Guerra a Lanata con Libro K: “Está haciendo periodismo chanta”

El periodista Jorge Lanata publicó en abril su libro sobre los 10 años de gobierno kirchnerista titulado La Década Robada. La réplica desde el kirchnerismo en el plano editorial llegó con un libro que se titula Las locuras del rey Jorge y está escrito por el periodista de medios K, Eduardo Blaustein. Allí, ataca al conductor de Periodismo para Todos haciendo un repaso de su vida periodística cuestionando su rigor profesional y su credibilidad. “Lanata está haciendo periodismo chanta, para plateístas indignados”, dispara Blaustein quien conoce de cerca al fundador de Página/12 pero que no pudo escapar a la lógica K.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- En abril pasado,Jorge Lanata, publicó La Década Robada, un extenso libro que analiza de manera crítica los 10 años de gobierno kirchnerista. El mundo K vivió como un duro ataque la obra de más de 600 páginas del periodista cuyo programa de TV en la pantalla del Canal 13 del Grupo Clarín ha logrado ser uno de los programas más vistos del país. Por eso, la réplica no tardaría en llegar, y fue en el mismo terreno: el editorial. El periodista Eduardo Blaustein, que conoció de cerca a Lanata, editó semanas atrás Las locuras del rey Jorge, donde repasa la trayectoria del fundador de Página/12 y cuestiona su rigor periodístico y credibilidad.
Según el portal kirchnerista Infonews, “Blaustein compartió cuatro redacciones con Lanata” -El Porteño, Página/12, XXI y Crítica de la Argentina- pero recién ahora el autor considera que su ex jefe está haciendo “periodismo chanta.
El portal Letra P acota que “un libro atrás, entre las páginas desde las que le pegó duro a la comunicación en tiempos del kirchnerismo, Eduardo Blaustein le dedicó un capítulo a Jorge Lanata. “¿Qué le pasó?”, se preguntó. Y respondió al interrogante con la mezcla de cariño y nostalgia que aún alberga quien compartió con otro cuatro experiencias periodísticas, desde las épocas de juventud y a lo largo de casi tres décadas. Aquel apartado creció en volumen, en datos y en análisis y, un año después, Blaustein lo convirtió en un nuevo libro, “Las locuras del rey Jorge”.
Antes de reproducir un tramo del libro de Blaustein, la entrevista que Letra P le hizo con motivo de la salida de su libro:
-Quizá la crítica más dura que tiene el libro es aquella que apunta a la falta de rigor en el ejercicio de la profesión.
-Hay una parte de la pérdida de rigor que no tiene tanto que ver con si la información es fidedigna o no, sino con el hecho de que el periodismo informativo se va desvirtuando y convirtiendo en show. Son dos cosas distintas. Lo de la falta de rigor yo lo detecto en las primeras notas de El Porteño, que están mencionadas en el libro. Hay maneras muy fáciles de forzar la información en periodismo como para terminar escrachando y denunciando, y él lo hace. Pero lo que más me preocupa es que, en la medida en que hace un gran espectáculo, donde todo está al servicio de que la información se termine haciendo creíble, deja de ser periodismo. Imitadores, ironías, sarcasmo, aviones, valijas, el show del peso de los billetes, eso no es periodismo. Es un show muy eficiente discursivamente.
-Algo de ese estilo ya se había visto antes, en Día D.
-Pero con otros equipos, eran mejores periodistas. O por lo menos yo les creía más a Zloto (Marcelo Zlotogwiazda), Verbitsky, (Ernesto) Tenembaum. Había una explotación del lenguaje televisivo pero eran más rigurosos los equipos y era muchísimo menos zafado el nivel de show. No estaba Oggi Junco mostrando tetas falsas haciendo de (Jorge) Capitanich.
-¿Entonces se agudizó? ¿Por qué?
-Rompió definitivamente con algunas de las creencias que le quedaban. Ahí entra ese chiste que hago del Lanata Syndrome
-¿Qué sería?
-Es la adicción a la popularidad. Pasa con los artistas, cuando se convierten en enfermos si no hablan de ellos, huérfanos, angustiados. Está clarísimo que si George no labura y no figura, se mata. Su laburo es su forma de estar en el mundo. Necesita que lo puteen, que lo idolatren. Un periodismo desaforado, hecho desde un personaje que te está devorando, es un periodismo muy peligroso.
-A propósito de eso, en el libro decís que Lanata tiene “una capacidad admirable para producir daño”, ¿desde qué lugar  crees que puede hacerlo?
-Lo puede hacer, es muy astuto dañando a la política, sintonizando con las audiencias que lo siguen, pegando donde quieren que pegue, condimentando con odio, violencia, sarcasmo. En un pasaje del libro yo menciono una fugaz polémica que tuvo con Martín Caparrós en la revista Veintiuno sobre el periodismo de denuncia. En ese momento se sinceró y dijo: “La culpa es un poco de las audiencias que nos piden esto, que los matemos”. Y él termina haciendo lo más fácil, el acto demagógico de complacer a las audiencias. Cuando hacés eso terminás en una actitud frívola, de ganarte a la tribuna. George se fue empobreciendo y raquitizando en ese personaje de “son todos chorros y yo voy a dejar de fumar el día que dejen de robar”. Es un negocio demasiado fácil, superficial.
-¿Por qué planteás que tiene desprecio por la política?
-Él tuvo un mínimo acercamiento a la política cuando nos conocimos, en los ´80. Yo le creo que algunas mínimas identificaciones, valores, y demás compartíamos, que de verdad le importó lo que fue la dictadura. Pero siempre desde una mirada muy escéptica, de muchachito hecho en el barrio, muy individualista. Esas creencias, más allá de que eran un poco superficiales, las sostuvo mientras estuvo en El Porteño y en Página 12. En el momento en que se da cuenta de que tiene suficiente capacidad para hacer su propia carrera, él rompe esos vínculos afectivos e ideológicos tenues que lo seguían atando a ese mundo, y ya empieza a ser un Lanata individualista, que queda marcado mucho más exclusivamente por su escepticismo, el cinismo, la distancia de lo político.
-Según tu mirada, se coloca en un rol de crítico moral.
-Lanata es un tipo que en algún momento se contagió de la contracultura de cosas agudas, más interesantes que la moralina de la ética. Moralina que él impugnaba en sus primeros años como una cosa muy de cuarta, plana, de maestra de Gasalla. Y a la política no la podés juzgar con esa moralina, tenés que juzgarla como conflicto de intereses, poderes económicos, situaciones límite. El recorte feroz que Lanata ha hecho de la corrupción, desde mucho antes del kirchnerismo, es una parte del mundo y de lo que hacen los gobiernos. Te podés indignar, y está bien que se investigue a los políticos, pero tenés que valorar 90 temas más en una agenda pública. Eso es periodismo para abuelitas, para plateístas indignados.
-En el libro está muy presente la relación de Lanata con sus financistas ¿es una relación de culpa?
-A lo largo de los años él pasa por financistas de todo pelaje. Dudo mucho que sea una relación de culpa, porque Lanata se coloca en una posición muy combativa, de defensa de su propio espacio.  A esta altura de su trayectoria creo que le da igual cualquiera. Pero es muy contradictorio. Yo no tengo ninguna culpa de que parte de la plata de Página 12 haya venido del ERP. Lanata lo negó durante años, y terminó diciendo que Rodolfo Walsh y Horacio Verbitsky mataban gente y él jamás haría eso. No puede decir tan alegremente que los setentistas mataban gente y seguir tratando de dibujar que a Página lo financió el ERP. O contestar,  cuando se fue de Crítica y le preguntaron por su socio delincuente Antonio Mata, que la Madre Teresa no había estado disponible para financiar el diario. O haber matado a Clarín y a (Héctor) Magnetto desde la época de Página, y después haberse convertido en el Maradona del Grupo. Entonces, digo, no te hagas el híperhonesto y el transparente, ni contestes con ese realismo que a la política le negás.
-¿Cambia Lanata cuando llega a trabajar a Clarín?
-Si era para pagar las cuentas, él pudo haber entrado a Clarín, o haber tenido un programa vespertino y listo. Pero entró con absolutamente todo, con un programa con toda la plata del mundo, con Canal 13 aportando los recursos de los informativos, investigadores, imitadores, una artística carísima. Y además radio Mitre, las columnas de los sábados en Clarín. Está clarísimo que es un pacto de uso mutuo, un pacto político. No es que fue a trabajar a Clarín porque no tenía laburo. El problema es que, en ese esquema, pierde autonomía, riqueza.
-¿Modificó su manera de hacer periodismo?
-Desde el punto de vista de la práctica profesional –y esto no es una defensa al kirchnerismo, sino a la profesión – se ve que, ya sea en sus columnas de Clarín como en las demás cosas que hace, jamás hay una fuente ni oficial ni medianamente ligada. Lo que hace es tomar las frases del oficialismo, ya recortadas por el sistema Clarín, y reírse de ellas. No tengo ganas de defender a (Luis) D´Elía pero le propuso derecho a réplica y Lanata no le dio bola. Hasta diría que arrugó. En ese sentido, la práctica periodística es muy precaria.
-En un pasaje del libro decís que los últimos textos de Lanata son desoladores, ¿por qué?
-Porque escribe desde un lugar terriblemente reaccionario, de un periodismo chanta, basado siempre en chicanas opositoras, escrito en piloto automático.
-¿Descansa en la popularidad que tiene?
-En la popularidad, la credibilidad y en que las audiencias le creen y quieren recibir eso. Es difícil ver las transiciones, Lanata se hace famoso por Página pero hay un salto poderoso en lo de Clarín.
-En su defensa, Lanata dice que siempre estuvo en el mismo lugar, haciendo periodismo opositor.
-(Marcos) Mayer dice que esa definición de que el periodismo debe ser opositor es equivocada. Y yo comparto. Si el propio Lanata define que el periodismo es dato y hecho, ni de izquierda ni de derecha, ¿por qué debería ser opositor? Si es totalmente neutral. Que fue opositor es cierto, pero también porque es fácil ser opositor, es más fácil ser opositor que ser otra cosa. El periodismo oposicionista, como negocio para que te aplauda la gente resentida me parece una cosa tóxica.
-Considerando que trabajaste con Lanata en cuatro proyectos – El Porteño, Página 12, Veintiuno y Crítica -, ¿por qué escribís un libro crítico ahora? 
-En El Porteño yo laburaba antes que él, soy cuatro años mayor. Para Página me llamó él, pero estaba lleno de gente de mi generación, algunos mayores que nosotros, exiliados como yo, setentistas, ex montoneros, ex ERP, ex comunistas. Ese era mucho más mi mundo que suyo. No es que yo laburé en el lugar equivocado, sino que, a la distancia, lo extraño es que Lanata haya constituido ese espacio. En Veintuno estuve y al año me fui porque no me banqué a  Lanata ni al proyecto, me parecía una revista ordinaria. Y en Crítica lo mismo, entré con todas las suspicacias, a los dos meses renuncié a mi puesto jerárquico y al año me fui. Ahí está mi coherencia, no me banqué sus proyectos. Porque cae en lo berreta, en una cosa chabacana, berreta, yoica, carnavalera.
-¿Se puede acusar a Blaustein de hablar desde el kirchnerismo?
-No, por un lado porque yo me autodenomino kirchnerista maricón, porque creo de verdad en la liberalidad y me parece muy autoritario y sectario el discurso kirchnerista medio. Y por otro lado, porque saqué hace un año Años de Rabia, que es un libro con críticas muy duras al periodismo y la comunicación kirchnerista.
Ahora un segmento del libro de Blaustein:
Quizá de todas las respuestas sobre la incorporación al Grupo Clarín, con sus repeticiones y variantes, la más redonda por sugestiva sea la que le dio a Luis Majul: “Son relaciones donde a vos te usan y vos usás (…) Sostenernos a partir del rating nos vuelve un poco menos vulnerables. Pero tampoco es garantía de nada. Porque si te tienen que sacar, te sacan. El poder, de última, no lo tenés vos”. Va de nuevo: lo que George dice sobre usos mutuos, juegos de poder, incluso la pregunta “¿Vos te pensás que esto es una historia de amor?”, todo eso que dice puede llamarse maduro realismo político, aquello de lo que George dice abominar cuando habla de política. Tanto como esto otro, repetido también en distintas entrevistas y en este caso extraído de la charla con Carlos Ares: “Yo para el Estado no trabajo, por definición. Creo que el Estado tiene que usar la plata en cosas mucho más útiles que pagarme a mí. Yo aparte sé que genero plata, soy un buen negocio para los tipos, en muy pocas radios podría laburar”.
George dijo que podría “laburar en muy pocas radios”, asunto muy dudoso, y que eso, junto al estímulo de trabajar en los medios de mayor potencia de la Argentina, más una suerte de garantía de su libertad profesional, explica su incorporación al Grupo Clarín. Habrá que tener en cuenta que esa incorporación no fue humilde. No fue que Lanata se puso a trabajar en una FM del Grupo para hacer un programa radial nocturno en el que leer ficciones y hacer entrevistas en un clima de intimidad, ajeno al vértigo de las noticias políticas, como lo había hecho muchos años atrás. Para el Grupo fue el fichaje más importante desde la recuperación de la democracia, o como mínimo desde su constitución como tal, George como el más fiero centroforward del multimedios. George a su vez multiplicó su propio desembarco, Día D multiplicado. Pudo simplemente ocupar una franja horaria importante en la radio del Grupo: Mitre. Pero acordó y eligió desembarcar con armas y bagajes, con toda la infraestructura del Grupo, en Mitre, en PPT, en sus columnas de los días sábados para el diario Clarín y en sus apariciones estelares en Telenoche o TN. Si existe, empleando la propia expresión usada por George, un “uso” del Grupo, es evidente, y reconocido parcialmente por George, que ese “uso” de sus capacidades no fue inocente y fue además un uso mutuo de escalas temibles.
En marzo de 2014 el portal “Diario sobre diarios” conmovió a los interesados en noticias sobre comunicación exhibiendo los últimos datos sobre la caída en circulación del diario Clarín. El proceso de caída se conocía desde hacía años, pero no redondeado con los últimos datos: “Clarín sufrió por octavo año consecutivo un descenso en su circulación. En 2013 vendió un promedio de 250 mil ejemplares y volvió a quebrar su peor marca histórica. Por segundo año consecutivo se posicionó por debajo de 1959, que era hasta esta década el peor año en ventas para el matutino fundado por Roberto Noble con una circulación de 281.936”. Aludí a esta caída de ventas del diario en el primer capítulo de Años de Rabia (el descenso no puede explicarse solo en la emergencia de Internet ni la pérdida de seguidores de avisos clasificados, sino también en una pérdida de credibilidad, en un rompimiento del contrato de lectura que puede fecharse en el 2001), preguntándome hasta dónde esa caída afectaba el poder de fuego del Grupo. Pues bien: a contramano de la notoria pérdida de lectores del diario Clarín, que es mucho mayor que la de sus competidores, la incorporación de Lanata fue pura y simplemente un golazo para los intereses y el posicionamiento político del Grupo en su enfrentamiento con el Gobierno. Y es que pese a su inmenso poder económico y a sus ingentes recursos humanos, desde la ruptura del pacto de convivencia con el kirchnerismo nunca, hasta George, el Grupo había contado con un súper héroe.
En una entrevista a una señal de la TV chilena, George describió apenas una parte de la infraestructura que el Grupo Clarín le aporta a solo una de sus plataformas, Periodismo Para Todos: un equipo de 20, 25 personas, “sin contar con los técnicos, todo lo que era la estructura de Telenoche Investiga está laburando con nosotros y aparte hay gente mía, más la coordinación con el Gerente General y el Productor General”. Además de periodistas o productores, el equipo de PPT, solo para que George haga chistes, contó de arranque con tres guionistas (Miguel Gruskoin, Marcelo Birmajer, Esteban D’Aranno), editores de ficción, inversión en artística, imitadores. George subrayó más de una vez sin embargo que es tal el miedo que oscurece a la Argentina que le costó conseguir imitadores que se atrevieran a hacer chistes políticos o a caricaturizar a la Presidenta. Solo para facilitar la producción de sus notas de siete mil caracteres en Clarín, el Grupo le aportó desde el comienzo hasta tres investigadores por semana, cuyos nombres fueron cambiando. Escribí en Años de rabia: “La trasfusión de recursos indica con qué grado de lucidez y autoconciencia el sistema Clarín apostó a Lanata. Como con eso no alcanza, Periodismo para todos es citado y extensamente repuesto en el sistema entre lunes y miércoles, en los noticieros del canal y en TN. Repetido en su totalidad en el canal Metro, del sistema Clarín, que ocupa un lugar privilegiado en la grilla de Cablevisión, del sistema Clarín. Reaparece Lanata de tanto en tanto como columnista en Telenoche al lado de una periodista que maltrataba años atrás: María Laura Santillán. Y conduce un espacio prime-time en Mitre, que según Lanata el Grupo Clarín ‘montó ilegalmente’”. Cabe añadir: cada frase y cada pequeña anécdota sobre Lanata irradia en la Red de manera pavorosa.
En Años de rabia elegí usar la expresión “sistema Clarín” para aludir de la manera más abierta y densa posible no solo a la potencia y las interconexiones del Grupo sino a su relación con otros grupos de poder comunicacional y con sus propias audiencias, a menudo bien conscientes del porqué de su relación con el Grupo. El sistema Clarín juega en articulación y sinergia con otros sistemas más vastos: desde sectores corporativos (financieros, de la agroindustria, del poder Judicial) a otros sistemas de comunicación nacionales o latinoamericanos o la SIP. Aquella entrevista a una señal de TV chilena es un buen ejemplo de articulaciones y sintonías que trascienden la escala nacional. El programa de la TV chilena Más vale tarde, en el que George salió entrevistado, pertenece a la señal Mega. La señal a su vez es parte del Grupo Bethia, del mundo de inversiones de la familia Falabella, una de las más poderosas de Chile, con presencia por lo menos en Argentina, Colombia y Brasil. Bethia contiene nombres propios como Falabella, Homecenter, Tottus y Mall Plaza, además de empresas de comunicación como Mega, Radio Canela o Etc TV. El grupo chileno tiene intereses en la actividad inmobiliaria, el transporte (LATAM, Gupo de Empresas Navieras Sotraser, Blue Express, Aeroandina), adquirió Aguas Andinas, participa de la actividad vitivinícola, agrícola y ganadera, la hípica (Haras Don Alberto y Club Hípico) y en la industria de la salud (Isapre Colmena y Clínica Las Condes). Vuelvo a repetirme: no estoy diciendo “kirchneristamente” que George es “el mascarón de proa” de una corporación chilena. Estoy diciendo que al elegir convertirse, en su pacto de uso mutuo, en el bestshooter del Grupo Clarín, eligió incorporarse a ese mundo de sinergias y articulaciones de los poderes concentrados a escala latinoamericana, con la visión y el lugar en el mundo que esos poderes ocupan. Visto desde ese punto de vista, el George de PPT/ sistema Clarín, ¿es efectivamente lo que él describe, el mismo periodista crítico haciendo su periodismo de siempre (“Día D con plata”)? ¿Es el de los años de El Porteño o Página/12?

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