Después del Súper TC 2000 en Buenos Aires, hay nuevas fronteras para el automovilismo


Desafío superado. La inclusión del Callejero en Buenos Aires había despertado algunas polémicas, que se disiparon ayer con un espectáculo tremendo en pista y una concurrencia inusual para la categoría: más de 500 mil personas al costado del camino.



Como cientos de hebras vivientes, los miles de seres humanos que ayer decidieron llegar hasta el centro de Buenos Aires fueron cubriendo las calles y tejiendo mantos vivientes que cambiaban de color y de forma a cada instante.
Ver desde las alturas ese espectáculo recordaba las banderas de las tribunas de fútbol, sólo que ayer, para ver al Súper TC 2000, los que pintaban las arterias eran miles de personas decididas a ver de qué se trataba esto.
El automovilismo argentino logró así un hito histórico: convocar a medio millón de personas (según cifras oficiales, del Gobierno porteño y de la Policía local) para un evento deportivo. El récord se logró en Buenos Aires (¡cuándo no!), esa ciudad siempre curiosa y dispuesta a aceptar el convite. Sea por Roger Waters o por una competencia “fierrera”.
“Pablo Peón ha corrido las fronteras del automovilismo”, decía Darío Ramonda, el presidente del Toyota Team Argentina, equipo ganador de la carrera. Hablaba de los límites de audiencias que pareció romper la apuesta, apoyada fuertemente por la televisión (el grupo Clarín es dueño de parte de los derechos) y también por los miles de parroquianos que desde las 9 de la mañana del domingo fueron a ver de qué iba esto de las carreras.
Golpes
El deporte masivo necesita de los golpes de efecto. Por eso, el pedido de Peón a los pilotos antes de correr (“No se maten en la primera curva. No importa quién gane. Lo importante es terminar bien”, les había dicho) y por eso, la efervescencia del final y lo trascendente del número de la cantidad de espectadores.
Ayer, por momentos, fue imposible trasladarse por las calles aledañas a la avenida 9 de Julio. Las veredas se taponaban de fanáticos que no iban ni venían, trabados entre brazos, piernas, heladeritas y banderas, que hacían del otoño porteño un infierno estival. Gente por todas partes, aun en lugares desde los que no se veía casi nada (apenas si adivinaban la silueta de un bólido); y gente también que pasó el domingo en algo distinto.
“Esta carrera fue algo extraordinario. Nunca hubo en el automovilismo un evento así. Fue una propuesta creativa, que generó riesgos y molestias, pero que luego se agradece. Habrá muchos padres de esta victoria, pero fue Peón el responsable”, agregó Ramonda, entre abrazos y felicitaciones por la segunda victoria del año (la primera, con Matías Rossi, había sido en Córdoba).
Los más chicaneros aseguran que entre los motores V8 que ahora usan los Súper TC2000 y el Callejero, algunos colegas (léase Turismo Carretera) están “preocupados”. Que los mismos pilotos que en los Súper TC 2000 vibran en el Cabalén, luego se sintieron algo aburridos con los TC y la diferencia de potencia. Habrá que ver qué pasa. Por ahora, disfrutan la carrera que pasó y piensan en nuevos desafíos.

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