¿Y quién puede afirmar que lo peor ya pasó?

Probablemente porque se trata de prometer para el futuro la bonanza que falta en el presente. O, de lo contrario, solamente es el voluntarismo habitual en el Frente para la Victoria. Lo cierto es que hay economistas afirmando que lo peor ya pasó y que lo viene es un venturoso 2013 que facilitará el resultado electoral para que Cristina Fernández permanezca, eventualmente para siempre. Sin embargo, las audaces afirmaciones tienen algunos problemas importantes cuando se las confronta con la realidad. Muy bueno el análisis del estudio Massot & Monteverde:



• Una caja de dólares menos estresada no significaría un levantamiento de las trabas cambiarias y al flujo de capitales.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (InC.). La economía local sufrió durante el primer semestre el más grave resbalón desde el primer round (2007-2009) de la crisis internacional.
 
• Se contrajo la actividad, se derrumbó la inversión, el empleo comenzó a dar señales de fatiga, por primera vez en muchos años cayeron nuestras exportaciones, se disparó la brecha cambiaria, se registraron las primeras caídas en términos reales de la recaudación tributaria, y la inflación volvió a aventajar a
las subas salariales.
 
• Este proceso de deterioro fue fundamentalmente de origen endógeno.
 
> La corrida cambiaria de septiembre-octubre del año pasado, el déficit fiscal y la reducción del volumen de comercio exterior obedecieron a factores tales como el atraso cambiario, el gasto estatal, la emisión monetaria y la crisis del sector energético, todos ellos internos.
 
> Las medidas oficiales no hicieron otra cosa que agravar la situación al intervenir el mercado cambiario, reformar la ley orgánica del BCRA, intervenir el mercado petrolero, y controlar la importación.
 
• Accesoriamente, contribuyeron 2 elementos exógenos: la sequía que afectó seriamente nuestra cosecha gruesa y el estancamiento de Brasil.
 
• A contramano de algunas versiones sobre una supuesta recuperación de la actividad en el 2do. semestre, descartamos tal posibilidad.
 
• En todo caso, antes que un rebote podría verse una desaceleración de la caída de algunos sectores.
 
• Nuestra expectativa, en este sentido, queda circunscripta fundamentalmente al ramo automotriz, con un modesto impacto de las mayores ventas en Brasil, con algún derrame a la metalmecánica.
 
• Por otro lado, el cepo cambiario y el crudo clima anti–propiedad privada seguirán castigando la inversión y la actividad de sectores claves como el inmobiliario.
 
> La caja de dólares estará sometida a una severa presión en los próximos meses y el cepo cambiario —pese a que algunos funcionarios son concientes de la necesidad de aflojar las asfixiantes restricciones— seguirá trabando la actividad.
 
> De la mano de una inflación en paulatino ascenso —seguramente se ubicará por encima de 30% anual en diciembre— y un ritmo de devaluación limitado por la tasa de interés, el atraso cambiario también tiende a agravarse, lo que continuará desbalanceando el flujo de divisas.
 
> A eso se sumará la estacionalidad, con una menor liquidación de los exportadores.
 
> Estas tensiones crecientes hacen pensar que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el marginal seguirá ampliándose en el último trimestre.
 
• La situación fiscal también continuará su deterioro.
 
> La brecha entre gasto corriente e ingresos corrientes sigue en ascenso.
 
> Las retenciones a la exportación, que en junio compensaron el descalabro de los principales tributos, aflojarán su contribución en el último cuatrimestre.
 
> Las necesidades de financiamiento podrían superar con comodidad los $ 70.000 millones.
 
> En estas circunstancias, el BCRA acelerará el ya vertiginoso ritmo de emisión —podría superar los $ 80000 millones en el 2do. semestre— y el nuevo límite de financiamiento al Tesoro podría resultar sobrepasado sobre fin de año.
 
• Las declaraciones de algunos economistas han dejado flotando la idea de que la economía local entrará el próximo año en una fase de recuperación.
 
• En el actual marco de tensiones, tanto políticas como económicas, formular previsiones concluyentes sobre el desempeño económico en 2013 es muy arriesgado.
 
• Habida cuenta de que se tratará de un año crucial, en que se jugará la posibilidad de reformar la Constitución y lograr la reelección indefinida, asumimos que —sin importar el costo en términos de inflación que pueda acarrear— el gobierno seguirá estimulando a toda marcha el consumo.
 
• La saturación de la capacidad de producción, la debilitada demanda de dinero y la sobreoferta monetaria podrían volcar a precios —antes que a cantidades— el estímulo al consumo.
 
• Una primera aproximación al año próximo requiere revisar el marco externo.
 
• Afirmar —como ha hecho la Presidente— que el mundo se nos cae encima es una alevosa falta a la verdad.
 
• El viento de cola no sólo ha continuado soplando a nuestro favor sino que ha incrementado su fuerza: el precio de nuestro principal producto de exportación —la soja— ha alcanzado récords históricos.
 
• Pero esos precios no tienen sustento en los fundamentals de la economía global sino que obedecen exclusivamente a una seria restricción de la oferta por factores climáticos.
 
• El escenario global mantiene una proyección de desaceleración, con serias preocupaciones por la sustentabilidad fiscal de la economía estadounidense, el efecto inicialmente depresivo del ajuste europeo y la desaceleración algo brusca de China.
 
> El Baltic Dry Index se encuentra en los niveles más bajos de los últimos 12 meses, anticipando una baja de la actividad mundial en los próximos meses.
 
> La debilidad de la economía estadounidense podría jugar a nuestro favor el próximo año, pues llevaría a que la Fed lance finalmente un nuevo QE (relajamiento cuantitativo).
 
> Un nuevo QE debilitaría el dólar y paralelamente impulsaría al alza a los commoditties.
 
> El enfriamiento de China podría derivar en un recorte de sus compras de soja sólo en el caso de que sea muy brusco.
 
> En el caso de Brasil, que es un exportador de una amplia variedad de commoditties tanto alimenticios como industriales, el impacto de una desaceleración asiática fuerte podría ser severo; y esto redundaría en una contracción de su comercio externo y de las compras de productos argentinos en particular.
 
• 2 son los elementos exógenos que podrían jugar a nuestro favor en 2013: el clima y el
repunte de las ventas automotrices en Brasil.
 
• Se espera una temporada con más lluvias, lo que redundaría en una cosecha mucho más grande.
 
• Por su parte, el gobierno brasileño ha dinamizado con éxito las alicaídas ventas de autos; adicionalmente espera que la baja en las tasas de interés impulse una recuperación del nivel de actividad en 2013.
 
• Debe destacarse que, sólo bajo los supuestos más optimistas, el efecto combinado de estos factores podría resultar suficiente para compensar los negativos factores endógenos.
 
• Para que su impacto se haga notar es menester encarrilar algunos problemas que corren el riesgo de descontrolarse, como el atraso cambiario, el derrumbe de la inversión, el colapso de las transacciones inmobiliarias, las restricciones energéticas, y las urgencias financieras en el interior.
 
• Veamos primero qué se puede esperar en relación a los precios de la próxima cosecha.
 
• Cabe recordar que la debilidad de la economía global no da respaldo a los presentes valores de los commoditties agropecuarios, que obedecen exclusivamente a la caída de los stocks por las menores cosechas.
 
> Los astronómicos precios actuales son resultado de una sequía sin precedentes que ha desvastado la cosecha estadounidense, luego de que la sudamericana sufriera una caída de volumen por el mismo fenómeno, aunque con menor gravedad.
 
> Será clave seguir la conducta compradora de China frente a un aterrizaje que ya se muestra más áspero de lo que muchos preveían.
 
• Si bien hay buenas posibilidades de que de que los precios de la soja y el maíz se sostengan elevados por la necesidad de recomponer stocks, difícilmente éstos sean en 2013 tan altos como ahora en el caso de que un clima benigno en el Hemisferio Sur proveyese rindes importantes.
 
> Es decir, si los volúmenes suben, los precios aflojan.
 
> En el caso de la soja, y si nos atenemos a lo que indican los mercados de futuro, los precios a los que se liquidaría la cosecha argentina se encontrarán al menos US$ 90 por debajo de los valores actuales.
 
• Es oportuno señalar que los altos precios del maíz debieran tener un impacto alcista —dependerá de las medidas que tome gobierno respecto a las exportaciones de ese grano— en los precios al consumidor locales.
 
• En cuanto al volumen de la cosecha, las expectativas son francamente favorables.
 
• Se espera que el clima en esta próxima temporada sea propicio para muy buenos rindes, particularmente en soja, de la mano de un nuevo Niño.
 
• También se prevé una leve ampliación del área sembrada.
 
• La cosecha sojera podría ser hasta 20% mayor, esto es algo menos de 15 millones de toneladas por encima de la de este año.
 
• El ingreso final de divisas procedentes de la exportación agrícola dependerá de la combinación de volúmenes, precios y niveles de stock que los productores retengan en silobolsas.
 
En este marco, se podría esperar un ingreso adicional de hasta US$ 6.000 millones.
 
• En cuanto al factor Brasil, el impacto sería relativamente marginal y circunscripto al ramo automotriz.
 
• Nuestra impresión es que, si ambos factores exógenos jugaran a favor y no se registrara un empeoramiento importante del marco interno, el año próximo podría arrojar un crecimiento del PBI de 0,5%.
 
• Obviamente, esto no alcanzaría a revitalizar el empleo ni recomponer la situación fiscal, pues el efecto en la recaudación sería apenas marginal; por el contrario, la concurrencia de ambos factores facilitaría el ascenso a bandas superiores de inflación.
 
• Sumando el aumento de la cosecha a una esperada recuperación de ventas automotrices a Brasil, las exportaciones podrían aumentar 10% el año próximo.
 
> Pero también hay elementos que arrojan señales de alarma para el año próximo y que podrían limitar seriamente otras ventas al exterior.
 
> El progresivo atraso cambiario ya se está volviendo insostenible para muchos rubros exportadores; como se puede apreciar en nuestro análisis del sector externo, las mayores ventas de productos primarios durante los primeros 7 meses del año fueron enmarcadas por sendas caídas en las
exportaciones de manufacturas, tanto industriales como agropecuarias.
 
• Hay otra cuestión crucial que aun no examinamos y que podría ser beneficiada por una mejor cosecha y una recuperación —seguramente, parcial— de las exportaciones automotrices a Brasil: la caja de dólares.
 
• En términos políticos, esa cuestión es mucho más crítica que el eventual impacto en la actividad económica.
 
• Desde nuestro anticipo a fines del primer trimestre del año pasado, todas las decisiones del gobierno han estado orientadas o condicionadas por un estructural y angustiante deterioro del flujo de divisas.
 
• La pregunta es, entonces, si el ingreso de divisas originado por la conjunción de ambos factores exógenos podría significar un alivio sustantivo para el crispado frente cambiario.
 
• En el caso de máxima, con un ingreso extra en torno a US$ 6.000 millones, la respuesta es positiva.
 
> Permitiría hacer frente a 2/3 partes de los vencimientos en moneda extranjera del año próximo.
 
> A esto podría sumarse una agenda bastante aligerada de vencimientos de deuda si el gobierno decidiese aproximar sus estadísticas al real desempeño del PBI, con lo que dejaría de pagar el cupón del PBI correspondiente a 2012.
 
• Una descompresión del problema cambiario permitiría postergar medidas cada vez más traumáticas, evitando un daño irreparable en términos electorales.
 
> De todas formas, debe quedar claro que esa mejora en el frente cambiario no significaría nunca una modificación estructural del balance de pagos.
 
> Se trataría tan sólo de un alivio transitorio de las tensiones cambiarias, pero que podría resultar decisivo políticamente si el gobierno lograse mantener consigo una masa mínima de apoyo como para incrementar su dominio en el Congreso y así marchar a una reforma de nuestra Carta
Magna.
 
> El campo podría constituir, así, el la llave que permitiría al kirchnerismo reformar la Constitución y mantenerse en el poder más allá de 2015.
 
> Si alguna vez se dijo que los capitalistas venderían la soga con la cual se los iba a colgar, tenemos aquí que la soja podría desempeñar el papel de la soga: en pocas semanas, los productores estarían labrando los campos para cultivarlos con la semilla de su propia desgracia (salvo que
asumamos que no hay razones para preocuparse por la modificación de los artículos correspondientes a los derechos y garantías civiles y se hagan oídos sordos al proyecto kirchnerista de ley de Tierras).
 
• Una caja de dólares menos estresada no significaría un levantamiento de las trabas cambiarias y al flujo de capitales.
 
• Los controles, trabas y prohibiciones cambiarias han llegado para quedarse y profundizarse, pues el problema estructural perdurará.
 
• Esto no descarta, por supuesto, puntuales y transitorias flexibilizaciones orientadas a evitar el colapso de ciertas actividades.
 
• Nótese que el alivio resultante no disminuiría el presente nivel de atraso cambiario (por el contrario, más bien lo elevaría). Eso implica que seguiría evaporándose la competitividad de la mayoría de los ramos industriales; el llamado “mal holandés” adquiriría una gravedad inédita.
 
• Por su parte, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el marginal tendrá más razones para crecer que para reducirse: las trabas para acceder a las divisas continuarán o serán más rigurosas mientras que el atraso cambiario se potenciará.
 
• El gobierno podría aprovechar el viento de cola para finalmente disponer la implantación de un régimen de tipos múltiples (con un tipo comercial, y otro financiero o turista, e incluso la posibilidad de agregar un tipo especial para productos primarios).

Comentarios

Entradas populares