Ella no entendió. Habrá que explicárselo de nuevo

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver. No hay peor sordo que aquel que no quiere escuchar. Habrá que insistir, no queda otra posibilidad. Pero ¿acaso alguien que participó del jueves 13-S creyó que ahí terminaba todo? ¿Alguien que estuvo en la Plaza sospechó que sería tan fácil? Nadie, y eso simplifica la decisión para lo que hay que hacer ahora.



CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Por supuesto que hay chupaK como el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, el ex ruckaufista Julián Domínguez, quien aseguró que "no es comprensible una protesta cuando las consignas convocantes son el agravio y la intolerancia. Nadie en su sano juicio puede oponerse a la reducción de la deuda, al aumento del PBI, a elevar el nivel de reservas, a los dos millones y medio de personas incorporadas al sistema jubilatorio. Por eso no se comprenden las razones de la protesta". Domínguez lucía llamativamente eufórico, tras participar de un plenario del Partido Justicialista en Chacabuco.
 
Mucho más realista y prudente, en Página/12 analizó Mario Wainfeld"(...) También sería un error engolosinarse con la confrontación. Retrucar a los actos del adversario con movilizaciones propias –cree este escriba– es una variante posible de ese desliz. Por lo que se conoce, no está en los propósitos oficiales, de momento. El terreno más propicio para el Gobierno es el que fija su primacía: la gestión pública. La fijación de esa agenda, que domina. Esa es la clave para la conservación de la mayoría que supo acumular, patrimonio que no es estático. Funciona en permanente tensión, lo que fuerza la construcción cotidiana de hegemonía, en la que son tan determinantes los millones de argentinos no encuadrados como aquellos que han fijado sus preferencias, de un lado o de otro. La historia continuará, el juego no es de suma cero, la fuerza de cada contrincante dependerá de su destreza tanto como de lo que el otro haga o deje de hacer. (...)".
 
De todos modos, ya llegan solidaridades abominables y soluciones llave en mano, como la que llevará Carlos Martínez Mendoza, embajador bolivariano, quien arengará el martes 18/09 a las 18:00 al Movimiento Universitario Evita, en la Universidad Nacional de La Plata, acerca de “la revolución bolivariana vs. los medios de comunicación”. 
 
Pero la realidad no se puede ocultar. Algunos fragmentos que ayudan a comprender qué ocurrió, qué sucede y lo que vendrá.
 
 
"La jefa de los halcones tiene que haber sido la que dio las instrucciones el jueves cuando llegó a Olivos desde San Juan, apenas repuesta del asombro por el conmocionante sacudón que había recibido el Gobierno esa misma noche, con la manifestación callejera de repudio a una decena de graves cuestiones de su estricta responsabilidad.
 
Está claro que nadie en el entorno de Cristina Fernández se hubiera atrevido a moverse sin su venia, mucho menos en un sentido tan confrontativo como el que expusieron el viernes sus voceros: reforzar como estrategia la apelación binaria del "ellos o nosotros", es decir contraponer a los que se visten bien y se van a Miami con el actual modelo nacional y popular.
 
Lo que surge de los dichos oficiales de las últimas horas es que la Presidenta de la Nación ha optado por hacer aún más intransigente su discurso, fulminar a quienes osaron salir a la calle en contra de su proyecto político y empezar a pensar en una contramarcha que pusiera en la Plaza de Mayo a miles de militantes que demostraran adónde está la verdad.
 
¿Qué le contaron y que no le dijeron a CFK para que resolviera redoblar la apuesta, con los riesgos de un mayor desgaste aun ante muchos justicialistas que conocen sus territorios mejor que nadie? Por lo que surge de los dichos de quienes hablaron en su nombre, seguramente a la Presidenta se le transmitió toda la verdad, ya que nadie se pone tan nervioso si no tiene en claro que la cosa fue muy grande y las demandas, muy profundas. (...)".
 
 
 
"(...) Esa tontería de que los pobres o los obreros son solidarios y buenos mientras que la clase media es individualista y egoísta, hoy más que nunca es una patraña colosal defendida sólo por los que, incapaces de solucionar el drama de la pobreza, aducen que los pobres son buenos y los otros son malos. O peor, por aquellos que quieren que los pobres sigan siendo pobres para así hacerlos dependientes por su condición, sin saber que hasta eso hoy está cambiando: que cada día es más difícil manipular a las personas por su condición social, pues aunque la injusticia no cesa de crecer, la dignidad crece bastante más. 
 
(...) Ahora resulta que querer tener un hijo “dotor”, un ascenso en el trabajo, casita propia o un ahorro que no se desvalorice, son egoísmos “pequeño burgueses”. Es que nos gobierna una élite que no quiere para los demás lo que a ella le sobra. 
 
Una élite que ahora nos dice que, en el mejor de los casos, el jueves salió la mitad del país en contra de la otra mitad. Una falacia total. El país actual no está dividido entre clase obrera y clase media como en el primer peronismo. Ni de ningún otro modo. El voto es inmensamente variable. Con la clase media en contra, en las legislativas de 2009 el oficialismo sacó apenas el 30% de los votos. Con clase media a favor, dos años después, sacó el 54%. 
 
Y casi seguramente, parte de esa clase media que lo votó, estuvo el jueves en las calles o simpatizó con la protesta, no sólo por razones económicas. Esta sociedad hubiera aceptado, por ejemplo, la reducción parcial de subsidios u otras medidas racionales frente a un mundo en crisis pero, en vez de eso, de golpe y porrazo, le vinieron con cepos cambiarios delirantes, cierres de exportaciones cretinos, controles provocativamente absurdos y una serie de medidas tan autoritaria y discrecionalmente presentadas que sólo generan malestar presente y temor futuro por el abuso del poder y la intromisión en la vida personal que traen consigo. 
 
No es que haya cambiado tanto la situación económica desde las elecciones sino que, sin necesidad alguna, el Gobierno metió a la sociedad en un clima beligerante del todo innecesario. Asustaron al cuete. Hasta que, harta, la gente les dijo en las calles: Si lo que quieren es asustarme, no me asustan. En todo caso me enojan y quiero expresar ese enojo. Nosotros no somos como esos ricachones que sí se asustan o esos chupamedias que se postran.
 
¿A quién responde el Gobierno cuando dice representar al verdadero pueblo? (...)".
 
 
 
"(...) Ya sobre fines de 1972, quienes sabían lo que sucedía realmente en el entorno madrileño de Juan Perón, tampoco ignoraban que el viejo general ya tomaba distancias sutiles pero evidentes de la clamorosa campaña electoral cuya figura visible era Héctor Cámpora. Ese verano de 1973 fue hirviente. Tras el triunfo electoral del 11 de marzo, las huestes juveniles que le daban sustento social a Montoneros imaginaban una toma del poder y el inicio de la marcha hacia la “patria socialista”. (...)
 
El período que va de las elecciones del 11 de marzo a la expulsión de Cámpora, el 13 de julio, es de riquísima significación histórica, incluyendo la algarabía del 25 de mayo, la amnistía masiva avalada por ese fugaz presidente, y la matanza del 20 de junio. Perón retoma el centro del escenario ese 13 de julio, gana las elecciones el 23 de septiembre y asume el 12 de octubre. Será formalmente presidente sólo durante 242 días, hasta su muerte, el 1º de julio de 1974, aunque en verdad no menos de la mitad de ese período estuvo fuera de combate, enfermo y muy deteriorado. En los 124 días que van del 11 de marzo al 13 de julio de 1973, la izquierda peronista mantuvo intacta la percepción de un Perón esencialmente amigo de las “formaciones especiales”, pero acosado por “la derecha” y sectores afines. (...)
 
Desde ya, la realidad argentina de 2012 muy poco tiene que ver con aquellos trágicos meses que van de fines de 1972 a mediados de 1974, cuando el delirio revolucionario de la izquierda peronista armada se disuelve y los combatientes de ese signo terminarán atacando cuarteles militares en pleno gobierno legal. Con 39 años transcurridos, desde el mirador de 2012 la experiencia de los gobiernos kirchneristas hace recordar, sin embargo, instantes indelebles y decisivos de aquel momento. Un denominador común agrupa a esos dos momentos remotos: en ambos casos, cuadros políticos creen que los procesos de cambio superan las limitaciones y mentalidades de quienes los conducen.
 
(...) En ambas situaciones, destacamentos de vanguardia se exhiben dispuestos a creer. Ven una sola parte y desestiman la otra. Setentistas que hoy son sexagenarios y sus retoños camporistas contemporáneos, se aferran a criterios cerrilmente conspirativos. Enemigos, corporaciones, golpes, destituciones y conjuras varias pueblan sus espesos arsenales retóricos. Tan acendrada convicción conspirativa les permite hoy, como hace 40 años, desestimar los oscuros y opacos sistemas de poder que encarnan. (...)".
 
 
 
"(...) La Argentina política de estos meses poco tiene que ver con lo que era en diciembre pasado, cuando Cristina asumió un nuevo período presidencial. Se fueron insinuando cambios notables en el humor social que, como no eran registrados por el discurso único y halagador de los medios oficialistas, el Gobierno no valoró en forma debida.
 
La enfermiza obsesión de creer que lo que se dice de los hechos es más importante que los hechos mismos y el odio concentrado en el periodismo crítico, como si fuera el causante de todos los males del país, han producido un considerable desvío de la sensatez política.
 
La velada advertencia de Cristina acerca de que ella podría clausurar diarios como lo hizo Domingo Sarmiento al final de su presidencia –con la que se solazaron ella y sus divertidos aplaudidores– demuestra que el eje del debate al que debe convocar la palabra de un jefe de Estado sobre los problemas reales de un país no está en su justa ubicación.
 
(...) Tras la importante movilización del jueves, puede ocurrir que mucha gente se tiente con equivocaciones que ya tienen antecedentes históricos.
 
Si la oposición cree que es un traje hecho a su medida, se equivocará.
 
Si Cristina piensa que fue un hecho menor protagonizado por enemigos por derrotar, también se equivocará.
 
Si quienes salieron a las calles interpretan con candor que fue un acto de rebeldía que nada tiene que ver con la política, se estarán equivocando.
 
La protesta puede terminar de dos maneras: convertida en un oportuno llamado de atención para el Gobierno y para los otros actores políticos o ser una pequeña bola de nieve que comienza a rodar. Nada menos que eso. (...)".
 
 
 
"(...) La reacción del oficialismo está en línea con lo que piensa y hace la Presidenta ostensiblemente desde que obtuvo el 54%: radicalizar su posición, castigar a quienes pueden frustrar la reelección (peronistas o no) y polarizar todo lo que puede. Cree que es la forma de retener el poder aunque, no sólo la protesta callejera sino también la mantemática dicen lo contrario.
 
Las últimas encuestas conocidas (ver Visto y Oido) dan un aumento de la imagen negativa del gobierno similar a la de 2009. También el rechazo a los planes de reforma de la Constitución es alto y la intención de voto a la Presidenta llegó a un piso que hace inviable cualquier proyecto continuista.
 
¿Qué la lleva a profundizar la estrategia confrontativa? Que por ese camino aplastó toda forma de oposición institucional. Desarticuló completamente a los partidos opositores y está en vía de hacer otro tanto con el peronismo que sólo espera el tiro de gracia. Por esa vía castigó también duramente a las "corporaciones". Amenazó a Techint, aisló a Moyano y está a punto de desaguazar al grupo mediático más importante del país."
 
 
 
"(...) ¿Qué tan importante fue la protesta? Es fácil menospreciar la importancia numérica con un 'tal vez no mucho más de 150.000 personas en todo el país' (sólo alcanzó los cinco dígitos en Córdoba y Mendoza, fuera de esta metrópoli), pero ¿podría alguien decir que las movilizaciones en El Cairo ante la Embajada de los Estados Unidos no fueron importantes porque sólo participaron unos pocos miles de los 20 millones de habitantes de esa ciudad? (...) Dentro de este contexto, es demasiado temprano para conocer si en la noche del jueves ocurrió una "Spring argentina". Tenemos que ver lo que viene a continuación.."
 
 
 
"(...) Impactó el reconocimiento de la importancia de la marcha que hizo el profesor Horacio Gónzalez, titular de la Biblioteca Nacional y uno de los líderes del colectivo intelectual ultrakirchnerista Carta AbiertaY que se haya atrevido a desgranar ese pensamiento en el canal de cable del multimedios, un pecado de asistencia que Cristina promete castigar con el destierro a quien lo cometa. O, por la misma banda, la definición que entregó el diputado Fernando "Chino" Navarro, de insospechada lealtad y militancia. "No somos los dueños de la verdad, hay que escuchar", se despachó, seguramente generando duras dosis de rencor en Abal Medina y el resto, tal vez incluida la propia presidenta, aunque no hay constancias. 
 
Aníbal Fernández fue otro de los que sorprendieron temprano en la mañana del día después, al reconocer que el cacerolazo fue importante. Aunque tras un fuerte reto desde la Casa Rosada, cambió el discurso sin que se le moviese un músculo de la cara y volvió a la misma radio pero para despotricar contra Magnetto y compañía, entre otras anibaladas. 
 
Hubo gobernadores que salieron tímidamente a recomendar igualmente esa necesidad de escuchar las protestas, porque por algo la gente se manifiesta, como fueron los casos del mendocino Francisco Pérez, del sanjuanino Gioja, y de Daniel Scioli, aunque en su caso fueron expresiones que más parecieron destinadas a opinar sin quedar descolocado de la Casa Rosada, que a una legítima convicción sobre la razonabilidad de la multitudinaria demostración popular. "Hay que estar siempre atentos a cualquier reclamo", fue lo mejor que dijo. Y no se escuchó mucho más. Apenas tres o cuatro gotas de agua en el mar de incondicionales que con Luis D'Elía, el aplaudidor oficial Edgardo Depetri y Estela de Carlotto a la cabeza, salieron a bancar la línea argumental que se les entregó el viernes por la mañana tras aquella cumbre en la residencia de Olivos.
 
Esa misma decisión de doblar siempre la apuesta y de embestir ante cada nuevo desafío es lo que el gobierno les prepara a los gobernadores que han decidido rebelarse contra el unitarismo fiscal y el ahogo financiero como herramienta de sometimiento que ordena Cristina Fernández. (...) A todos por igual les esperan días difíciles, prometen en la Casa Rosada, con la mira puesta en el ex motonauta, pero también en José Manuel de la Sota, Ricardo Colombi, Daniel Peralta y cualquier otro que se anime.El caso del mandatario de Santa Cruz es el más grave: Julio de Vido le ha dicho a sus confidentes que no hay retorno en el plan para echar a Peralta del cargo con apoyo del grueso de los intendentes provinciales, y por supuesto el visto bueno --o la vista gorda-- de "la doctora". Y que él mismo podría encabezar una intervención federal antes de fin de año, con la mira puesta en su viejo sueño de ser ratificado por las urnas en una elección anticipada. No importa si, como reconocen esos mismos funcionarios, al arquitecto "cualquier encuesta lo mata". (...)".
 
 
 
"(...) El cristinismo le ha bajado el tono a la ofensiva por la reforma constitucional. Esa idea tuvo dos pecados de origen: nació en una coyuntura de cambio del humor social, verificado con el caceroleo.
 
Arrancó además a la oposición de una siesta placentera.
 
En torno al ensayo de la supuesta re-reelección surgieron coincidencias en la comarca opositora y la posibilidad de darle sentido político concreto a las legislativas del año que viene.
 
Aquella comarca se nutrió de otros actores para destemplanza del Gobierno. Hugo Moyano compartió una mesa con los radicales. De la Sota se exhibió junto a Mauricio Macri. Dirigentes que poseen poder fáctico (los sindicatos) y poder territorial. Convergencia también para cerrarle el camino a Cristina, si es que la mujer intenta perpetuarse. De los propósitos a los hechos existe todavía, sin embargo, un océano por navegar.
 
Eduardo Duhalde se entusiasmó con esa novedad. Armó un café con Macri para contarle su experiencia. El ex presidente fue determinante para que Carlos Menem no progresara con su pretendido tercer mandato consecutivo. Amagó en su época con una consulta popular en Buenos Aires. ¿ Por qué la oposición no podría repetir ahora ese plan juntando un plebiscito por la re-re con las legislativas del año que viene?, le preguntó al jefe porteño. Pareciera un proyecto ambicioso para una oposición que recién se empieza a despabilar. El primer trazo en esa dirección lo querría dar Hermes Binner. Lanzó una campaña para juntar un millón de firmas, obligación constitucional imprescindible para promover un referéndum. Pero el dirigente socialista y su Frente Amplio Progresista están lejos de Moyano, oscilan frente al radicalismo, desconfían de De la Sota y reniegan de Macri. (...)"
 
 
 
"(...) Cristina no ignora nada, ni siquiera la velada amenaza que le zampó el gobernador de su provincia, Daniel Peralta, acorralado y débil, jaqueado por cristinistas y camporistas. Amagó en público con quitarle pozos petroleros al empresario Cristóbal López y con ponerle un impuesto al juego. Pareció una venganza. Y lo era. ¿Qué estás diciendo?, le preguntó un funcionario nacional. Aquí todos sabemos cómo son las cosas., contestó Peralta, sugerente.
 
¿Otro ejemplo? En la audiencia ante la Corte Suprema de Justicia, José Manuel de la Sota encaró al jefe de la Anses, Diego Bossio, de esta manera: Vos me dijiste que la plata de Córdoba estaba lista para ser girada y que sólo te faltaba la orden política para enviarla. Veo que la orden no te llegó nunca. Bossio balbuceó y trastabilló, pero nunca le contestó delante del tribunal.
 
Cristina cree que un complot mediático urdió los cacerolazos. Es la confesión de la ineficacia de su sistema de comunicación casi monopólico, como se vio el jueves. Intelectuales kirchneristas culparon a la clase media de las desventuras de su gobierno. Pero la clase media representa económica o culturalmente a más del 60 por ciento de los argentinos. Es la búsqueda insaciable de un argumento de partición social. Costarían menos trabajo algunas rectificaciones concretas, ciertos gestos distintos después del éxtasis y el castigo."
 
 
 
 
Por esperar a Reutemann ya perdimos quince años”, confirma la Garganta. Dedicada expresamente al armado obsesivo del polo opositor.
 
“Ahora no podemos perdernos diez años más, para esperarlo a Scioli”.
 
El Líder de la Línea Aire y Sol, Daniel Scioli, samurai 1, y Sergio Massa, La Rata de Tigre, son las “figuritas difíciles” de Buenos Aires, la provincia inviable.
 
Olvidate, ellos con nosotros no van a jugar”, confirma otra Garganta. También entusiasmada con ponerle el punto final al cristinismo.
 
El territorio numéricamente sustancial ofrece, para 2013, el escenario para “La gran batalla”. Otra vez.
 
En la complejidad del “conurbano”, se concentra la perspectiva de permanencia de Nuestra César.
 
Se perciben, como razonablemente perdidos para el oficialismo, los distritos fundamentales de Córdoba, Santa Fe, Mendoza. Y el Artificio Autónomo de la Capital.
 
Para Consultora Oximoron, sin el triunfo aplastante en Buenos Aires, el oficialismo contiene un futuro de anécdota. La instancia de la extinción, entre los desgajamientos internos y las Comisiones Investigadoras.
 
Pese a la gestación presupuestaria de la “Fuerza Nacional de Incondicionales”, y a la doméstica temeridad que genera La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, Nuestra César no puede permitirse la inocencia de dejar afuera a ninguna de las dos figuritas difíciles. A las que, en el fondo (y hasta en la periferia), desprecia.
 
Como le dijo Massa a Scioli, tres meses atrás, en Villa La Ñata: “No nos quieren, Daniel, ni a vos ni a mí, resignate”.
 
De todos modos, el sentimiento del desprecio no basta para expulsarlos del ámbito oficial. Scioli acompaña la patología kirchnerista desde 2003. Como vicepresidente y gobernador. Massa llegó a ser Premier, después de Alberto y antes de Aníbal.
 
Aparte, mantener enfrente a las “figuritas difíciles”, para Nuestra César sería no sólo un suicidio. También un error.
 
Aunque ambas figuras, dos celebridades que tanto se parecen, encaren, separadamente, sin escalas, hacia la presidencia. El bastón que Nuestra César no quiere soltar. (...)".

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