Autodefensas argentinas: El modelo colombiano que gestan los K

Ciudadanos armados en los techos de locales y casas en diferentes puntos del país muestran una imagen que el gobierno de Cristina de Kirchner parece no apreciar: la marginalidad, la corrupción, la ausencia del estado y el narcotráfico resultan un caldo de cultivo que puede desembocar en la articulación de bandas armadas de autodefensa, al mejor estilo Colombia. La lamentable situación se produce cuando en medio de los saqueos en Tucumán (provincia aliada al gobierno nacional) Cristina de Kirchner se burla de los caceroleros en un acto de fiesta por el 30 aniversario del regreso de la democracia al país.




CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - El avance del narcotráfico, la marginalidad, delincuencia e inseguridad reinantes sumadas a operaciones de guerrilleros de izquierda terminaron generando un panorama apto para el florecimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia, las AUC, en el país caribeño a mediados de los años 90's.
Estos grupos se extendieron por diversas regiones del territorio colombiano con la participación de ricos hacendados, colonos y pequeños industriales. En la década de los noventas, diversos grupos paramilitares conformaron de una entidad mayor, de influencia nacional, denominada Autodefensas Unidas de Colombia.
El surgimiento con fuerza de estos grupos estuvo relacionado principalmente con la tímida acción del estado colombiano para detener a las fuerzas de la guerrilla de izquierda de las FARC y el ELN, que desde las selvas del sur del país acosaba a terratenientes, industriales y comerciantes. 
En 1982 el estado colombiano desarrolló la Estrategia del Conflicto de Baja Intensidad aunque sin eficacia, lo que devino en una especie de ausencia de presencia del estado en el conflicto. A eso se sumaban policías corruptos que liberaban zonas para la guerrilla y que luego funcionaron en favor del paramilitarismo.
Ahora bien, ese cuadro, aunque está lejos del que vive la Argentina, tiene algunas similitudes con la actual situación que atraviesa nuestro país.
Por un lado, es notoria la ausencia del Estado en la problemática. Que el estado no de respuesta a los atrasados salarios de las fuerzas de seguridad, únicos garantes de la poca seguridad que tienen los ciudadanos en el país, es en sí una foto del conflicto. Que el jefe de Gabinete "Coqui" Capitanich negara la ayuda al gobernador opositor de la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota, fue un síntoma de esa situación, que luego salió como tiro por la culata cuando las policías de otras provincias vieron el arreglo salarial de los cordobeses y quisieron conseguir salarios similares.
Esa reacción, basada en un primer error del gobierno nacional (se negó a enviar ayuda sólo porque Córdoba es opositora), en realidad resultó previsible a pesar de que el kirchnerismo patalee y busque encontrar una conspiración en su contra, como suele hacer siguiendo el manual clásico del populismo. Sin embargo, tampoco es prudente pecar de ingenuidad y no es descabellado pensar que algunos elementos corruptos en las fuerzas de seguridad estén acicateando el problema salarial que desemboca en los saqueos siguiendo una agenda propia. Pero esa última premisa está lejos de explicar toda la situación.
Además de la corrupción policial, se encuentra en el caldo de cultivo de las autodefensas 2013 el accionar de las bandas narcos en el país. En Rosario se libra una batalla entre bandas narcos desde hace varios años; en todo el norte del país la ausencia de controles estatales (por ejemplo, no funcionan los radares) permiten el paso de cargamentos gigantescos de drogas por vía aérea, terrestre y fluvial; los casos de la narcopolicía en Córdoba (y otra vez el conflicto con el gobierno nacional enturbiando las aguas) tampoco ayudó a la situación.
La cantidad de drogas en las calles, se sabe, no sólo mella la salud pública, sino que aumenta la criminalidad y una serie de delitos que devienen de la práctica del tráfico de drogas.
Esa misma práctica delictiva va deteriorando el tejido social y permite el florecimiento de sectores de la población que se permiten el "vale todo" de los saqueos ante la primera ausencia policial. A su vez, ese movimiento genera una resistencia que sigue iguales reglas y toma las armas para proteger sus intereses.
Así es como se fue gestando un caldo de cultivo para las imágenes que llegan ahora desde Tucumán: la ciudadanía elige tomar las armas para generar autodefensas contra la inseguridad. Porque no sólo son los saqueos, sino también el riesgo a ser asaltado en un violento robo o a morir al quedar atrapado en un tiroteo entre bandas, lo que motiva a los ciudadanos.
Parece que el modelo colombiano está llegando de apoco a la Argentina de los Kirchner, con un modelo agotado que ya está empezando a mostrar su faceta de deterioro más trágica.

Comentarios

Entradas populares