Los gobernadores no están dispuestos a hundirse en un barco conducido por niños

El mandatario bonaerense Daniel Scioli mantendrá un encuentro hoy con otros gobernadores de diferentes provincias por una actividad vinculada al Programa Crédito Argentino (Procrear) en la sede del Banco Hipotecario. Más tarde viajará a Córdoba para participar del tradicional Encuentro Anual de Colectividades en Alta Gracia. No será, sin embargo, el primer ni único contacto entre mandatarios, unidos por más de un motivo frente a Cristina Fernández. En estos turbios días, los problemas económicos marcan una agenda común y colocan a los peronistas en un viejo enfrentamiento con los 'niños' de La Cámpora. Los peronistas esperan que Cristina entienda que "el partido no se suicidará por los desbarajustes" de Kicillof, y piden que "deje de jugar con La Cámpora, o el peronismo no la apoyará a ella".


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, compartirá hoy con mandatarios de distintas provincias una actividad vinculada al programa Procrear en la sede del Banco Hipotecario.
 
El encuentro está previsto para las 18.00 y fue convocada por el titular de ANSES, Diego Bossio, según informa 'Noticia1'.
 
Luego, Scioli viajará a Córdoba para participar del tradicional Encuentro Anual de Colectividades en Alta Gracia, que en su edición 27 reúne a una gran variedad de exponentes de distintos países y artistas nacionales e internacionales.
 
La sintonía entre el bonaerense y De la Sota no es nueva, según crónicas cordobesas llega a tal punto que "el cordobés adoptó en su discurso legislativo del sábado un tono más 'sciolista', es decir más próximo al diálogo y al consenso que a la confrontación que desplegó contra la Casa Rosada en las elecciones parlamentarias del pasado octubre".
 
Vale destacar que armadores de La Juan Domingo se reunieron el fin de semana con dirigentes locales, y en una importante recorrida por Villa Carlos Paz, Villa María, Río Cuarto, Mina Clavero y Nono, repartieron merchandising de "la ola naranja".
 
La foto, seguramente, no caerá del todo bien en el kirchnerismo puro, que últimamente viene cargando duro contra el bonaerense, especialmente de la mano de Carlos Kunkel, Hebe de Bonafini y Julián Domínguez.
 
Pero saben, tal como viene informando Urgente24, que éste no es el primer contacto entre mandatarios en estos turbios días.
 
Los gobernadores tienen una agenda común más que preocupante, y no están dispuestos a hundirse en un buque piloteado por niños... 
 
Dos diarios sumaron hoy su explicación: 
 
"El dilema del PJ: quién se anima con ella", por Joaquín Morales Solá, en el diario 'La Nación':
    
Un gobernador peronista, que suele frecuentar la primera fila de los asistentes a los discursos de Cristina Kirchner, responde así en estos días cuando se le pregunta cómo está el partido frente a la crisis de la economía. "Miren al sindicalismo y sabrán hacia dónde va el peronismo." ¿Cómo ve él al sindicalismo? "Reagrupado de hecho y a mucha distancia del Gobierno." Ebullición y preocupación son las palabras que usa otro gobernador para calificar la situación interna del PJ .
 
El peronismo nada en aguas desconocidas. Hay un gobierno peronista que no lo representa. Hay una crisis que fastidia a la sociedad con el gobierno y con el partido. Hay una presidenta que desprecia la interlocución con gobernadores e intendentes justicialistas.
 
Gobernadores cristinistas, o que posan como tales, están siendo arrastrados por la impopularidad de ella. Los que no son tan cristinistas sospechan que la sociedad podría no distinguir entre peronistas, kirchneristas y cristinistas. Para el trazo grueso de la gente común, dicen, todos ellos son peronistas.
 
La preocupación por una eventualidad se está convirtiendo en riesgos palpables en varias provincias. El gobernador de Entre Ríos, el cristinista Sergio Urribarri, tropezó con la novedad de que dos importantes intendentes de su provincia (uno de ellos, el de Concordia, es precandidato a gobernador) podrían saltar pronto hacia el peronismo disidente.
 
Sin embargo, nada de todo esto está en condiciones de llegar, intacto y directo, al conocimiento de la Presidenta. La información de lo que sucede en el partido fluye rápida y vasta entre sus dirigentes, que no pueden decidir nada trascendente. Ninguno sabe cómo ni cuándo le llega la información a Cristina, si le llega. Todos creen, más bien, que el núcleo duro que la rodea sólo le da interpretaciones parciales de la realidad.
 
Tres gobernadores han avanzado en las últimas horas en definiciones públicas significativas. Uno fue el de Buenos Aires, Daniel Scioli: admitió que se viven "momentos sensibles", y recordó que él gobierna "un país dentro del país".
 
"Momentos sensibles" podría traducirse en la palabra crisis según el estilo siempre prudente del gobernador bonaerense. El recuerdo de su experiencia como funcionario es más llamativo, porque significa que no cesó, a pesar del cuestionamiento de sectores cristinistas, su insistente oferta como candidato a suceder a la Presidenta. Crisis y sucesión en boca de Scioli es el síntoma más cabal de que el gobernador le está hablando a un justicialismo desesperado por encontrar una puerta de salida.
 
Otro gobernador fue el cordobés José Manuel de la Sota, que pidió que el peronismo no termine hundiendo al peronismo (es decir, a Cristina), pero reclamó enérgicamente un cambio de las cosas actuales. De la Sota tiene fama de conocedor obsesivo de la estructura partidaria y es el que en estos días más habla con gobernadores e intendentes, incluidos Scioli y Sergio Massa. "Un presidente peronista no se puede ir en helicóptero, pero tampoco el peronismo debería pasar a la oposición sólo por el capricho de unos pocos", dicen cerca de él. De la Sota, que nunca militó en el kirchnerismo, aspira a participar de una solución electoral para el partido, pero sabe que las sociedades también se cansan de las marcas. La marca del PJ es la que está ahora en peligro.
 
El tercer gobernador fue el misionero Maurice Closs, también un peronista que era muy cercano a Cristina, que hizo un llamado a no repetir las experiencias de los finales de Raúl Alfonsín y de Fernando de la Rúa. Closs morigeró luego sus declaraciones, pero quienes lo escucharon en una entrevista en Radio Mitre saben que lo que se publicó tiene el sentido de lo que dijo. Lo que sucedió con Closs podría pasarles a muchos peronistas: se confunden de momento e interlocutor y terminan hablando ante los micrófonos como hablan en la intimidad. El cuadro que pintó Closs en público es el que describe todo el justicialismo en estricta reserva.
 
El conflicto irresuelto de todos ellos es encontrar una forma de llegar directamente a la Presidenta. Al principio confiaron en Jorge Capitanich, pero éste se pasó al fanatismo de los conversos. El político abierto y pragmático que fue se convirtió en un cruzado del cristinismo más paranoico. "Cristina, Máximo y Zannini han perdido muchas cosas, menos el arte de quemarle el cerebro al más pintado", dice un intendente bonaerense que visita asiduamente la Casa Rosada, en alusión a Capitanich. Dos gobernadores peronistas dicen que nunca confiaron en Capitanich como un representante del partido en la Casa de Gobierno. "Sólo sabe decir que sí. Lo hizo con Cavallo, con Duhalde, con Kirchner y con Cristina", resumen.
 
El interlocutor ideal para todos ellos sería Scioli, por su envergadura como gobernador de la provincia más importante del país y como uno de los pocos políticos peronistas que conservan respetables índices de popularidad. La idea es el regreso a un viejo problema: Scioli no ha nacido para llevarle un ultimátum a nadie. Y lo que los peronistas quieren es que alguien le diga a Cristina que el partido no se suicidará por los desbarajustes que arma Axel Kicillof. El ministro de Economía es casi una manía para ellos. "El peronismo no practicó nunca la prueba y el error con el poder", dice un gobernador con notable desprecio político por el ministro de Economía.
 
Sólo hay un intendente en Buenos Aires, el de La Matanza, Fernando Espinoza, con un trato amable y asiduo con la Presidenta. Espinoza, que es ahora también el presidente del PJ bonaerense, suele llevarle pedidos concretos a Cristina para la gestión de los intendentes. No obstante, nadie está seguro ahora de que podría convencerlo de ser el mensajero de un ultimátum.
 
Ultimátum es una palabra muy usada en estos días en el justicialismo. ¿Qué significa? "Que Cristina deje de jugar con La Cámpora y se apoye en el peronismo, o el peronismo no la apoyará a ella", responde un gobernador. Está saliendo a flote en el partido un viejo rencor escondido, que se disimulaba desde que comenzó el segundo mandato de la Presidenta. Lo provocó la opción de Cristina por los jóvenes camporistas.
 
"Ella nos dio la espalda", dice otro intendente bonaerense. Con todo, al partido le será difícil explicar que esta experiencia de poder no es suya. El PJ controla casi todas las provincias, casi todas las intendencias del país y las mayorías parlamentarias del Congreso nacional. Los diálogos reservados de estas horas no carecen de realismo: aquellas constataciones del poder peronista son el riesgo electoral del peronismo. "¿Cómo le explicamos a la sociedad que el kirchnerismo no es peronista?", se pregunta retóricamente uno de sus dirigentes más conocidos. El fantasma de una sociedad argentina cansada del PJ y optando por otras variantes electorales surge con insistencia en esas conversaciones entre justicialistas.
 
Los peronistas miran con cierta admiración la capacidad de decidir de los dirigentes gremiales, que siempre han sido la vanguardia del movimiento. Ya no hay diferencias sustanciales entre Hugo Moyano y Antonio Caló, el viejo opositor y el reciente oficialista. Los dos hablan mal de Kicillof, se quejan de la inflación y ponen duras condiciones públicas. "Al final, Moyano tenía razón: Cristina será una carga para el PJ", aceptó un dirigente de la CGT oficialista. Así está el sindicalismo y hacia ahí va el peronismo. No importa. La Presidenta decidió pertrecharse en su pequeño círculo de incondicionales y no oír los ruidos de las palabras ni los de la sublevación.
 
"El ajuste marca la agenda de los gobernadores", por Eduardo Aulicino, en el diario 'Clarín':
 
No hay liga de gobernadores como eje de poder peronista –la sola mención del nombre inquieta incluso a los protagonistas, por el eco de la peor crisis en democracia–, pero los jefes provinciales charlan en estos días –y lo dejan trascender– más que en cualquier otro momento de la gestión kirchnerista. Es una señal más del agotamiento cristinista, pero ninguno intenta precipitar nada. Buscan amortiguar el desbarajuste económico, intentan coordinar cifras frente a los reclamos salariales que se vienen, miran con atención a Olivos y hacen sus cuentas políticas. Esos cálculos, claro, están marcados por el ajuste: sueldos, obras limitadas y aval para endeudarse son algunos de los rubros centrales.
 
No son rondas menores. Daniel Scioli, dispuesto a reafirmar sus pretensiones para 2015, es un motor destacado de estos diálogos, pero no es el único, en un abanico que incluye desde peronistas desalineados a oficialistas, algunos de ellos en tránsito de reacomodamiento interno. Integran la lista el cordobés José Manuel De la Sota, el mendocino Francisco Pérez, el salteño Juan Manuel Urtubey y el misionero Maurice Closs, entre los más visibles.
 
Todos están esperando que finalmente esta semana, o más tardar la próxima, el Gobierno inicie las conversaciones con los gremios docentes y fije una pauta nacional. Ese número servirá de referencia para las negociaciones de los jefes de las provincias, que son las que tienen a su cargo la educación pública. Pero además, lo que se discuta con los dirigentes del magisterio servirá de pauta para la negociación con el resto de los gremios provinciales.
 
Un desafío enorme en tiempos de deterioro salarial acelerado.
 
Con ese espeso cortinado de fondo, los mandatarios se inquietan por saber si finalmente el Gobierno optará por definir aumentos de salario por decreto, para postergar las paritarias. En ese caso, de todos modos, las cuentas aparecen muy ajustadas para los presupuestos locales.
 
Es llamativo –y si se quiere, una exhibición de cuidado, además de realismo– que los gobernadores no esperen ayuda de fondos extra del Estado nacional. Hace apenas un par de años, ese era uno de los ejes de las negociaciones con Olivos. Pero ya luego de la escalada de conflictos policiales de finales del año pasado, funcionarios de primer nivel de la Casa Rosada hicieron saber a las provincias que no habría asistencia para hacer frente a las subas salariales decididas a las apuradas para frenar aquella crisis en cadena.
 
Tampoco tienen esperanzas en planes generosos de obras públicas. Varias provincias ya están encarando sus propios recortes y el renglón de los emprendimientos con fondos locales es uno de los primeros que está sufriendo tachaduras.
 
“Lo único que esperamos de verdad es que no haya trabas a los avales de la Nación necesarios para endeudarnos”, dice un hombre cercano a un importante gobernador. Dan por descontado, además, que seguirán las postergaciones en materia de deuda de los distritos con el Estado nacional, que ahora se renegocian por períodos cortos.
 
Varios de estos temas fueron abordados por Silvina Batakis, jefa de Economía bonaerense, en conversaciones con algunos de sus pares. Son movimientos que no alegran al cristinismo duro, pero que deben ser admitidos porque están orientados centralmente a evitar sacudones gremiales serios cuando terminen las vacaciones.
 
De todos modos, en el círculo presidencial abundan los enojos cuando se producen señales de cierta autonomía crítica en las provincias. Maurice Closs sufrió recriminaciones la semana pasada cuando advirtió sobre los niveles de la crisis y la necesidad de consensos para enfrentarla. Pesaron también las versiones sobre un acercamiento a Scioli. En rigor, el gobernador misionero ya había dado muestras de diferenciación el año pasado, luego de las legislativas locales y de las elecciones nacionales: su alianza ganó, pero sufrió un drenaje de votos que osciló en los veinte puntos.
 
El cristinismo registra las reacciones pero parece blindado frente al origen de tales movimientos, es decir, la delicada situación económica y los deterioros políticos que la alimentan. Un reflejo que no sorprende, pero preocupa de manera creciente dentro y fuera del PJ.
 
# Beatriz Sarlo dice que ve a Scioli candidato en 2015, aunque no lo desea
 
La escritora y ensayista consideró que "Scioli tiene una chance en 2015" aunque manifestó que no quisiera que gane el peronismo.
 
Beatriz Sarlo admitió que le gustaría que el futuro gobierno sea encabezado por "una agrupación de partidos de centroizquierda" y manifestó que aunque ve al gobernador Daniel Scioli como un potencial candidato, no desea que gane el peronismo en 2015.
 
"Deseo que gobierne una agrupación de partidos de centroizquierda, de carácter socialdemócrata. Porque el peronismo no es respetuoso de las instituciones y porque no ha solucionado la crisis social", argumentó en declaraciones a La Once Diez, reproducidas por el sitio 'La Nación'.
 
Sarlo analizó que "el interés del peronismo es llegar bien al 2015" y que en ese marco "Scioli tiene el premio al alumno más paciente y sin duda tiene una chance".
 
Sarlo opinó sobre el rol de Cristina Kirchner en los últimos meses y señaló: "No conozco a otro político tan extremadamente autocentrado como Cristina Kirchner. Y eso hace que esté presente siempre que piensa que le está yendo bien, y que se ausente en momentos como este, que cree que está yendo mal. No quiere estar cerca de una mala noticia".
 
Además, se refirió al último tramo de la gestión kirchnerista a partir de los cambios de Gabinete que incluyeron el ascenso de Axel Kicillof como ministro de Economía. "No parece haber equipo económico. Pero no hay que tener un prejuicio porque la gente ocupe por primera vez un ministerio o secretaría. Es probable que haya una dosis grande de improvisación pero yo tengo un juicio favorable sobre los economistas que leyeron a Karl Marx y John Maynard Keynes", subrayó.
 
La escritora también criticó al flamante diputado opositor Sergio Massa. "Es de aquellos que tienen cuarenta años y llegan y dicen «Me ha llegado el momento de ser presidente». Antes se empezaba por la militancia universitaria (si estabas en el radicalismo o socialismo) o por la militancia territorial (si estabas en el partido Justicialista). Era un camino, un escalafón, una carrera".

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