La Justicia será lo que Cristina diga

Cristina vive rodeada de seres serviles, por naturaleza o conveniencia, para  recibir de ellos su inalterable obediencia y sus reiterativos aplausos. Son los componentes de su tropa propia que han renunciado o nunca supieron lo que es la dignidad. Para ser lacayo del pensamiento único hay que ser mediocre.


Por  Jorge Santos ~ Abril 25, 2013


Los diputados y senadores del oficialismo son desertores de los valores morales, igual que el gobierno del que forman parte. Les importa poco el juicio de la sociedad en la que viven y que los llevó al poder. El gobierno central del país está compuesto por tránsfugas de lo ético que sólo persiguen el lucro con la elocuente ausencia de ideales nobles en pro de los intereses comunes.
Los meritorios tienen poca cabida en una ciudadanía que no advierte que la corrupción envilece su calidad de vida; y los espurios dirigentes políticos se aprovechan vilmente de esa ceguera de buena parte del pueblo. Los que más lo sufren son los que menos tienen. Aquellos que, a su vez, se convierten en las más jugosas presas para que un gobierno autoritario y populista, de esta forma, busque eternizarse.
Buena parte de los argentinos asisten al despertar de una extensa pasividad y ven que están sumergidos en un mar de desilusiones y que la caducidad de un ciclo de recursos extraordinarios destapó, aún más, las miserias humanas de sus gobernantes que las apreciadas hasta ahora.
Éste es el triste paisaje en una Nación donde:
1.- La familia gobernante está sospechada de haberse enriquecido enormemente con actos lícitos.
2.- El vicepresidente está implicado en un hecho de corrupción que motivó para encubrirlo la remoción hasta del jefe de los fiscales.
3.- Se multiplican los casos de robo de dinero público (algunos de los cuales llegaron a cobrarse múltiples vidas humanas).
Atento a esto no debería nadie sorprenderse de que una presidente que vive desparramando odio, mentiras y venganzas, quiera quedarse con el poder de la Justicia y así lograr la suma del poder público con el fin de encubrir con mayorimpunidad todo.
Por lo señalado, la primera magistrada salió con los tapones de punta para conseguir la aprobación de la embustera “democratización de la justicia”, una perífrasis para esconder el aniquilamiento del Poder Judicial.
Con la “reforma de la justicia” se pretende la cooptación del Consejo de la Magistratura, el organismo que nombra y destituye a los jueces; la creación de lascámaras de casación (que prolongarán perpetuamente los juicios de jubilados, por ejemplo); y  acortar a seis meses las medidas cautelares que dictan los jueces para proteger a empresas y particulares contra decisiones del Gobierno. Asimismo, cuando el gobierno las apela, cesa automáticamente la protección.
Merced a esta modificación de las cautelares y la apropiación de la Justicia la presidente podrá hacer realidad su dilatado sueño de desguazar al Grupo Clarín o de confiscar el predio de La Rural. 
En resumen, habrá menos control judicial sobre el gobierno, mayor política en la Justicia y un poder condicionado para los jueces, recordando que el 53% de los actuales magistrados judiciales fueron designados por Cristina Kirchner y que el40% del 47% restante deberá nombrarlos ella.
La topadora con la que la huésped de Olivos se lleva por delante todo complicará aún más la vida de una comunidad que ve cómo no se atienden sus principales problemas como la inseguridad, la inflación, el desempleo, el empleo en negro, la pobreza, la falta de obras de infraestructura, el despilfarro del gasto público, la falta de inversión, las abundantes pérdidas de la empresas públicas, la carencia de energía, la ausencia de las reservas adecuadas para prevenir crisis, etcétera.
Ir por la Justicia aumentará el desempleo y la falta total de inversiones. Al aprobarse las leyes enviadas al Congreso, Cristina destruirá lo que aún resta de la República. Una dictadura democrática irrumpirá cuando el humor social está muy caldeado. El pueblo ganó las calles y perdió el miedo. Esas mismas calles que perdió Cristina.
De la complicidad o no de los ministros de la Corte Suprema hará que la Justicia termine siendo, o no, lo que la viuda de Kirchner diga. La Corte es el último resorte que tiene la República para evitar su muerte.
Mientras tanto, y con la necesidad de un psiquiatra para que analice los por qué, la exitosa abogada, aislada en su propio cuentomantiene entre sus preocupaciones esenciales el traslado del monumento a Cristóbal Colón, de los jardines de la Rosada a la ciudad de Mar del Plata; o bien reproducir historias de baños de mujeres por las redes sociales.

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