La tontería de la derecha republicana pone en riesgo la economía de USA

La verdad sea dicha: hay nichos de republicanos profundamente reaccionarios en USA. Siempre menospreciaron a Barack Obama: desde acusarlo de no nacido en territorio estadounidense hasta inventar que era musulmán. Toda la inquina y polarización acumulada en ellos desde que Obama asumió la Presidencia, ha conducido a ese país a una situación límite que permite identificar el grado de inoperancia al que se ha llegado en Washington DC, y la crisis general del sistema político, ahora que ocurrió el cierre indefinido de la administración federal y los servicios públicos. Ya había ocurrido con Bill Clinton, y en la disputa en la opinión pública, éste triunfó. ¿Podrá imitarlo Obama? Algunos afirman que no, porque la situación es más compleja y porque Clinton era más diestro en la política que Obama, un administrador a veces demasiado dubitativo. Sin embargo, él tendrá que demostrar que esas especulaciones son falsas, para así salvar lo que él considera el gran logro de su gestión (la reforma del sistema de salud pública) y para permitirle a los demócratas no perecer políticamente en la contienda.


Entre chantajes, miedos e impotencia –unido a la incapacidad política de los demócratas y de Barack Obama de movilizar convenientemente a la opinión pública a favor de su reforma sanitaria-, se ha llegado a una situación que puede causar un serio perjuicio económico, pero, sobre todo, daña la imagen del país que debía dar ejemplo de firmeza y coherencia en la conducción de su política, no por razones morales, sino porque es el sostén de la economía mundial y el principal implicado en la seguridad internacional.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El Gobierno estadounidense echó el cierre este martes 01/10 por la tozudez de los congresistas republicanos, quienes se negaron hasta 3 veces a someter a votación una iniciativa que habría permitido mantener abierta la administración federal. El cierre abre un periodo de incertidumbre para unos 800.000 empleados del Estado que dejarán de percibir su sueldo a partir de ahora y para millones de ciudadanos que no podrán usar los servicios públicos con normalidad.
 
No fue necesario esperar a la medianoche de Washington: 1 hora antes, el senador demócrata Harry Reid anunció que su partido no negociaría "con una pistola en la sien". Unos minutos antes, Barack Obama había firmado la ley que resguardaba el sueldo de los miembros del Ejército de las consecuencias del cierre del Gobierno. Un síntoma inequívoco de que estaba a punto de producirse la suspensión de la actividad de la administración.
 
Demócratas y republicanos apuraron las últimas horas antes del plazo enfrascados en una especie de partida de ping pong. La Cámara de Representantes aprobó en 3 ocasiones una resolución que vinculaba cualquier acuerdo a la demora en la aplicación de la reforma sanitaria que el presidente Obama logró aprobar en marzo de 2010 (¡hace 3 años ya!). Un gesto al que el Senado respondió una y otra vez votando en contra de la propuesta y presentando una resolución que ampliaba sin condiciones la financiación del Gobierno federal.
 
La Corte Suprema de Justicia de USA consideró constitucional la legislación sanitaria, pero los sectores extremos del Partido Republicano decidieron desconocer la voz inapelable del Poder Judicial, y embestir en forma inadmisible desde la Cámara baja.
 
Es evidente que no es sencillo integrar abruptamente en un sistema sanitario a millones de personas. Pero el beneficio consiste en conseguir que solo un número residual de personas quede sin seguro de salud en un país que tradicionalmente ha tenido a decenas de millones desprotegidas.
 
La Casa Blanca atribuye la responsabilidad del cierre del Gobierno federal al republicano John Boehner, que podía haber sometido a votación las iniciativas del Senado como presidente de la Cámara de Representantes y optó en cambio por una genuflexión a los elementos más conservadores de su partido (los del delirante Tea Party), cuyo objetivo último es derogar la reforma que ellos llaman, en forma peyorativa, 'Obamacare'.
 
En forma inexplicable, los del Tea Party consideran que la reforma del sistema de salud pública impulsada por Obama es un paso irreversible hacia el socialismo. 
 
A los del Tea Party no les importa que USA dilapide miles de millones de dólares en el emporio bélico-empresarial, derroche que no va a los soldados estadounidenses sino a millonarios hombres de negocios subsidiados por el Fisco con la excusa de la seguridad nacional. Pero sí les preocupa un sistema de salud público que consideran oneroso.
 
La Administración federal estadounidense ha cerrado parcialmente sus puertas pasada la medianoche del martes por 1ra. vez desde 1996. La falta de acuerdo en el Congreso sobre un presupuesto para mantener en funcionamiento el gobierno de la primera potencia mundial dejará de forma indefinida en sus casas, y sin salario, a centenares de miles de empleados públicos. 
 
En definitiva, es una gigantesca degradación de la actividad política, que se remonta a décadas anteriores. Pero es inevitable señalar la responsabilidad del Partido Republicano, que sucumbió ante la amenaza de su extrema derecha, y le negó al Presidente una extensión del Presupuesto que estaba obligado a darle, por ley y por sentido común. Pero eso es lo que no tienen los extremos, ni de derecha ni de izquierda.
 
Cientos de miles de empleados públicos se quedarán a partir de hoy en sus casas sin cobrar el sueldo. Todos los servicios públicos, incluidos la sanidad, la educación y las fuerzas armadas, se mantendrán únicamente con el personal imprescindible. Los ministerios cerrarán sus puertas, así como otras muchas oficinas del Estado.
 
En realidad, es el mundo sin gobierno que el extremo conservadurismo estadounidense predica a diario.
 
La Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, exigió, primero, que la extensión del Presupuesto fuese condicionada a la eliminación de los fondos para seguir adelante con la reforma sanitaria. En un siguiente paso, algo más modesto, pidió que la aplicación de la reforma, que entra plenamente en vigor el 01/01/2014, se retrasase 1 año. Ninguna de las 2 condiciones fueron aceptadas por la Casa Blanca ni por los demócratas en el Senado, que consideraron la maniobra un chantaje inadmisible. 
 
No hay precedentes de que, para cumplir con la rutina de extender el Presupuesto –a lo que el Congreso está constitucionalmente obligado-, se demande la abolición o suspensión de una ley debidamente aprobada y, en este caso, ratificada por el Tribunal Supremo.
 
Todos los analistas coinciden en que existían suficientes votos en la Cámara de Representantes como para aprobar la extensión del Presupuesto si se hubiesen unido los demócratas + los republicanos moderados. El problema es que eso ni siquiera ha sido sometido a votación porque el presidente de la Cámara, John Boehner, no se ha atrevido a desafiar al Tea Party. Faltan solo 13 meses para las próximas elecciones legislativas, y los republicanos saben lo peligroso que resulta enfrentarse a ese sector del partido, amplio dominador de las emociones de las bases.
 
Entre chantajes, miedos e impotencia –unido a la incapacidad política de los demócratas y de Obama de movilizar convenientemente a la opinión pública a favor de su reforma sanitaria-, se ha llegado a una situación que puede causar un serio perjuicio económico, pero, sobre todo, daña la imagen del país que debía dar ejemplo de firmeza y coherencia en la conducción de su política, no por razones morales, sino porque es el sostén de la economía mundial y el principal implicado en la seguridad internacional.
 
Y lo peor está por llegar: el 17/10, USA alcanzará el techo de deuda. Si el Congreso no autoriza nuevo endeudamiento, el Gobierno tendrá que suspender pagos, incluidos los beneficios de los bonos del Tesoro. Pero el Congreso, nuevamente, condiciona esa autorización a la suspensión o eliminación de la reforma sanitaria. Los efectos sobre la economía mundial de una suspensión de pagos por parte de USA serían tan terribles, que se confía en que haya antes una solución. Que Boehner llame a votación y pueda exhibirse en toda su dimensión que el Tea Party carece del número suficiente para ganar su extorsión.

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