¿Qué pasa Cristina, estás nerviosha?


El segundo día de labor oficial en su estadía en USA no fue silencioso para la Presidente argentina. Desacostumbrada a toparse en público con preguntas que la enfrenten con la realidad, Cristina Fernández se mostró desencajada frente a cuestionamientos a su recitado, llamado libreto. Los pormenores de una tarde desapacible.




por JORGE HÉCTOR SANTOS
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CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Después de mucho tiempo, ya uno perdió la cuenta de cuánto, la presidente de la Argentina contestó preguntas NO a periodistas, sino a estudiantes universitarios estadounidenses.
El ámbito de semejante suceso  –Cristina no debe haber brindado más de 5 conferencias de prensa en 5 años de gobierno vs. por ejemplo, el Presidente de USA, que brindó alrededor de 400 diálogos directos con periodistas en 4 años- fue nada menos que la Universidad de Georgetown.
Georgetown University es una casa de altos estudios católica, de la orden de los jesuitas, ubicada en Washington D. C.
Ese templo de la enseñanza es uno de los más prestigiosos del país del norte y de ella egresaron, entre otros, Bill Clinton (promoción 1968), ex presidente de Estados Unidos entre 1993 y 2001; el príncipe Felipe de Borbón, heredero de la Corona de España; y Abdalá II, actual rey de Jordania.
La ceremonia con la Jefa de Estado argentina se dio en el marco de la inauguración de la "Cátedra Argentina", que tendrá como eje la agenda bilateral con los Estados Unidos (curioso porque la Argentina es el país más antiestadounidense de Sudamérica, de acuerdo a encuestas).
Cristina utilizó su clásico atril, permanente en cuanta alocución da, pero en este evento Made in USA, el acto contó de dos partes.
La primera no ofreció muchas novedades.
Cristina repasó la historia argentina de acuerdo a su relato.
Ficción donde todo lo anterior a la llegada de la dinastía Kirchner a la Casa Rosada fue malo en el país, hasta que su difunto marido y ella luego, cual película yankee, arribaron desde el sur para salvar a la nación en una gesta heroica.   
Esta telenovela, la cual la mayoría de los argentinos ya conocen de memoria por cuanto se repite más que los episodios de “Casados con Hijos” en la pantalla de Telefe, tuvo alguna adaptación de la autora de acuerdo al lugar en que se encontraba y llegó a decir que la Constitución nacional es“una copia” de la estadounidense (la de 1853, no la de 1994, habría que explicarle).
Lo dicho, sin duda, merece que cualquier argentino, con dos dedos de frente, se pregunte para qué, entonces modificar la Constitución, tal como pretenden los cristinistas más obsecuentes, si el país Nº1 del mundo sigue con la misma letra y ocupa el 1er. lugar del podio, mientras Argentina lo mira desde muy, pero muy lejos.
Más audaz aún, Cristina llegó a comparar la guerra de Secesión con la batalla de Caseros.
Jugando de visitante invitada se atrevió a expresar que "el único lugar de América donde no hay golpes es en Estados Unidos, y eso es porque no hay ninguna embajada americana".
Una broma para tribuna lugareña de barrabrava que Cristina Fernández suele manejar, pero muy lejana a lo que una primera mandataria puede alegar en cualquier lugar de un mundo con normas y principios.
Cristina una vez más criticó con total impunidad la década de los años '90, como si Carlos Menem no hubiera sido un presidente peronista y además el que tanto ella como su esposo denominaron el mejor de la historia argentina.
En otro párrafo apeló a su latiguillo donde se lamenta no tener la máquina de imprimir dólares, como si le fuera poco disponer con total albedrío de la máquina de emitir papeles de colores que cada día valen menos, como lo es la vil moneda local.
No podía estar ausento el culto a Él, de esta manera:
"Néstor Kirchner logró la transformación política, económica, social y educativa más importante de la que se tenga en cuenta con la escala en la que se la mida".
La jefa de Estado cerró su libreto, adaptable a la cartera de la mujer y  al bolsillo del caballero, señalando que "es imposible contentar al  100% de la población, sobre todo cuando esas medidas perjudican a sectores que gobernaron en otros momentos".
Cabría preguntarse si la presidente aludió a los miles y miles de argentinos que marcharon el 11S, que componen la clase media, y a los que ella mandó llamar a sus fieles servidores “la oligarquía”.
La segunda parte fue la puso a la presidente en una situación de franca y notoria incomodidad. Se la notaba extremadamente nerviosa y contenida para evitar demostrar su irritación.
No era para menos. Ella no está acostumbrada a que le cuestionen el guión de su país de fantasía.
Un estudiante norteamericano le preguntó a la presidente: "¿Por qué con nosotros habla y no con la prensa de su país?"
En la maraña de una dilatada respuesta propia de quien quiere justificar lo injustificable Cristina, en síntesis,  le respondió:
> "En Argentina hablar con la prensa es no decir lo que quiere escuchar. A algunos periodistas no les gusta lo que les respondo".
> "Los gobernantes no estamos para responder o para hacer centro de nuestra gestión dar respuestas. Lo que debe hacer un gobierno es garantizar la publicidad de los actos, que es obligatorio".
Otro alumno metió el dedo en llaga de las mediciones “truchas” que instaló el gobierno a través del manoseado INdEC.
Hurgueteando en el baúl de las respuestas a preguntas que desacomodan, Cristina manoteó y encontró estas salidas, algunas de ellas temerarias:
Calificó a las estadísticas oficiales de “científicas y profesionales”, y descalificó las mediciones realizadas por las consultoras privadas.
Reconoció que “hay algo de inflación”, pero no “las cifras inconsistentes y absurdas que algunos publican”.
Llegó a cuestionar las estadísticas de EE.UU. preguntando al alumnado presente:
"¿Realmente ustedes creen que el costo de vida se incrementa un 2% en su país?"
Vale recordar que el índice de precios de consumo (IPC) o inflación en Estados Unidos se elevó en 0.6029% durante el mes de agosto 2012, en relación con el mes anterior; y que en lo que va de los últimos 12 meses, el costo de vida de los habitantes estadounidenses ha subido al 1.7%.
Dijo también:
> “Nuestro gobierno no es un modelo de metas de inflación; es de metas de crecimiento”.
> "El FMI está ensañado con la Argentina porque nos ha tomado como el mal alumno", en defensa al cuestionamiento  que el FMI hace de los números del INdEC.
> "El Fondo Monetario no habla sobre la tasa de inflación sino sobre las estadísticas. La señora Christine Lagarde sacó la tarjeta roja y yo creo que hay una postura de mucha oposición  a la Argentina. Yo pregunto cuáles son las estadísticas de España".
Negó que la inflación llegase al 25%, advirtiendo:   
“Si la inflación fuera del 25% el país estallaría por los aires”.
Y como si esto fuera poco, frente a un auditorio informado que asistía absorto a lo que Cristina Fernández argumentaba, la funcionaria a cargo de Ejecutivo nacional, desafío diciendo:
"¿Cómo miden las estadísticas aquí en Estados Unidos? No tienen ni idea".
Para cerrar semejante calvario por el que transitaba, un estudiante venezolano, que seguramente con su familia debió emigrar de la dictadura chavista, cuestionó a Cristina respecto de  la posibilidad de que Hugo Chávez no acate la decisión de las urnas del próximo 7 de octubre, si es que Henrique Capriles se alzara con el triunfo.  
Cristina Fernández viuda de Kirchner, manifestó:
> "No hay antecedentes para pensar que Chávez no va a respetar un resultado"
> “El ha respetado siempre las decisiones del pueblo. Yo lo cargo mucho, es mi amigo y eso es público y notorio, pero no debe haber presidente latinoamericano que haya pasado más elecciones que Chávez”.
> “No se puede poner en duda la concepción democrática de Chávez después de 14 elecciones y después que le ha tocado perder”.
Un trago amargo para una mujer que no admite que nadie la cuestione.
Un paso por una Universidad que la puso nerviosa a Cristina, demostrando que no es lo mismo el monólogo al que tiene acostumbrado a los argentinos; que enfrentarse con la realidad que dista demasiado de su Argentina mágica; esa que solo existe para ella y para sus fanáticos.
Mañana, la Universidad de Harvard la aguarda, pasará por otro momento aciago o evitará las preguntas.
Si deja que los alumnos le pregunten, otro mal trance obligará la primera magistrada a toparse con la gente pensante que ella detesta.
Por el contrario, si Cristina evita responder dará clara señal de ser intolerante, autoritaria; ni más ni menos que lo que muchos piensan en estas latitudes y más allá también. 

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