Cuidado Cristina, más prudencia con los deshaucios...

No es cierto lo que dijo Cristina Fernández, que Amaia Egaña estuviera sin trabajo y que se hubiese suicidado por algo semejante. De acuerdo a los medios de comunicación vascos, el hermano de Amaia Egaña ignora por qué se suicidó tras negar que le avalara. Ha admitido que no reunía el perfil de persona que es desahuciada ya que tenía trabajo al igual que su marido.



Alberto Egaña, hermano de Amaia, quien se suicidó y según la presidente Cristina Fernández de Kirchner fue a causa de la crisis económica española, ha afirmado hoy (miércoles 14/11) desconocer los motivos por los que se suicidó su hermana Amaia, el pasado día 9 en Barakaldo cuando iba a ser desahuciada, pero ha negado las informaciones de que se pudo deber a los problemas económicos por haber avalado su comercio en Eibar, de acuerdo al diario El Correo, de Bilbao, País Vasco.
 
Egaña ha puntualizado que es "totalmente falso" que su hermana le diera el aval para montar su establecimiento y que este hecho hubiera sido un motivo del impago hipotecario y de la orden de desalojo de su vivienda en Barakaldo.
 
"Se ha dicho gratuita e indecentemente que me avaló y no es verdad", ha dejado claro Egaña, quien ha señalado que su abogado está estudiando emprender acciones legales contra los medios de comunicación que publicaron informaciones sobre el supuesto aval de su hermana.
 
Alberto Egaña ha asegurado que ignora las razones por las que Amaia decidió tirarse por la ventana poco antes de que se le entregara la orden de desalojo. Ha admitido que su hermana no reunía el perfil de persona que es desahuciada por estar en paro y no disponer de recursos económicos, puesto que tenía trabajo, al igual que su marido, el ex concejal socialista de Barakaldo, José Manuel Asensio.
 
"Es un caso muy insólito. He hablado con mi cuñado y no sabe nada. Estamos muy sorprendidos", se ha limitado a decir el hermano de la fallecida.
 
 
 
"(...) Por el velatorio pasaron a lo largo del día centenares de amigos y conocidos. Entre ellos, el lehendakari, Patxi López, amigo personal de Amaia, que se acercó a dar el pésame con su mujer, Begoña Gil, y muchos consejeros en funciones de su Gobierno como Rodolfo Ares, Isabel Celaá, Iñaki Arriola y la portavoz, Idoia Mendia. Numerosos ramos y coronas se agolparon en una de las salas en recuerdo de Amaia Egaña, junto a tres banderas: la ikurriña, la del PSE y la republicana.
 
Ninguno de los allí presentes quiso hacer hoy declaraciones. Ni los alcaldes de Barakaldo y Portugalete, Tontxu Rodríguez y Mikel Torres, respectivamente, ni el secretario general de UGT de Euskadi, Dámaso Casado. Tampoco el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, ni el juez decano de Barakaldo, Juan Carlos Mediavilla, encargado ayer del levantamiento del cadáver de la mujer y que pidió ayer la modificación de la legislación vigente en materia de desahucios.
 
La muerte de Amaia, su suicidio, resume muchas desgracias, sobre todo la de su familia, que ayer no se explicaba qué había pasado. «Todo es tan confuso, no entendemos nada todavía», informaba la voz rota y perdida de su cuñado, Iñaki Asensio, sobre la triste muerte de una mujer que hasta el jueves estuvo trabajando en la empresa Transportes Colectivos, donde era jefa de recursos humanos. «Su marido no sabe nada del desahucio, no entendemos lo que ha hecho», insistía Iñaki. Y es que parece ser que nadie pudo adivinar la angustia que vivía y menos la radical y trágica decisión que iba a tomar, conmocionando a todo un país roto por la crisis económica. (...)".
 
La vida golpeó a Amaia con la muerte de sus dos hermanos mayores. «Uno apareció muerto en casa y el otro se dejó morir sumido en una gran depresión», resume una amiga de la familia. Los pesares no lograron sin embargo borrar la sonrisa de su boca. Hace 21 años nació su único hijo y en 1990 entró a trabajar en la empresa Transportes Colectivos, concesionaria de Bizkaibus, de donde llegaría a alcanzar la jefatura de Recursos Humanos.
 
Aunque parezca increíble, estuvo en su puesto laboral hasta el jueves pasado, apenas horas antes de que en un acto desesperado se arrojara al vacío. Los miembros del comité de empresa no podían creer que la «alegre» Amaia, que pasó la jornada entre reuniones, enviando correos electrónicos y actualizando su agenda para los encuentros diarios que mantenía con los representantes de los trabajadores, fuera a poner fin a su vida de esa manera. «Hablamos hasta las doce y media del mediodía y la vi normal, como siempre, no parecía tener ningún problema», sostenía ayer uno de los miembros del comité. Solamente hace dos años debió pedir la baja de enfermedad «por depresión» y, según conocidos suyos, «estaba algo más nerviosa últimamente, pero siempre fue así, explosiva y a la vez muy reservada, con mucho mundo interno»."
 
 
 
"(...) A mí me impactó mucho – quiero comentarles – el otro día, un artículo que leí, titulado: "La mujer de las alas quebradas", que se escribió en un diario argentino y que habla de una ex concejal socialista, del Partido Vasco, de Amaia Egaña. Su padre había sido fundador del partido socialista vasco y le llegó la orden del desahucio, allá no se dice desalojo, se dice desahucio. Nunca una palabra mejor empleada porque es casi literal lo que significa para un trabajador, para una familia ser desalojado de su propia casa, porque no la puede pagar, y lo que es mucho peor, le quitan la casa y tiene que seguir pagando al banco.
 
Amaia Egaña, su esposo también es concejal del partido socialista vasco, trabajaba, había perdido el trabajo, pero él lo hacía en una empresa de transportes y había leído en el diario que el banco le ponía a remate su casa y que le decía a los eventuales y futuros compradores que la llave iba a demorar un poco y cuando llegó el oficial de desahucio Amaia le abrió la puerta, puso una silla al lado de la ventana y se tiró de un cuarto piso. Esto que leí y se me caían las lágrimas porque yo me acuerdo lo que hicimos nosotros con las hipotecas que fue ciertamente no permitir que se ejecutarán las hipotecas, hizo que el propio Poder Judicial español pidiera que se suspendieran todos los desahucios por el inmenso impacto que esto causó en la sociedad española. ¿Por qué cuento esto? Porque creo que contextualiza el mundo que vivimos y contextualiza también a la Argentina. (...)".

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