Indignados (2): Sin alternativa, el pueblo debió socorrer al pueblo
Un Estado ausente se evidenció en toda su inmensidad en la inundación de la ciudad de las diagonales. La presencia del pueblo fue solidaria pero obligada por las circunstancias. La presidenta actuó y junto con otros funcionarios despertaron la reacción de las víctimas. Los motivos de una situación calamitosa son analizados en esta nota. La opción que enfrenta el ciudadano y la sociedad argentina frente a una realidad insoslayable.
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Cristina Fernández de Kirchner, el 25 de enero de 2013, lapidariamente se sinceró diciendo "Si no te defendés vos, no te defiende nadie".
Nada más cierto en el mar de mentiras en que la primera mandataria suele navegar.
Ella es la titular de un gobierno que hace más de diez años detenta el apellido Kirchner y que administra un Estado gigantesco al servicio del gobierno, pero no del pueblo que lo mantiene.
El Estado es Ella.
Y aún así, pretende más.
Por eso va por la destrucción de la poca Justicia independiente que aún queda; y si lo consigue, destruirá definitivamente a los pocos medios independientes que aún sobreviven.
Ella, la insaciable, irá de cualquier forma por la reforma constitucional que le permita su re-re indefinida.
¿Exagerado? No, realista.
Los argentinos asisten, les guste o no reconocerlo, a la destrucción de lo queda de la República.
El Estado nacional que alimentan los argentinos con sus tributos es propiedad de la familia Kirchner y su titular es Cristina.
Ese Estado que debe brindar seguridad, educación, salud pública, transporte seguro, realizar obras de infraestructura, pagar jubilaciones dignas, asistir en emergencias, etc. NO hace nada bien y lo hace muy poco.
Ese Estado es empleado para acumular poder, ganar elecciones, publicitar descaradamente el relato, mantener un monopolio informativo oficial que alcanza al 85/90% de los medios, subsidiar el fútbol; y enriquecer a los funcionarios que lo gestionan.
No resulta extraño entonces que el Estado en manos K busque saciar su sed recaudatoria cada día con mayor presión impositiva.
Es así que los ciudadanos que pueden, pagan:
- Seguridad privada y mantienen la pública;
- Educación privada y mantienen la pública;
- Salud privada y mantienen la pública;
- Transporte privado y sostienen el público;
- El subsidio para solventar a los clubes de fútbol;
- El subsidio a los barrabravas a través del subsidio al fútbol;
- La gigantesca publicidad oficial;
- Las deficitarias empresas del Estado;
- Los peajes de rutas que nunca se mejoran o de autopistas varias veces amortizadas.
Los que no puede pagar la carga doble; están condenados a sufrir el deterioro constante de lo público.
Es por ello que frente a una tragedia como la acontecida en La Plata, el Estado estuvo ausente.
El Estado de Cristina NO está para ello.
Esa es la razón por la que el pueblo debió socorrer al pueblo.
No solo hubo solidaridad. Hubo necesidad que el pueblo se ocupara del pueblo.
Cristina fue a actuar en Tolosa la presencia de un gobierno presente, con un Estado vacío -por su responsabilidad- para atender los requerimientos de la desgracia.
Póngale a esto el calificativo que quiera. Indígnese, tiene derecho; pero NO se sorprenda. Es lo que viene aconteciendo hace años.
La diferencia es que ante una situación como la sucedida en la capital de la provincia de Buenos Aires, el telón se corrió y se mostró en toda su dimensión.
Recuerde, Ella se lo dijo: "Si no te defendés vos, no te defiende nadie".
Fue en otro contexto, sí es cierto; pero vale para cualquiera.
Los que vivieron el drama en carne propia se dieron cuenta inmediatamente. Por eso, abuchearon a Cristina, Alicia Kirchner, Daniel Scioli.
Más tarde, el viernes 5 de abril, con un discurso grabado, la Presidente usó la cadena nacional para anunciar paliativos. Nada de fondo.
Las obras que debieron hacerse y no se hicieron para que la naturaleza no se cobre vidas, seguirán sin hacerse. Por lo que nadie será responsable de lo pasado ni lo que pueda suceder en el futuro.
Vale decir que la próxima vez que ocurra una catástrofe, volverán a morir argentinos.
Como si eso fuese poco, la primera mandataria -con la soberbia que derrocha- se atrevió a dar clases de dignidad, al señalar:
“Porque cada uno que se queda con lo que no le corresponde, se lo está quitando a alguien que lo necesita”.
“Mi gran obsesión es pedirles a todos los argentinos que esto llegue a los que realmente lo necesitan”.
“Tenemos que probarnos a nosotros mismos que somos capaces de superar esas trampitas que muchas veces nos hacemos entre nosotros mismos...”.
Cristina, sin darse cuenta, estaba hablando de corrupción.
Esa corrupción que mata.
Esa que mató y mata a diario en la Argentina.
Esa que abunda en el gobierno que Cristina encabeza y que Ella trata de convertir aún en más impune cuando busca aniquilar lo que sobrevive de justicia y de periodismo independiente.
La titular del Ejecutivo cerró su mensaje, diciendo:
"Que Dios los proteja a todos".
Realmente hay que aplaudir la sensatez presidencial... ya que su gobierno NO lo hace.
Es así que el pueblo y cada argentino se hallan ante un tiempo bisagra y deberán saber decidir entre las opciones que planteó José Ingenieros:
Así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos”.
El resultado de la compulsa serán los hechos que hablen de cada uno y de todos, como comunidad, de aquí en más.



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