Piedra libre Cristina y Axel: En la crisis, redescubren el FMI (volver a los '80)

El Fondo Monetario Internacional fue declarado en su momento, por Néstor Kirchner, integrante del Eje del Mal, junto a George W. Bush y los años '90. Hay rumores, sin embargo, que Cristina Fernández de Kirchner desea revisar la membresía del Eje del Mal. Al fin de cuentas, Bush Jr. es historia... y así reubicar al FMI en el universo K en declinación. ¿El motivo? La Argentina tiene un serio problema de liquidez, y el FMI cuenta con una línea de asistencia para situaciones transitorias de iliquidez. Los militontos, que ya vienen castigados, pueden terminar ahora convertidos en el hazmerreir de las presentes y futuras generaciones. De todos modos, a no exagerar: antes de pasar por Washington DC, los K todavía deben pasar la evaluación Artículo 4to. del FMI, a lo que se han resistido, inexplicablemente, y resolver lo de la corrupción en las metodologías del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INdEC). Pero eso no es todo: Axel Kicillof, el ministro de Economía de la declinación K, todavía no ha exhibido ningún plan para afrontar la crisis. Su tiempo se agota y su aura de "joven brillante" ya está en duda. Kicillof no percibe que su gestión ha comenzado a correr una carrera contrarreloj. Hasta ahora, él no quiere/no sabe/no puede afrontar el fondo de la crisis del modelo K. Una apelación a la memoria: ¿la inflación elevadísima y las negociaciones con el FMI (en ese tiempo su director gerente era el francés Michel Camdessus, luego asesor del Vaticano), ¿no fueron una característica permanente de los días de Raúl Alfonsín-Juan Sourrouille? Y al respecto, la consultora Economía & Regiones distribuyó un muy interesante trabajo:


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). La inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas son sólo consecuencias y no las causas del problema macroeconómico actual. 
 
El centro neurálgico del problema son las políticas aplicadas durante estos últimos años, que condujeron a una fuerte distorsión de precios relativos con aumento exponencial de los subsidios, del desequilibrio fiscal y la emisión monetaria, que conllevan a una aceleración del aumento de precios, de las expectativas de inflación y de las expectativas de devaluación.
 
Los subsidios aumentaron 38 veces, pasando de $3.300 millones (2005) a $130.000 millones (2013). En términos del producto, los subsidios aumentaron de 0% a 5% del PBI entre 2005 y 2013. En la actualidad, aproximadamente el 88% de los subsidios corresponden a energía y transporte.
 
El aumento de los subsidios equivale al deterioro del frente fiscal, ya que su incremento
coincide con la destrucción del resultado fiscal positivo del Estado Nacional, que pasó de un superávit financiero de 2.6% a un déficit de ‐2.6% del producto.
 
Paralelamente, la distorsión de precios relativos (precios congelados vs libres) crece a un ritmo vertiginoso, atentando contra el ahorro, la inversión, la acumulación de capital, la tasa de crecimiento de largo plazo, el empleo y el PBI per cápita de largo plazo.
 
En síntesis, la inflación, el dólar paralelo (la brecha cambiaria) y la pérdida de reservas son el proceso de ajuste que emana de las políticas aplicadas hace años, que destruyen las señales de precios y distorsionan los precios relativos. 
 
Por consiguiente, la actual dinámica macroeconómica de la inflación, las reservas, el dólar paralelo y la brecha cambiaria puede cesar sustentablemente sólo si ataca el origen de sus problemas.
 
• Las medidas del Gobierno
 
Los cambios de política macroeconómica aplicados para solucionar la actual dinámica
macroeconómica son: 
 
i) Incrementar los esfuerzos para adoptar medidas tendientes a lograr que ingresen más dólares; 
 
ii) tomar medidas para que salgan menos divisas; 
 
iii) el aumento del ritmo de devaluación del tipo de cambio.
 
Es decir, el gobierno continúa con su estrategia de siempre que consiste en no atacar el origen de los problemas (distorsión de precios relativos, subsidios, desequilibrio fiscal y ritmo de emisión monetaria) pero sí sus consecuencias (aceleración de la inflación, pérdida de reservas y brecha cambiaria). 
 
Lo único que está haciendo es tomar medidas aisladas que funcionan como parches, con el objeto de ganar tiempo y poder llegar a mediados de 2015 sin cambios centrales y con chaces electorales de alcanzar un ballotage.
 
‐Ingresen más y salgan menos divisas
 
En este sentido, la única medida concreta es el acuerdo con Repsol por la nacionalización del 51% de sus acciones en YPF. Las otras decisiones pendientes (FMI, Club de París, Ciadi y Hold outs) son por ahora sólo intenciones.
 
Los ingresos potenciales de divisas que podría deparar el acuerdo con Repsol sólo pueden concretarse en forma importante en el mediano y largo plazo. En el corto plazo sólo se podría contar con los US$900 millones de Chevron que ya están entrando de a tramos al país.
 
Por el contrario, inversiones de mayor volumen sólo podrían plasmarse en el largo plazo luego de que se cierre todo el proceso la indemnización por la nacionalización de YPF. 
 
Obviamente esto no se daría con el timming que necesita el gobierno, es decir antes que se inicie la liquidación de soja de los exportadores. Es más, inversiones de mayor volumen necesitan que se normalice el mercado cambiario, lo cual tampoco puede darse con el timming que necesita el gobierno: antes de abril / mayo de 2014.
 
La clave sería un acuerdo con el FMI que permitiría acceder a una de sus líneas de financiamiento. Sin embargo, el FMI ya ha anunciado que se tomará su tiempo para analizar el caso argentino. 
 
Concretamente, no se espera una decisión del FMI antes de fines de mayo 2014, por lo que su financiamiento sólo llegaría después del segundo semestre del año próximo.
 
La meta de aumento (+13%) de exportaciones anunciada por Capitanich para 2014 difícilmente se materialice con las previsiones de precios futuro de soja y el moderado crecimiento de Brasil que se espera para este y el próximo año. 
 
En este marco, el comercio exterior tampoco podrá aportar la cantidad adicional de dólares que necesita el gobierno para atenuar la actual dinámica de las reservas y los problemas cambiarios que afronta nuestra economía actualmente.
 
Del otro lado, las nuevas medidas adoptadas para “pisar” la salida de dólares (subir el anticipo a las compras con tarjeta al 35% y el nuevo impuesto a los automóviles de alta gama) también tendrían un efecto acotado. 
 
Los incentivos a comprar bienes y servicios del exterior al cambio oficial siguen siendo elevados y las reservas continuarían cayendo, aunque algo menos, por este motivo.
 
‐Mayor ritmo de devaluación
 
Más allá de los esfuerzos oficiales para adoptar medidas tendientes a lograr que ingresen más dólares y que salgan menos divisas, el aumento del ritmo de devaluación del tipo de cambio es el giro de política macroeconómica más saliente de las últimas semanas. En noviembre pasado el ritmo de devaluación alcanzó el 41% en términos anuales. Y en los últimos días la dinámica de la devaluación anualizado ascendió hasta 70% a/a.
 
Sin embargo, el actual proceso de aceleración en la velocidad de depreciación del tipo de cambio nominal oficial está acelerando la inflación, que tiene un piso cada vez más elevado aún con menor nivel de actividad. También impacta en las expectativas de inflación. 
 
Según la UTDT, las expectativas de inflación para los próximos 12 meses se ubican entre un 30% (mediano) y un 32.7% (promedio) anual, siendo más elevadas en el interior que en CABA y GBA.
 
Por un lado, la mayor inflación se traduce en mayores expectativas de inflación en forma directa. 
 
Por otro, si le sumamos una fuerte expansión monetaria, una aceleración del ritmo de devaluación y una fuerte pérdida de reservas que hace crecer el tipo de cambio de cobertura, las expectativas de mayor inflación y depreciación se redoblan. 
 
Por consiguiente, es probable que el dólar paralelo y la brecha cambiaria sigan creciendo y las reservas no detengan su caída en el mediano y largo plazo.
 
Acelerar el ritmo de devaluación subiría el “piso” del dólar paralelo, fomentaría aumento brecha cambiaria y propiciaría la caída de reservas. Acelerar el ritmo de devaluación como única herramienta no es la solución, sino que terminará agravando el problema.
 
‐El gobierno enfrenta un desfasaje temporal en el accionar de su política económica
 
El principal problema que enfrenta el gobierno para instrumentar su política es un problema de timming, porque un mayor ingreso de divisas sólo es alcanzable en el mediano y largo plazo. Al mismo tiempo, en el corto plazo tampoco se puede “pisar” eficientemente la demanda de dólares y la fuga de divisas.
 
Con la dinámica actual se perderían aproximadamente US$8.000 millones/US$10.000 millones de reservas de aquí a finales de abril/mayo 2014, dejando un stock de reservas en torno a US$22.000 millones/US$20.000 millones para ese momento. Es decir, el gobierno necesita ganar tiempo sin perder tantas reservas.
 
La solución del triple problema (inflación, desequilibrios cambiarios y pérdida de reservas) exige atacar el origen del desequilibrio en el cortísimo plazo: el exceso de oferta de pesos. 
 
El BCRA tiene los instrumentos más adecuados para actuar en el cortísimo plazo y frenar la pérdida de reservas.
 
El BCRA debería “limpiar” el exceso de oferta de pesos y apuntalar la demanda de dinero (hacer atractivo el tener pesos argentinos) para romper la dinámica actual caracterizada por: 
 
> aumento de expectativas de inflación, 
> de devaluación y pérdida de reservas. 
 
Para lograr este objetivo, el BCRA debe generar instrumentos de inversión con retornos reales positivos en pesos. Apuntalar la demanda de dinero es condición necesaria (no suficiente) para disminuir las expectativas de inflación y devaluación.
 
Concretamente, el dólar billete o sus sustitutos deben dejar de ser los únicos activos rentables en términos reales de nuestra economía. 
 
En este sentido, podemos mencionar que el BODEN 2015, el BONAR 20172 y el dólar 'blue' han sido los activos más rentables en los últimos años. Por debajo se ubicó las acciones de tenaris (símbolo = TS), una inversión en plazo fijo 30 días renovado en forma mensual y el índice de acciones domesticas merval.
 
El BCRA debería encarar una política de tasas de interés reales positivas para “limpiar” el exceso de oferta de pesos.
 
Una tasa de interés real positiva impactaría reduciendo las expectativas de devaluación e inflación. La demanda de pesos aumentaría y la de dólares cedería “terreno”, impactando negativamente en el precio del dólar paralelo y su rendimiento.
 
Una política de suba de tasas necesitaría ser coordinada con un giro hacia una política fiscal opuesta a la actual, caracterizada por la acumulación de superávit fiscal como principal objetivo. 
 
La reducción del gasto es necesaria e imprescindible para evitar que los pesos que el BCRA retira del mercado por una “ventana” (ofreciendo tasas más altas) vuelvan a la economía por otra “ventana”, la de más gasto público.
 
Una política de austeridad en el gasto que comience a materializarse antes de abril, cuando comienza la liquidación de la cosecha de soja, brindaría una señal positiva a los agentes económicos generando una disminución en las expectativas de devaluación, y alentaría a los exportadores a liquidar las exportaciones de soja, contribuyendo a la reconstrucción del stock de reservas.
 
Recuperar la demanda de pesos permitiría ganar tiempo ya que se frenaría la caída de reservas hasta la llegada de los ingresos de divisas de más largo plazo que el gobierno está negociando actualmente. 
 
En este sentido, Argentina parece tener intenciones de acercarse nuevamente al FMI con el fin de pactar un paquete de liquidez que permita engrosar las reservas en el mediano plazo. 
 
La línea de crédito con los menores requerimientos permitiría comenzar a recibir en el 2do. semestre de 2014 desembolsos de hasta US$ 6.436 millones cada 12 meses, en un programa de 3 años.
 
Con liquidez provista por el FMI, con los cambios de política monetaria y fiscal, con activos en pesos con rendimientos positivos, con demanda de dinero más sólida y sin exceso de oferta de pesos, las expectativas de inflación y de depreciación serían inferiores y hacia fines del 2014 estarían sentadas las bases para eliminar el cepo cambiario.

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