Paliza mediática dominical a Cristina: 10 ejemplos de que lo peor no llegó

Tiempos terribles para Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, lo más grave es que ella no anticipó el deterioro que sufría su imagen pública y la de su Administración. Vaya si tuvo tiempo para anticipar el cruel presente: cuando ganó su reelección, en octubre de 2011, obtuvo su tope de popularidad. Sin embargo, ya en diciembre, cuando formalizó el inicio de su 2do. mandato consecutivo, su imagen pública ya comenzó a deteriorarse. Durante todo 2012, con la probable excepción de 2 meses, ella siguió retrocediendo. Y en 2013 se acentuó el proceso de degradación de su relación con la sociedad. Nunca quiso aceptar alguna corrección/rectificación/autocrítica. Por lo tanto, se supone que ella se encuentra donde eligió estar.. pero esto todavía no es lo peor. Sin duda, es una de las coincidencias dominicales, muy negativas para con ella en la mayoría de los medios de comunicación del país.


"(...9 De todos modos, no es Moreno el principal problema que tiene el Gobierno para encauzar la economía, más allá del carácter simbólico que adquirió la figura del secretario de Comercio por la tendencia argentina a encarnar en una persona la bronca colectiva. La Presidenta tiene ante sí, en rigor, una encrucijada de cuya salida dependerá el curso de los dos últimos años de su mandato. Y será vital un recambio más significativo que se proyecta en su elenco de colaboradores."
 
Paillet escribió, entre otras cuestiones, acerca de Daniel Scioli: recién llegado de un par de días en la casa del cantante Julio Iglesias, en Punta Cana, República Dominicana, el gobernador bonaerense aprovechó su rol de protegido circunstancial de Cristina Fernández de Kirchner, para dejar en claro que no trabaja ni por la reforma ni la re-re, y que ella concluye en 2015:
 
"(...) De Scioli puede decirse que está acunando su dulce venganza. Los que antes lo apaleaban ahora están obligados a aplaudirlo. Fue él, y no otro, el encargado desde el espacio que los cobija a todos de dar a conocer la mala nueva: que la "re-re" está muerta, que Cristina se va de la Casa Rosada el 10 de diciembre de 2015, y que lo que hay que hacer es ayudarla para que termine su mandato lo mejor parada posible. Una frase que, bien leída, pudo querer decir también que, si no la ayudan ellos y el resto de los actores políticos, sociales y empresarios, la doctora en una de esas puede terminar mal sus ocho años al frente del poder. Y es nada menos que Scioli, según firmes constancias de fuentes platenses, el que sugirió a la Casa Rosada que dejen la campaña electoral hacia octubre en sus manos, lo que equivale a decir, sin decirlo, que es mejor que la presidenta no se meta tanto en los actos, porque en una de esas se comprueba otra vez en las urnas que ella genera rechazo en los ciudadanos por sus vicios de soberbia y autoritarismo. El peor de ellos, que el gobernador habría esgrimido en esas charlas, la dura ofensa de Tecnópolis no a Massa y el resto de los candidatos de la oposición, a los que llamó "suplentes", sino a los millones de personas que los votaron en Buenos Aires y en el resto del país.
 
Ese mismo rechazo social a la figura de la presidenta es el que, por cuerda separada, complicaría los planes de Scioli de empezar a mostrarse con chapa de sucesor, y antes de verdadero jefe de campaña de aquí al 27 de octubre. Ya habíamos visto el fastidio, teñido de rencor, que generó la presidenta en gobernadores e intendentes de un peronismo que para colmo empieza a oler sangre y decodifica como ninguno las señales sobre el final del mandato que todo avizoran. Quizá como último tributo, y para no despegarse tan abiertamente de su perfil de eterno subordinado fiel y leal, Scioli lanzó la idea de una reunión de todos los integrantes del Partido Justicialista a nivel nacional, que preside desde la muerte de Néstor Kirchner, de la que debería salir un documento de apoyo a Cristina Fernández y en defensa de su gestión de gobierno frente a los presuntos ataques de sectores corporativos tradicionales. 
 
A los que ella y sus fanáticos en las largas horas de insomnio después del 11 de agosto acusan de querer sacarla de la Casa Rosada mediante un golpe de Estado. Scioli, en un primer chequeo, recibió más rechazos que voluntades. No todos están dispuestos, le dijo un gobernador que hasta hace un tiempo soñaba él también con la sucesión, a repetir lo mismo de siempre: firmar cartas de apoyo o hacer de aplaudidores mientras ella los ningunea y hasta los culpa en privado de la derrota de las PASO en tradicionales bastiones del Frente para la Victoria. Cuando la lectura que hace ese gobernador y otros colegas suyos y poderosos intendentes del conurbano bonaerense es exactamente al revés: perdieron porque la presidenta provoca rechazos allí donde en 2011 "la habían votado hasta los perros", según textual frase de ese caudillo provincial. (...)".
 
 
 
El matutino rionegrino, el más influyente en la Patagonia, eligió como tema precisamente a Scioli, y cómo el gobernador protagonizó el fin de semana mediático con su declaración acerca de Cristina, para desazón del Frente para la Victoria, que ahora no puede atacarlo, con octubre por delante y Scioli como único aliado para sostener a Martín Insaurralde, candidato N°1 a diputado nacional en territorio bonaerense:
 
"Fiel a su estilo, el gobernador bonaerense Daniel Scioli se las ingenió para agitar el mundillo político nacional con una manifestación efusiva de apoyo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que, como a buen seguro comprendía, entrañaba un mensaje que la destinataria hubiera preferido no recibir. (...) 
 
Lo mismo que Carlos Menem al acercarse a su fin los años '90, Cristina procuró mantener viva la ilusión de una re-reelección no sólo porque quería prolongar por muchos años más su estadía en la Casa Rosada sino también porque era consciente de que los políticos suelen ser más leales hacia el poder y "la caja" que hacia una persona determinada y que por lo tanto le sería peligroso que se difundiera prematuramente la convicción de que su gestión terminaría inexorablemente en diciembre del 2015 a más tardar. 
 
En algunos países no es "una gran irresponsabilidad hablar de transición" 28 meses antes de la fecha prevista para el fin de un período presidencial, pero sería comprensible que Scioli realmente creyera que en la Argentina hacerlo podría resultar arriesgado. (...)
 
Scioli parece creer que será de su interés contar con el pleno respaldo de Cristina y sus militantes que, si bien lo consideran un "derechista", cuando no un "neoliberal", tarde o temprano entenderán que es el único político que, además de estar en condiciones de triunfar en las elecciones, podría asegurarles cierto grado de protección contra los decididos a obligar a los denunciados por actos de corrupción a rendir cuentas ante la Justicia. En cambio, Sergio Massa, que tiene mucho en común con Scioli, apuesta a que la mayoría querrá romper con el kirchnerismo, motivo por el que está asumiendo actitudes cada vez más opositoras e incluso ha comenzado a hablar de la necesidad de combatir la corrupción.
 
Mal que les pese a Cristina y sus simpatizantes, en la actualidad los dos peronistas bonaerenses parecen destinados a dominar el escenario político nacional, pero de deteriorarse mucho más el estado de la economía y agravarse los problemas ocasionados por la "sensación" de inseguridad, podrían verse frente a rivales procedentes de otras corrientes. (...)".
 
 
 
Van der Kooy, entre otras cuestiones, analizó el escándalo LAN Argentina: el absurdo intento de la agrupación presidencial (¿juvenil?) La Cámpora de forzar a la empresa que integra el grupo LAN TAM a marcharse del país así le deja el mercado a la deficitaria, desorganizada e ineficiente Aerolíneas Argentinas:
 
"(...) La Cámpora fue protagonista estelar, también, de otro pleito en el que permanece enredada la Presidenta. Por decisión de Aerolíneas Argentinas –del Gobierno– la empresa aérea chilena LAN debería dejar Aeroparque y trasladarse a Ezeiza. Un cambio que haría casi inoperables sus vuelos de cabotaje. LAN se había instalado en la Argentina en 2005 por pedido de Néstor Kirchner para compensar las deficiencias del servicio de Aerolíneas Argentinas. El conflicto reconocería dos planos. Uno técnico-operativo: ¿sería necesario, de verdad, ese traslado?
 
¿Por qué no atender, antes que eso, la disfuncionalidad de las dos grandes estaciones aéreas?
 
¿No sería una excusa, acaso, para facilitar a Aerolíneas el monopolio de las rutas interiores?
 
La otra cuestión reside en la política. ¿Era imprescindible tomar la decisión con tanta drasticidad?
 
¿Era conveniente tensar también con Chile –ya existe con Brasil y Uruguay– el vínculo bilateral?
 
Héctor Timerman terminó orillando el problema en una cumbre vacua en Santiago con su par chileno. Pero Sebastián Piñera, el presidente, padeció con antelación. Primero, cuando Cristina esquivó un diálogo directo con él durante la asunción de Horacio Cartes como nuevo jefe de Estado en Paraguay. También cuando le hizo saber su preocupación al embajador argentino en Chile, Ginés González García. El ex ministro de Salud de Kirchner llamó, a propósito, al titular de Aerolíneas Argentinas.
 
“¿Ahora sos lobbysta de LAN?”, lo destrató Mariano Recalde. Allí concluyó la conversación.
 
Ese conflicto con LAN estalló casi en el mismo instante en que Cristina iniciaba su ronda de diálogo con sindicalistas, banqueros y empresarios afines, similar a otras que tras la derrota del 2009 y durante la campaña reeleccionista quedaron en la nada. La simultaneidad no fue todo: la Presidenta también reclamó a los hombres de negocios confianza para invertir en el país. ¿Cómo encajaría, razonablemente, una cosa con la otra? No hay razonabilidad. Una empresa extranjera de primer nivel resolvió, luego de arduas gestiones en su casa matriz, aumentar la inversión en la Argentina para este año. Esa inversión estaría ligada, sobre todo, a insumos de importación. Pues bien: Guillermo Moreno, el supersecretario, no la autoriza. (...)".
 
 
 
Grimaldi intenta analizar la que ha sido una semana aún más negativa, para Cristina Fernández de Kirchner, que la inmediata posterior a la derrota en las elecciones PASO del 11/08:
 
"(...) el juego de las comparaciones invita a pensar si, diciendo lo que dice y actuando de modo opuesto, Cristina Fernández en verdad no se está boicoteando a sí misma, tras embarcarse en acciones poco realistas que la han llevado de modo inevitable al escenario que le tocó padecer esta última semana, con responsabilidades que ella misma desvió, como de costumbre, hacia la prensa que informa e interpreta las cosas que el poder no quiere que se informen ni se interpreten. Por lo que fuere y hasta por aquello que dice que la mala onda llama a la mala onda, lo cierto es que una espantosa red de problemas de toda índole le cayó por encima a la Presidenta, la envolvió, la paralizó, le puso los nervios de punta y hasta terminó bajándole aún más el precio al pretendido "debate" que impulsó con los empresarios y sindicalistas más amigos en Río Gallegos. Si ésta era su bala de plata, los primeros indicios sugieren que, al menos, la malgastó. 
 
Cuestiones difusas de su parada en las islas Seychelles, varias bofetadas judiciales muy duras de aquí y del exterior, las desafortunadas comparaciones con Australia y con Canadá, la pérdida de reservas, el mayor endeudamiento del Tesoro con el BCRA y el debilitamiento de la autoridad monetaria, el dólar a $ 9,10 y hasta una fuga de presos que obligó a un cambio de funcionarios a contramano de decisiones previas, más el grito desesperado de Miguel Galuccio pidiendo inversiones de empresas como Chevron, mientras en paralelo La Cámpora acorralaba a LAN y generaba un conflicto con Chile, tienen que haber desestabilizado a la Presidenta. 
 
Igualmente, ella ha demostrado más de una vez que es capaz de sobreponerse a cataratas similares de malas nuevas, pero es evidente que cuando el boxeador retrocede y es desbordado por los golpes, sólo atina a colgarse de las cuerdas o a dejarse caer. Quizás así lo vio Daniel Scioli quien pronunció otra frase imperdible: "Este Gobierno tiene que terminar lo mejor posible", un modelo de ambigüedad para ser interpretada para el lado que más convenga. (...)".
 
 
 
Especializada en la información política del mayor distrito electoral del país, Álvarez cuenta cómo se produce el éxodo hacia el Frente Renovador en todos los municipios de la provincia. El diario El Día es propiedad de Raúl Kraiselburd (se brinda el dato para que los K no afirmen que la debilidad del Frente para la Victoria es sólo una imagen de Clarín):
 
"(...) “En los distritos la dirigencia intermedia, desde punteros barriales a concejales, está emigrando al massismo sin avisar ni pedir permiso”, define con elocuencia un referente del peronismo provincial. Esas migraciones mostraron en la Legislatura el impacto institucional que pueden significar para el oficialismo. El pase -con aviso- de dos senadores -Cacho Alvarez y Osvaldo Goicoechea, dos históricos del PJ bonaerense- al Frente Renovador deja al oficialismo sin la mayoría que ostentaba desde hacía años en la Cámara Alta.
 
El pase de esos dirigentes es, también y fundamentalmente, una mala noticia para Daniel Scioli. Alvarez es el máximo referente de “La Juan Domingo”, la agrupación creada para ser la base territorial del proyecto presidencial del Gobernador para el 2015. Y a principios de esta semana le anticipó la movida a Scioli. “Nacimos para sostener tu proyecto, pero también para enfrentar al ultrakirchnerismo, sobre todo para defenderte de sus embestidas en la Legislatura y ahora sos un puntal de ellos”, le dijo el senador, no sin antes reprocharle que, por ser parte del sciolismo, se quedaron sin lugares en las listas y no pudieron participar de estas elecciones. Scioli respondió explicando su postura en que lo hace “en defensa de la gobernabilidad y la institucionalidad”.
 
En este paisaje, los intendentes reclamaron que se bajen las listas municipales de sectores ultra K, como el de Sabbatella, que, ya se vio en las primarias, les restan votos a sus nóminas. “Los jefes comunales no creen que les den bolilla con eso. Es una señal para la Rosada y para Scioli, un mensaje tipo ‘yo avisé’”, dicen quienes los conocen. Son los mismos que advierten que esos referentes “no se quedarán de brazos cruzados, esperando la derrota de octubre”. Hablan de la estrategia propia que meditan los intendentes: repartir la boleta cortada, con la de Massa y la de sus candidatos a concejales.(...)".
 
 
 
Si bien el matutino Los Andes es propiedad del Grupo Cimeco/Clarín, La Rosa es un periodista de análisis profundo que antecede al nacimiento de Cimeco. Su visión de la Década Ganada (?) es muy crítica porque el país que él imagina es bien diferente. Su reflexión sobre la Revolución de Papel que lidera una Presidente de la Nación en caída, es muy interesante:
 
"(...) En nombre de consignas “revolucionarias” como aquella del Che Guevara de crear muchos Vietnam por el mundo, viajó la presidenta a dicho país y comparó a Ho Chi Minh con San Martín, viaje previo a su escala en las islas Seychelles, suponemos que por razones menos guevaristas. Hasta llegar al día de hoy, cuando el cristinismo debió cambiar la consigna de crear muchos Vietnam en el mundo por la de crear muchos Chevron en la Argentina. 
 
Y eso a pesar de que hace apenas unos pocos meses estatizó YPF bajo el método revolucionario de tomar por asalto sus oficinas; copiando al Lenin que ocupó en Rusia el Palacio de Invierno zarista, aunque en su versión argentina lo único que hicieron los cristi-kicillofistas fue echar de sus oficinas a un par de pacíficos directivos de Repsol que estaban almorzando.
 
Todas metáforas de un discurso político grandilocuente que siempre estuvo alejado de la realidad (o que, más bien, jamás tuvo en cuenta la realidad) y que ahora, en su agotamiento por reiteración, remplaza sus consignas épicas de ficticia grandeza por los sueños infinitamente más módicos de prohibir algún diario o asociarse con otras Chevron.
 
Una revolución de papel donde sus actos simbólicamente más significativos consisten, entre otros, en tener la audacia de decir bobo, tonto e ineficaz al primer ministro británico; expulsar de un hangar aeronáutico a los chilenos; considerar “causa nacional” el corte de una ruta a Uruguay; confiscar -con un alicate- un avión a los norteamericanos; firmar un convenio con Irán para joder al imperio; tirar abajo una estatua de Colón; prohibir billetes con la firma de Julio Cobos; poner el nombre de Julio De Vido a una calle y poner el nombre de Néstor Kirchner a casi todas las calles; hacer un asado en la ESMA; comparar una manifestación pacífica del campo con los “comandos civiles” de 1955 y con los “grupos de tareas” de la última dictadura militar; acusar a una periodista de tener las manos manchadas con sangre por el solo hecho de trabajar para un medio que el gobierno odia; decir -literalmente- que “el secuestro de goles” en el fútbol televisado hace acordar al “secuestro de personas” de los años ’70; acusar de golpista o retrógrado a todo quien no piense como el gobierno e indultar a todo golpista o retrógrado que sí piense como el gobierno; sostener que gracias al modelo K hoy la Argentina está mejor que Australia, Canadá y Estados Unidos. Y, en todos los casos, negar que dijeron lo que dijeron y echar la culpa a la prensa. 
 
En fin, una lista interminable de chiquilinadas seudo revolucionarias por los deseos de una élite política de ser y parecer lo que no es. Una revolución de Puerto Madero. Una teatralización de la vida que algunos, los nostálgicos de los ’70 (los menos), ven como una segunda oportunidad que les dio la vida para revivir los sueños de la juventud, eso sí, ahora con enemigos imaginarios, sin peligro alguno o, como máximo, algo similar al riesgo que implica subirse a la montaña rusa o al trencito fantasma. Mientras que otros (los más) ven esta simulación como la mejor forma de ascenso social individual en nombre de ideales colectivos. 
 
La revolución real es una tragedia que suele devorar a sus hijos mientras que la revolución imaginaria es una farsa, aunque también produce daños. Quizá no se devore a nadie pero deviene un monumental obstáculo, un cepo ideológico que ciega a sus cultores y les impide realizar las cosas posibles en nombre de otras, imposibles. (...)".
 
 
 
El kirchnerismo eligió ubicar hace varios varios años a Morales Solá como un adversario. Y éste sobrellevó como pudo el embate. Pero calavera no chilla. Cristina no puede decir ni mu. Y menos cuando la convocatoria a Río Gallegos fue un desastre:
 
"(...) Cristina Kirchner no quiere saber nada con los partidos políticos ni con sus candidatos. Es su regreso a la era predemocrática. Se explica: ¿cómo presionarlos o cómo extorsionarlos a los que ya le han ganado? Prefirió llamar a una parte de los empresarios, extrañamente a los que más cerca de ella estuvieron siempre. Y a los pocos sindicatos amigos que le quedan. A algunos los trató con una dosis de simpatía difícil de creer, sobre todo porque los convocó como adversarios electorales y no como representantes sectoriales. Ellos fueron los que construyeron la derrota del cristinismo. Ellos son los patrones de los candidatos triunfantes. No es una inferencia. Ella lo dijo públicamente.
 
Ahora bien, ¿por qué los llevó a Santa Cruz cuando la sede de ella y la de los empresarios está en la Capital? La maniobra fue especialmente cruel con el empresario Eduardo Eurnekian, que debió asistir a su propia derrota como aspirante a la polémica construcción de dos represas hidroeléctricas. Esa obra fue a parar a manos de Electroingeniería, una empresa que creció a la sombra del kirchnerismo. Ocupa ahora el lugar de Lázaro Báez, demasiado expuesto como representante de la rica burguesía cristinista. La Presidenta aludió también a Eurnekian cuando contó que un empresario le había asegurado que él ganaría esa licitación. Eurnekian está pagando por haber sido el anfitrión en el debut de Sergio Massa ante el empresariado.
 
Pero ¿por qué en Santa Cruz? Fue la escena de los que van a ser torturados y los obligan antes a oír los gritos de los que ya están siendo torturados, contó un empresario que estuvo en la Patagonia. ¿Los gritos eran de ellos para que se enteraran los empresarios que no estuvieron? ¿O eran ellos los que oían los gritos de otras torturas? Silencio. No lo aclaró. La Presidenta escuchó. Es cierto, aunque inmediatamente después explicó, en cada caso, cómo son las verdades definitivas de este mundo. Es decir, se fue como llegó.
 
Y llegó con una obsesión: hablar mal de Massa, sin nombrarlo. Uno de los candidatos, repitió varias veces, para empezar a refutarlo con una bronca infinita. Siempre era Massa. Tiene protección mediática, abundó. ¿Un ejemplo? Lo dio. La caja de seguridad que el prefecto se llevó de su casa estaba llena de plata. Nadie dice nada, y a mí me investigan bóvedas y cajas de seguridad, dijo, amargada. Sus interlocutores se sacaron cualquier duda, si es que tenían alguna. El prefecto en actividad Alcides Díaz Gorgonio robó en la casa de Massa por una orden precisa de sus jefes políticos o profesionales. (...)".
 
 
 
Editor notable (Edgar Mainhard, director de Urgente24, le adeuda casi todo lo que conoce sobre edición), Oña es además un periodista profundo en temas de economia y finanzas. Él fue uno de los primeros que convocaron para La Opinión, de Jacobo Timerman cuando arrancó el matutino, fue acreditado en el Palacio de Hacienda en los turbulentos años '70 ya desembarcado en Clarín. Impacta su mirada sobre el equipo económico de Cristina:
 
"(...) Definitivamente metido en la cocina del Banco Central, Kicillof advirtió que el planteo correcto consistía en acelerar las minidevaluaciones: saltaron del 9% anual que hubo entre enero y julio del año pasado al 18% en el mismo período de 2013. Y van por más.
 
Es una manera de reconocer la inflación verdadera, aunque quizás el efecto sea estimularla. Con atraso, ahora corren detrás del problema y en los hechos dejan patinando el espíritu devaluacionista que el kirchnerismo le atribuye a los candidatos de la oposición.
 
En el frenético intento por recomponer las reservas del Banco Central, Moreno apostó fuerte al Cedin, imaginando que con esa receta también pondría en pie al mercado inmobiliario y a las inversiones en la construcción.
 
Otro fracaso. Los certificados no reanimaron nada y de los 36 millones que se han anotado, la tercera parte fue canjeada por divisas contantes y sonantes: al BCRA le quedaron apenas 24,4 millones.
 
Cuando advirtió que el Cedin venía mal, el secretario de Comercio salió a cazar empresarios para subirlos al tren del Baade, otro bono incluido en el menú del blanqueo. Presionarlos a fondo es, nuevamente, su metodología, pero el objetivo original de reunir como mínimo US$ 4.000 millones ya luce inalcanzable.
 
En algún momento deberá darle explicaciones a la Presidenta, porque nada coincide con los éxitos que le prometió.
 
Tampoco le había ido mejor antes, con un congelamiento de precios sacado de apuro y lleno de grietas. Pasado cierto repliegue, a la salida de los controles la inflación volvió a marchar rumbo al 25% anual o arriba del 25%. ¿Dónde están las brigadas militantes, o fue puro relato?, puede preguntarse cualquiera.
 
Hace tiempo que, en el interior del Gobierno, disparan culpas sobre los desaguisados de Moreno. Bajan desde encumbrados despachos de la Casa Rosada y se desparraman por buena parte del área económica: desde De Vido, Kicillof y el Banco Central hasta la propia AFIP.
 
Todos pretenden que finalmente Moreno pague la factura. Son operaciones subterráneas que enfrentan un problema seguido de un riesgo: el problema es que nadie se atreve a llevarle un planteo a Cristina Kirchner y el riesgo, comerse un reto colosal en el mejor de los casos.
 
Más vale, entonces, mantenerse quieto, guarecido bajo techo, no hacer olas, antes que entrar en zona de peligro. Y esperar a que juegue la Presidenta."
 
 
 
Si a Cristina le fue tan bien en 2011 ¿por qué le va tan mal en 2013? La pregunta es tan importante como la respuesta (de paso, Spezzapria continúa con lo que comenzó Oña, acerca de Moreno):
 
"(...) ¿Qué pasó, entonces, en medio de ambas elecciones? El Gobierno cometió errores políticos y cayó en picada su imagen debido a la reiteración de denuncias de corrupción. La tragedia de Once fue el caso emblemático y el castigo tronó en las urnas: el kirchnerismo fue derrotado en todas y cada una de las localidades que cubre el trayecto del tren Sarmiento, en el oeste del Conurbano. Pero la clave residió en el “piloto automático” en el que se colocó el manejo de la economía.
 
Las acciones de Guillermo Moreno fueron y siguen siendo como parches para un modelo que se resintió en sus variables fundamentales. Los modos del secretario de Comercio le valieron la inquina de los empresarios, a tal punto que la Presidenta optó por no convocarlo a la primera reunión en Santa Cruz, de la que participaron los demás integrantes del Gabinete económico. Moreno es la cara visible de medidas como el cepo cambiario y las trabas al comercio exterior.
 
De todos modos, no es Moreno el principal problema que tiene el Gobierno para encauzar la economía, más allá del carácter simbólico que adquirió la figura del secretario de Comercio por la tendencia argentina a encarnar en una persona la bronca colectiva. La Presidenta tiene ante sí, en rigor, una encrucijada de cuya salida dependerá el curso de los dos últimos años de su mandato. Y será vital un recambio más significativo que se proyecta en su elenco de colaboradores.
 
Esas modificaciones llegarán luego de las elecciones del 27 de octubre, una vez que la Casa Rosada digiera el veredicto de las urnas. A partir de ese momento, a Cristina Kirchner se le bifurcarán dos caminos posibles: el primero podría incluir cambios en el Gabinete para hacerlo más moderado, en sintonía con la línea que expresa el gobernador Daniel Scioli. El segundo, implicaría una retracción definitiva sobre el ala dura del kirchnerismo, que se agrupa en La Cámpora.
 
El primer escenario derivaría en la salida del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el quite de atribuciones a Moreno en favor de funcionarios con más solidez técnica como la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. El segundo encumbraría a un grupo del camporismo integrado por Axel Kicillof, Andrés Larroque, Wado de Pedro y Mariano Recalde. De forma solapada, todo el arco oficialista ya está cruzado por una dura puja entre ambos sectores. (...)".
 
 
 
Tal como dice el periodista Roberto García, los argentinos no tienen ni idea del problema energético por delante. Cavagnaro, sin embargo, sí conoce el problema e intenta detallar el intríngulis cercano:
 
"(...) Es el gran problema de la Argentina y será un condicionante muy grande para las futuras gestiones presidenciales. El déficit se origina en un achicamiento de la oferta y una expansión de la demanda. Lo de la oferta obedece, en la faz eléctrica, a que no creció la oferta al mismo ritmo de la demanda.
 
En materia de gas el problema se originó al congelar las tarifas, que desalentaron la búsqueda de nuevos yacimientos, mientras que en materia de combustibles se dio el mismo proceso que en el gas.
 
El problema con la demanda tiene dos vertientes. Por un lado, la mayor demanda generada por el aumento de la actividad y el crecimiento del empleo, pero por otro lado, el congelamiento de los precios generó una sobre demanda que estimula un uso no racional dado que el costo es irrisorio frente a los precios de los demás bienes.
 
Hoy la Argentina importa energía por unos 15.000 millones de dólares, pero a su vez gasta cerca de 80.000 millones de pesos en subsidios con lo cual el gobierno se creó su propia pinza. Gasta dólares (que no le sobran) en importar energía a precios internacionales pero subsidia el consumo, con lo cual aumenta el gasto público.
 
Recrear la producción no será fácil y por más que aumenten los precios a los costos reales, no se podrá solucionar el déficit de forma simple. Además, las quejas sociales se harán escuchar porque nadie pidió el subsidio, pero nadie querrá que se lo saquen.
 
Hoy, vía YPF reestatizada se está intentando aumentar la producción de petróleo y gas pero es un proceso que llevará varios años en madurar. Seguir importando minará la solvencia en dólares de la Argentina. Energía y dólar oficial son, realmente, dos agujeros negros fabricados por el propio gobierno.(...)".

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