trepa y sigue trepando se la negó durante años y, ahora, con un nuevo índice (a nivel nacional)  retorna el dibujo mentiroso -en menor escala que antes-. El disfraz no se quita, se cambió por otro.
La inseguridad de una “sensación” pasó a ser casi una palabra prohibida; mientras las muertes se acumulan y crecen. Los honestos está enrejados en sus casas y los delicuentes circulan por las calles con total impunidad.
La recesión se alimenta y engorda con medidas contraproducentes del gobierno – todas son parches - creando cierres de negocios, suspensiones y despidos.
El empleo en negro, la pobreza y la indigencia es tan grande que hasta se ocultan las cifras oficiales.
Que el 30% de la población esté debajo de la línea de pobreza después de un período extenso de años de ingresos únicos, supera lo concebible. Se choca con la bronca contenida.
Las villas de emergencia no se multiplicaron en vertical sino también en horizontal.
Los subsidios son tantos y sin contraprestación alguna que generaciones enteras solo conocen la vagancia como herramienta de sustento.
El empleo público está desbordado. Las provincias y la nación compiten entre ellas en un tabla de posiciones nefasta.
El juego y la adicción a este se ha desarrollado tanto, que lastima ver colas desde la mañana temprano para entrar a los casinos diseminados a lo ancho y a lo largo de la geografía nacional.
De las actividades viles no se salva el crecimiento de la prostitución, la trata de personas, y por su supuesto, su majestad “la corrupción”.
El robo de los dineros públicos es desvastador.
La falta de Justicia independiente y la consiguiente falta de castigo hacen del robo de los recursos del pueblo un festival poca veces visto, por su magnitud y desparpajo.
El Banco Central se convirtió en un recurso del gobierno para financiar el gasto público, al igual que los recursos destinados a los jubilados.
La imprevisibilidad del mañana fue, es y seguirá siendo una norma irrenunciable de la gestión de los Kirchner.
El espejo retrovisor de la historia acomodado al relato oficial ha reemplazado el futuro.
No es extraño entonces, que se haya perdido el autoabastecimiento energético; y no se haya previsto una negociación a tiempo y en forma digna con la justicia de USA que hubiese evitado el inconmensurable bochorno y trastorno presente.
El autoritarismo y la mediocridad está gobernando la Argentina.
Nadie se puede sentir inocente que esto suceda, y menos que los platos rotos de este descalabro vaya a tener que ser pagados y muy caro.
Nada es nuevo.
Desconocer el pasado de Cristina y Néstor Kirchner en Santa Cruz y luego lo antecedentes acumulados en la Rosada resulta de una torpeza supina.
Sin embargo, muchos ciudadanos votaron esto; mientras el viento de cola ayudaba. Fue un acto ciego.
La oposición ayudó.
La descomposición social le agrega al drama argentino un componente primordial. Llevará muchos años restañar las heridas de enfrentamientos inútiles.
Las mafias o los procederes mafiosos han pululado tanto que compiten -de igual a igual- con el avance incesante del narcotráfico.
En síntesis, si Ud. se toma el trabajo de abstraerse y mira lo que sucede en su país como si fuese un espectador de lo que sucede y no un sufrido actor, llegaría a la conclusión que Argentina se ha convertido en un verdadero “corso de contramano”.
En toda la sociedad transita la confusión y  no se aleja de estar al borde de la locura.
La letra de una composición de Cátulo Castillo, el tango "Desencuentro", sirve para resaltar el extremo del símbolo al que se apela cuando señala "en el corso a contramano un grupí trampeó a Jesús".

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