Gritos y susurros en una tarde a puteada limpia

Cristina Fernández de Kirchner visitó Rosario en la tragedia. Ella debía ir, pero no esperaba un enojo mayor que aquella vez que visitó de pronto La Plata inundada. 'El Bigote' Acosta, periodista de la ciudad de luto, aplicó su relato intenso para reflexionar sobre lo que sucedió.


por RAÚL ACOSTA
 
ROSARIO (Especial para Urgente24). Cuando a las 9:30 del miércoles 6 de agosto explotaban las cañerías de gas de un edificio de tres cuerpos en el centro de Rosario, nadie se imaginaba que cambiaría la ciudad, la provincia y el país. Más aún: que serviría para visualizar lo que ya estaba, las nuevas formas de la sociedad.
 
Al diablo con las recordaciones clásicas de comienzo de agosto. Marilyn y el teléfono desconectado. El fin de la modernidad (¿conoce usted Hiroshima?). Los aniversarios de Perú y Bolivia y el nacimiento de mi vieja; todos al toque. Nada de eso sobrevivió a la mañana del miércoles. Nada.
 
Un gasista matriculado, una empresa de gas que se hace la distraída, la parsimonia de una ciudad que no pensaba en eso ni por asomo, las elecciones a pocos días con una provincia inclinada a defender el "modelo SantaFe " y un país jugado a cualquier otra cosa. Todo se fue tras las llamas y el derrumbe.
 
Una válvula que no se cerró. La planta baja el recibidor de un edificio de 30 años de antigūedad recibiendo gas a presión por 20 minutos, un silbido horrendo, un living comun convertido en una super garrafa precaria, una chispa que conmueve hasta los cimientos y un edificio que se desploma. Los colegas,periodistas,poco avisados,no entendían. El edificio no estaba, los dos cuerpos laterales con las costillas al aire. Muertes sin razón.  Todos socorriendo, todos cerca, la calle Salta al 2100 está cerca del centro bancario y las peatonales, a metros del mejor Boulevard de la ciudad (Oroño) y cerca del río y más cerca de la locura.
 
Tras el estallido, los reflejos. Cuando fue al lugar la señora intendente, Mónica Fein, la insultaron.Clarísimas puteadas. Debía ir y fue. Ganó futuro. Cuando este jueves a las 14:25 la señora Presidente apareció, los insultos fueron mayores. Volaron botellas, rompieron un auto, se enojaron mucho. La Fein fue sola y es la dueña de casa. Cuando apareció el gobernador Antonio Bonfatti no había broncas locas. Sólo dolor.
 
La señora Cristina no pudo preparar el escenario. Debía venir y vino. Debía venir y está bien. Lo pedíamos todos. Ella vio cómo es la vida sin servidumbre de palacio y aplausos comprados. A puteada limpia. No lo aguantó. Se fue. Fotos en los hospitales  con sobrevivientes desolados. Mas tranquilo y más  mediático. Ojala no se aproveche. Es tan vengativa... No sería  decente que juegue con la desolación ajena.
 
Esa es la palabra. Desolación.  Casi un millón de habitantes, dos palitos gente con el Gran Rosario. Las cuatro rutas troncales, a Córdoba. A Santa Fe. A Buenos Aires. A Victoria, Entre Ríos. Todo  detenido, suspendido en el aire y la pregunta marxista: qué hacer. De nada se habla hoy, 7 de agosto. De nada se halla que no refiera a la tragedia. San Cayetano se fue. Los Martín Fierro se fueron y las P.A.S.O. se están yendo por la alcantarilla. El focus grup de apuro dice que el 60 por ciento iría a votar. Poquísimos.
 
En la tarde de la tragedia el FPCyS decidió suspender actos de cierrre, viajes, campaña. Todo. El FpV, más dependiente, no tenía órdenes claras. Si no ordena Cristina...
 
En la primera visita del Ejecutivo nacional, Agustín  Rossi y el Berni malo (¿qué duda cabe que Antonio es el Berni bueno?) en la tarde del martes recibieron los insultos que impidieron el paseo, y las "espontáneas" notas de prensa. Adíeu Mon ami. Se fueron chiflando bajito. Mal y muy mal.
 
Todos necesitamos un abrazo cuando estamos flojos y compungidos. Algo sucede en el cuerpo social que impide que aceptemos el pésame.
 
Sembraron  vientos, diría mi vieja. La preocupada pregunta es ésta: ¿el país entero recogerá tempestades?
 
Una palabra, resabio del lenguaje ortopédico de los años duros impidió el clásico "personas buscadas", y repuso el tema doloroso: desaparecidos. Un edificio entero al suelo y 20 muertos es estadísticamente una desgracia con mucha suerte. No sirve. Una muerte son todas las muertes.
 
Chico Buarque escribe que su pueblo anda "hablando bajito" y le pide al milico de turno: "usted que inventó la tristeza tenga la gentileza de  desinventar". Estamos lejos de aquellos militares que asesinaban casi todo, menos la esperanza. Estamos lejos. Aceptemos la realidad. Estamos lejos del abrazo sincero y el acompañamiento. Si CFK entendiese que no es con gritos y susurros, gritos suyos y susurros de los demás...
 
No hay otra persona, otra entidad a quien cargarle la mochila. En Rosario no pudo la Presidente dar un pésame sincero. Su soberbia y su modo le impidieron caminar entre la gente. Es muco más que una señal de su década, es el residuo que nos quedará. Lamentable, lamentable mente.

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