El "voto bronca" puede más que Insaurralde & Cristina

Burdas las maniobras del Frente para la Victoria para instalar que Martín Insaurralde había escalado los 35 puntos porcentuales. Los militantes confunden la euforia de Cristina Fernández (que tiene que ver con temas personales que no pasan por la política) con el arribo de encuestas positivas, y entonces fabulan. Insaurralde tiene el caudal electoral que le cedió la Presidente de la Nación y que se cruza con el de Daniel Scioli. Por lo demás, las lecturas dominicales no aportan novedades para los lectores de Urgente24, aunque hay algunos conceptos hay que recordar:


"El respetado encuestador Hugo Haime, que trabajó constantemente en la provincia de Buenos Aires, entregó el viernes su última medición. La ventaja de Massa está cerca de los ocho puntos. Massa tiene un 35,7% de intención de voto contra un 28 de Insaurralde. Massa habría sumado dos puntos más en los últimos días. El resultado se conoció al final de una semana en la que se instaló la versión de que los dos candidatos estaban virtualmente empatados. En la encuesta de Haime sobresale una conclusión reveladora: Insaurralde (es decir, Cristina) le gana a Massa sólo en los lugares más pobres de la amplia geografía bonaerense y entre los sectores sociales también más pobres. Ni la Presidenta ni su candidato lograron cautivar allí a la clase media. El mapa de la medición describe, con números fríos y elocuentes, una clara división social entre dos candidatos que adscriben a un mismo partido, el peronismo."
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El empate técnico es lo que mejor le resulta pronosticar al mundo K acerca de Martín Insaurralde. Hay algunos kamikazes que intentan informar sobre una ventaja de parte de Insaurralde pero se disipan apenas se les recuerda que el periodista sabe que están a sueldo del Frente para la Victoria. Entonces, huyen despavoridos.
 
Luego, la 'operación Daniel Scioli', dispuesto a lograr que gane Sergio Massa pero por poco, y entonces no obtenga la victoria política sino solamente la electoral, suficiente para que el gobernador bonaerense siga en carrera como heredero de Frente para la Victoria.
 
Por lo demás, algunos recortes interesantes:
 
 
"(...) -¿No es una campaña basada en el pasado?
 
-El Frente para la Victoria gobierna y se hace cargo de los 10 años de historia. Hace muchísimos años que los políticos le hablan a la gente y después no cumplen nada. Como dice la Presidenta, nada es eterno si no se lo cuida.
 
-¿No se está estancando en propuestas el Gobierno?
 
-No, queremos que la clase media siga progresando, que los trabajadores sigan defendiendo su salario de la inflación. Generamos una Argentina de consumo donde hay distintos grupos que quieren ganar más. Para eso hay que tener un Estado fuerte. Todos están de acuerdo con la Asignación por Hijo, el programa Conectar Igualdad, la movilidad jubilatoria, pero después era el Frente para la Victoria el que levantaba la mano en soledad.
 
-Pero la inflación sigue siendo un problema.
 
-Por supuesto, pero nosotros creamos condiciones para cuidar el salario, como las paritarias. Tomá cualquier índice inflacionario, de las consultoras privadas o la oposición, y fijate que siempre las subas salariales y las jubilaciones son superiores.
 
-¿Entonces, para usted la inflación es del 24 por ciento?
 
-Yo no te voy a discutir un número porque no soy un técnico. Yo sé que la Argentina se está ocupando de los problemas estructurales y este gobierno se hace cargo.
 
-Massa dijo que una de sus primeras medidas sería echar a Guillermo Moreno. ¿Qué opina del secretario de Comercio?
 
-No opino sobre una persona en particular. Este gobierno defiende la industria nacional. Se habla de las formas, pero acá hay que luchar contra muchos intereses, en aduanas, organismos internacionales...
 
-¿Ayuda a su campaña que Moreno le diga boludo a Massa?
 
-Lo que ayuda es que estén todos comprometidos para resolver los problemas que le quedan a la Argentina. A mí me ayuda que propongamos ideas. (...)".
 
 
 
"(...) Las alarmas se han encendido en algunos despachos del gobierno porque ese clima de fin de ciclo o la caída estrepitosa del relato ocurren a una semana de las elecciones primarias, cada vez más consideradas por analistas y consultores como una gran foto de lo que después ocurrirá en las legislativas del 27 de octubre. El entusiasmo por el achicamiento de las importantes diferencias iniciales en materia de intención de voto entre Massa y su colega de Lomas de Zamora no alcanza para esconder esas preocupaciones. En especial porque hasta trabajos propios de los laboratorios del kirchnerismo alertaron en los últimos días sobre los riesgos de lo que han dado en llamar "el factor anti K". Es decir, la existencia de un voto bronca contra el gobierno, potenciado por aquel rosario de malas muestras, que la ciudadanía se vería tentada de ejercer en unas elecciones en las que finalmente no se juega nada. No define nada hacia el futuro, como sí lo harán las elecciones para senadores y diputados, como no sea unas poquísimas y verdaderas internas, como la que por caso dirimirán los integrantes del espacio de centroizquierda UNEN, en la Capital Federal.
 
Hay un problema agregado que las encuestadoras no han podido resolver en sus recientes mediciones. Es la porción del votante bonaerense, que se ubica según la consultora en una franja de entre cinco y diez puntos, que no ha podido identificar si el intendente de Tigre es oficialista o es opositor. Y otro diez a quince por ciento, especialmente en el interior de la provincia de Buenos Aires, que no sabe o no contesta cuando se le pregunta quién es Martín Insaurralde. Y un tercer factor no menos importante: en casi todos los sondeos el nivel de indecisos, de aquellos que esperan hasta último momento para decidir su voto, llega en algunos casos al 16/17 por ciento, con pisos de 10/12 por ciento.
 
La Presidenta y su espacio podrían sufrir más de la cuenta todos aquellos sinsabores de fin de ciclo, pero mucho más todavía la desafortunada foto con Francisco. No pocos analistas y observadores reflotaron con perspicacia aquel cajón quemado en el Obelisco por Herminio Iglesias en el Obelisco durante la campaña electoral de 1983, que marcó la derrota del peronismo que encarnaba Italo Luder y el triunfo del radicalismo de la mano de Raúl Alfonsín. Del mismo modo que es necesario hacerlo con otro dato de la realidad: la debilidad política de Cristina Fernández debe haber hecho mella en su propia comarca, para tener que ir a colgarse de la sota del jefe de la Iglesia con tal de aportarle algunos votos más a su candidato en la provincia. Un gesto de debilidad que siguió a otro, como fue el de mandar a Insaurralde a colgarse del saco de Scioli, porque debió reconocer que el gobernador le saca varios cuerpos de ventaja en imagen positiva a nivel local y en el resto del país. (...)".
 
 
 
"(...) En la provincia de Buenos Aires, que es donde se libran todas las grandes batallas electorales, Sergio Massa lidera claramente la intención de voto, según los principales encuestadores nacionales. Cristina ha convertido la campaña bonaerense en una definitiva opción: Massa o yo, parece decir. Es un error, porque una probable derrota de su candidato, Martín Insaurralde, sería, sobre todo, una derrota presidencial. Un eventual fracaso en un tiempo inoportuno: a Cristina le quedan dos años de gobierno sin posibilidad de reelección. Pero la Presidenta es así: su largo plazo se agota en el próximo fin de semana.
 
El respetado encuestador Hugo Haime, que trabajó constantemente en la provincia de Buenos Aires, entregó el viernes su última medición. La ventaja de Massa está cerca de los ocho puntos. Massa tiene un 35,7% de intención de voto contra un 28 de Insaurralde. Massa habría sumado dos puntos más en los últimos días. El resultado se conoció al final de una semana en la que se instaló la versión de que los dos candidatos estaban virtualmente empatados. En la encuesta de Haime sobresale una conclusión reveladora: Insaurralde (es decir, Cristina) le gana a Massa sólo en los lugares más pobres de la amplia geografía bonaerense y entre los sectores sociales también más pobres. Ni la Presidenta ni su candidato lograron cautivar allí a la clase media. El mapa de la medición describe, con números fríos y elocuentes, una clara división social entre dos candidatos que adscriben a un mismo partido, el peronismo.
 
La desgracia electoral del cristinismo se abatiría también en Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Santa Cruz, el corazón del feudo kirchnerista, donde podría resultar tercero. La Presidenta no sólo se peleó con el gobernador de Santa Cruz; también le entregó a su hijo Máximo la lapicera para escribir la lista de los candidatos. El heredero eligió sólo a sus amigos más fieles de La Cámpora santacruceña. Así les va.(...)".
 
 
 
"Los números fueron contundentes. En 2011 el kirchnerismo obtuvo en la provincia de Buenos Aires 1.985.220 votos más que en 2009. El aumento fue de más del 77 por ciento; pasó del 32.18 al 57.10 por ciento. Estas son cifras en la categoría diputados nacionales, pero hay que subrayar que en 2011 se votaba para presidente de la Nación y que hacía apenas un año que había fallecido Néstor Kirchner, dejando viuda a la Presidenta. Si ese peronismo victorioso de 2011 amasó en 2011 casi 4.6 millones de votos, cuando Sergio Massa estaba encuadrado en un oficialismo total, ¿qué podría suceder dentro de siete días en la “república” de Buenos Aires, una provincia con magnitud e influencia de país?
 
Es cierto que si se suman en 2009 los votos del sabatellismo, que al ir por su cuenta le birló la victoria a Néstor Kirchner, la diferencia se “reduce” a 1.758.259 votos más que los de 2011. Así y todo, en 2009, el kirchnerismo sumaba 37.71 por ciento de los votos, ¡veinte puntos menos que los logrados en 2011, ya en pleno duelo por la muerte del ex presidente! De esos veinte puntos que volvieron, ¿cuántos podrían irse ahora? Ésa es la ecuación que dibuja el desafío de Sergio Massa y Francisco de Narváez, cuya formación recaudó en 2011, aliado con los radicales, el 11.54 por ciento, después de haber triunfado en 2009 con el 34.68 por ciento. Cifras muy volátiles, como se ve, pero que no permiten ignorar el espesor del voto peronista en la provincia. Pero, ¿ese voto peronista es inoxidable, perenne e irreductible? A menudo pareciera que sí, pero se requiere mucha prudencia en los vaticinios.(...)".
 
 
 
"(...) --Usted dijo que se fue del kirchnerismo con la idea de no volver. Y ha dicho también que no se lanzó a cruzar el océano para volverse a mitad de camino sino para llegar a la otra costa. Es una linda metáfora. ¿Pero es también un compromiso?
 
   
--Absolutamente. Me fui con la idea de armar un espacio político nuevo, de construir el futuro y de dejar de mirar hacia el pasado. Ese es el gran desafío de este tiempo, el de darle a la gente la posibilidad de transformar su miedo a la inseguridad, su bronca porque no consigue trabajo y su enojo por los impuestos por la esperanza.
      
--En el gobierno hay quienes dicen que la presidente buscaría un acercamiento con usted después de octubre. ¿Qué opina? 
     
--Esta campaña ha tenido claramente un espacio distinto dado por nosotros, que proponemos endurecer las penas contra los violadores y los narcotraficantes, limitar las excarcelaciones para que los delincuentes no entren por una puerta y salgan por la otra, y que propuso las policías municipales, la rebaja del impuesto a las ganancias para los jubilados y para los trabajadores, también para las pymes, y la ley de Empleo Joven. 
      
--Concretamente, ¿y si la presidenta procurase un reacercamiento después de las elecciones?
     
--A mí no me importa la opinión de los dirigentes, lo que se diga que harán o que están planeando, me importa la opinión de la gente. Nosotros tenemos que dejar de andar discutiendo entre los dirigentes cuestiones de lugar o de cartel, y preocuparnos en resolver los problemas que tiene la gente todos los días.
     
--Pero no me termina de responder.
     
--¡Lo acabo de hacer! No puedo andar preocupándome por lo que dicen los dirigentes o por lo que especulan algunos sino, únicamente, en resolverle los problemas a la gente.
     
(...) --Si usted gana las elecciones de octubre, ¿reclamará la presidencia de la Cámara Baja?
    
--Eso tiene que ser paso a paso. Me parece que primero, antes de pensar en las elecciones de octubre, tenemos que pensar en las del próximo domingo y en que todos los bonaerenses vayan a votar y le den legitimidad a este espacio que representamos, un espacio nuevo que tiene que ser el primer paso para construir el futuro.
 
(...) --Hay una constante en las encuestas que dice que su propuesta es fuerte en el interior de la provincia pero que Insaurralde crece en el Conurbano. ¿Observa ese panorama?
     
--Apelamos a que el interior bonaerense se haga sentir en el acompañamiento a nuestra propuesta, pero también estamos muy tranquilos de que el Conurbano se hará sentir en las urnas a nuestro favor. Y eso que encaramos una pelea desigual. Somos David contra Goliat, porque finalmente somos 20 intendentes desafiando a todo el poder de la provincia y a todo el poder nacional. Es una pelea desigual y sabemos que somos los más débiles, pero el haber elegido como ejes de campaña propuestas para resolver los problemas de la gente nos ha permitido ser el centro de la escena política. Todos hablan de nosotros, pero nadie habla de sus propias propuestas.
     
--¿Por qué ocurre eso?
     
--Han querido instalar esta idea de que planteamos la lucha contra la inseguridad porque somos de derecha. Y la inseguridad no tiene ideologías. La sufre el laburante, el tipo de clase media, el comerciante, el jubilado, todos. La inseguridad no es de derecha ni de izquierda, es un flagelo que tenemos que combatir. Nosotros nos estamos ocupando y haciendo cargo, mientras los demás nos chicanean.
    
(...) --¿Qué la parece la foto de Cristina con Insaurralde y el Papa para los afiches de campaña?
     
--Cada uno hace campaña como puede. Nosotros, repito, la hacemos con propuestas."
 
 
 
"(...) El gobernador de Buenos Aires está cumpliendo un papel que no cumplió nunca. Se ha hecho talibán K tardío y sobrelleva junto a la Presidenta el peso de la campaña.
 
Ha dejado de lado sutilezas y diferenciaciones. No vaciló en abrazarse con aquellos mandatarios que hace poco, antes del lanzamiento de Sergio Massa, lo consideraban una peste. A tal punto que fue el único marginado de una reunión similar realizada en Entre Ríos.
 
Sucede que el desafío lanzado por el intendente de Tigre dejó a Scioli sin margen para otra acción.
 
O se montaba en el Frente Renovador –cuestión que consideró hasta último momento– o quedaba sin remedio en las comarcas oficiales. En ese espacio de campaña no se conocen las concesiones: por ese motivo se abrazó al credo cristinista.
 
El gobernador sueña todavía con la sucesión. Supone que el ciclo de Cristina, más allá de los resultados, estaría concluido.
 
“Será una fuente de consulta indispensable”, se atrevió a presagiar sobre la Presidenta imaginando el tiempo posterior al 2015. Pero supone, además, que una irrupción estruendosa de Massa en el principal distrito electoral podría alejarlo de aquel viejo sueño. Transó, entonces, con la estructura peronista que aún dice rendirle fidelidad al Gobierno.
 
Scioli está obligado a hacer cálculos de equilibrista. Le convendría una paridad electoral en Buenos Aires que neutralice, en parte, el plan presidencial de Massa. También las infulas cristinistas, latentes si Insaurralde se alza con la victoria. Ese juego insume costos: la imagen del gobernador habría caído 5 puntos; también se habría diluido el perfil de supuesta autonomía labrado por años. Igual, su bagaje alcanza para sostener al candidato de Lomas de Zamora.
 
Frente a esa realidad, las incertidumbres aumentan. ¿Qué pasaría con Scioli si el cristinismo pierde, al final, Buenos Aires? ¿Sería reconocida y premiada, de todas formas, su entrega? ¿Qué sucedería con aquella estructura peronista que la semana pasada lo indultó? ¿Continuaría respaldando su sucesión presidencial o se cobijaría al calor de Massa?
 
En el tramo final de la campaña, el intendente de Tigre parece haber quedado como el verdadero contendor político del cristinismo.

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