Boudou, el corolario de la corrupción K

Con el Mundial 2014 en marcha, la justicia está dando que hablar. La corrupción, la hermana más afín al peronismo, se encontró con un juez que hasta aquí alteró los códigos habituales de la impunidad con que se manejan, principalmente, los gobiernos populistas. La larga película será una bisagra en la historia o terminará en un nuevo y conocido, aquí no pasa nada; pasando de todo.


por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh   
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La administracion del Estado por parte de los Kirchner tiene como final una gran enseñanza para los argentinos, si estos quieren de una buena vez aprenderlo: La corrupción del populismo peronista, justicialista, menemista, sciolista, massista, kirchnerista, o como nombres y actores haya es una constante en la vida nacional que ha llevado al país a su decadencia más visible y de difícil solución.  
 
Y como flagelo inevitable -si bien no es totalmente exclusivo del “ista” pero sí inherente a su troupe y su forma de concebir el poder-, de la mano de un torpe y grotesco Amado Boudou está siendo pasado por el microscopio de la indagatoria de un, hasta aquí, valiente (por cumplir su función) juez federal llamado Ariel Lijo.
 
La mafia que ha venido gobernando a la Nación y la ha puesto al borde del abismo, está sin duda pasando, un momento sin par; pero, como hampa el pueblo debe estar preparado para cualquier sorpresa.
 
La justicia que no fue democratizada pero si bastardeada, infiltrada de jueces complacientes/adictos a la causa del robo de los dineros públicos, y  por lo tanto de nula independencia del Ejecutivo; encontró una resabio de aparente dignidad -que la República aún guarda- está dejando al desnudo la causa central de las desdichas cotidianas de la mayor parte de los 40 millones de argentinos.
 
Vale la pena insistir: el peronismo en todas sus formas de presentación (pasadas, presentes y futuras)  está siendo golpeado en su neurálgico corazón, el uso indiscrimado de los recursos públicos en beneficio propio.
 
El grotesco Ciccone y la pretendida destitución del fiscal José María Campagnoli, por el otro saqueo de las arcas del Estado llamado Lázaro Baez, detonan al mismo tiempo en pleno Mundial de Fútbol 2014; cuando Cristina Kirchner dilapidando $ 8 milones diarios en transmisiones televisivas sin otro anunciantes que su gobierno, pensaba pasar casi un mes de calma. Su intento, hasta aquí, ha fracasado.
 
Ni el Mundial 2014, ni Avenida Brasil, ni ShowMatch, alejan a buena parte de los argentinos de la realidad de Amado y su banda; lo que equivale a decir “La banda K”. 
 
Similar actitud debería demostrar el argentino reflexivo apoyando al fiscal Campagnoli, un ejemplo de la escasa decencia existente.
 
Realmente, alguien pensante puede suponer que la presidente y su extinto esposo deconoce/desconocían las trapisondas de Boudou y sus muchachos para perpetrar ilícitos, como los US$ 7 millones ingresados para intermediar por una deuda entre la provincia de Misiones y la Nación, o la compra de la ex Ciccone, una empresa expropiada y estatizada donde nadie nadie se presentó a cobrar la expropiación.
 
Hubiese resultado un grotesco que lo hiciera el propio  presidente del Senado o alguno de sus amigos conocidos o inverosímilmente desconocidos.
 
Temor del juez Lijo ha tenido este señor Boudou -de multiples e ingratas casualidades- elegido por Cristina para poder “sentirte feliz de tener vicepresidente”; al que se le truncó su sonrisa permanente en los Tribunales de Comodoro Py, comportándose serio y sumiso ante “su señoría”.
 
Mientras el Amado patotero le dijo y sigue diciendo de todo al juez que lo indaga, con el aval de su real abogada defensora, la inquilina de La Rosada.
 
Qué bajo ha caído todo para que el vice de Cristina tenga que buscar para hacer declaraciones el programa de TV que el piquetero Luis D’Elía, ahora procesado, tiene en CN 23, otro Canal de TV sustentado por los dineros de todos.
 
En esa entrevista llevada a cabo en la noche del viernes 13, Boudou, se victimizó una vez más y patoteó diciendo:
 
"Esto (su eventual procesamiento judicial) tiene como objetivo sacarme de la cancha, y eso no va a pasar", como siempre  sin indicar, como es regla sagrada K, quiénes son los responsables de tal intento.
 
Y se envalentonó, prometiendo lealtad a Cristina:
 
"Voy a seguir defendiendo siempre a este proyecto político, aún después de 2015".
 
El esperable D¨Elía hizo de férreo defensor de Boudou -la condición de ambos los emparenta- argumentando el remanido cuento que Clarín está detrás de todo:
 
"Está diciendo que atrás de este operativo de inteligencia judicial que opera contra su persona está la empresa Boldt, subsidiaria política de Clarín, que quiere quedarse con la impresión de papel moneda en la Argentina".
 
Como puede apreciarse Amado Boudou está perdido y desorientado buscando una huída de un caso en el cual, cada día, está más comprometido y en esa búsqueda no ahorra en salvavidas de plomo, como lo es el piquetero subsidiado y enriquecido.
 
Amado, el hombre en jaque, desea llevarse puesto al juez Lijo y para esto querrá vincularlo hasta con el demonio (si que hay un demonio superior a los medios concentrados).
 
Siempre en la teoría psicoanalítica la solución mágica, de la desaparación de la persona que convierte la vida de alguien en calamitosa, existe; y Boudou apela a ella otra vez.
 
La anterior oportunidad en que Amado lo hizo, con una Cristina  con más poder, su deseo se llevó puesto al juez, al fiscal y hasta al Jefe de Fiscales. 
 
¿Podrá Boudou repetir la situación y doblegar a lo que queda de justicia independiente?
 
En una Argentina en que su población luce preocupada pero adormecida, todo es posible. Más aún cuando el país se conserva en el grupo de las geografias más corruptas del mundo desde la década del ‘90, según Poder Ciudadano, la filial argentina de Transparency Internacional.
 
Mientras tanto, la corrupción causa central de todos los problemas existentes sigue viva y envalentonada.
 
Sigue matando y cortando posibilidades de una vida honrosa, donde los sueños sean alcanzables, con el sacrificio del trabajo, pero sin sobresaltos.
 
Una vida así, hoy luce muy lejana.

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