Una bofetada a San Martín

En estos días se está publicando un libro que causará debate. Obra del abogado santiagueño Antonio Calabrese. Su título es: José de San Martín... ¿Un agente inglés? El estudio de Calabrese constituye una bofetada a San Martín y a los que (como yo mismo) admiramos al General como ejemplo de rectitud, de hombría, de moral y de personalidad. Pero también. de profundos misterios.


Hasta los fanáticos de San Martín debemos aceptar el aporte de Calabrese, sobre todo porque no es un insulto lanzado al aire, sino el fruto de un estudio racional. Lo que jamás debemos hacer es silenciarlo, como en cierto modo sucedió con un libro de características similares: San Martín y la Tercera Invasión Inglesa", de Juan Bautista Sejean (1997, Editorial Biblos).
La tesis de Calabrese es, fundamentalmente, la siguiente: José de San Martín vino al Río de la Plata para cumplir una misión que le había confiado Gran Bretaña, de la que era agente. ¿Agente. rentado? Esto no lo dice Calabrese, y sería muy difícil demostrarlo.
El capítulo "Los amigos ingleses" contiene una abrumadora enumeración de políticos y militares británicos que incidieron poderosamente en la aventura del general. No se trataba de aficionados, viajeros curiosos o naturalistas, sino de profesionales de la guerra y el espionaje que sabían muy bien lo que hacían.
William Carr Beresford, invasor y gobernador (1806) de Buenos Aires, donde procedió a robarse prolijamente los caudales del virreinato, provenientes de las minas de Potosí, luego paseados en triunfo por las calles de Londres a bordo de seis carros repletos, fue jefe del Libertador en la batalla de Albuera y en el sitio de Badajoz. En estas circunstancias, por efecto de la alianza anglo-española, San Martín también compartió filas con su gran amigo Lord MacDuff, conde de Fife, y con el capitán William Miller, a quien luego se llevaría al Perú.
Puede aducirse que Beresford y el almirante Home Popham no robaron dineros "de la Argentina" sino de España, destinados a la Península, y que Inglaterra y España eran las dos grandes potencias marítimas de aquel tiempo, que se pirateaban mutuamente. Se aducirá también que San Martín no hizo más que cumplir con sus órdenes militares cuando le tocó combatir en las guerras peninsulares junto a aquellos señores, ya que su patria (España) e Inglaterra fueron aliadas, contra Napoleón, durante aquel lapso preciso.
Un hermano del conde de Fife, Sir Alexander Duff, había comandado el 88 Regimiento Connaught Rangers en 1806, durante la Primera Invasión, y su íntimo amigo Samuel Ford Wittingham actuó en la Segunda Invasión, año 1807.
Dice Calabrese: "Fue Duff quien introdujo a San Martín en la órbita inglesa, dándole a conocer los planes británicos para la América del Sur. Duff financió además su salida de España, presentándole a quienes podían suministrarle un pasaporte inglés. Eran Sir Charles Stuart, Barón de Rothesay, y el propio Beresford, virtual gobernador de Portugal por orden británica. Estos dos hombres pusieron a San Martín, en cuatro meses, a bordo de la fragata George Canning, en busca de su destino".
Uno puede preguntarse: ¿Y los otros militares que venían a bordo de la Canning, es decir Carlos María de Alvear, Matías Zapiola, Chilavert, el alemán barón de Holmberg. eran todos agentes ingleses, contratados por Stuart?
Por Rolando Hanglin | Para LA NACION




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