Estamos mal y vamos mal

La realidad argentina es más grave de lo que muchos de los ciudadanos y sus dirigentes quieren darse cuenta. Los políticos son parte de una sociedad que parece haberse acostumbrado a la mentira. La verdad, por más dolorosa que sea, es preferible a la falacia. Si hay que remediar este país hay que hacer un diagnóstico que reconozca que estamos mal y vamos mal.


por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Ningún político supuestamente opositor se atreve a decirlo del todo. Estamos mal y vamos mal.
 
Cuando algo está mal y se atiende mal o no se atiende, empeora. El diagnóstico es preocupante, desalentador.
 
Todo aquello que significa un problema no reconocido, o reconocido a destiempo, empeora; se agrava.
 
Argentina está en un estado altamente preocupante.
 
Aislada del mundo, habiendo dilapiado ingresos extraordinarios en subsidios, populismo, gastos innecesarios y corrupción, ha perdido casi doce años únicos.
 
Sin energía, debiendo importarla.
 
Con escasas reservas, sin recibir inversiones locales y extranjeras, con cepo al dólar, alta inflación, recesión, suspensiones, desempleo.
 
En camino de nueva nueva devaluación en el segundo semestre de 2014, la fábrica de pobres que todo esto genera estará trabajando a full para profundizar el drama que más de un tercio de la población se encuentra ya  bajo la línea de pobreza.
 
La República ha sido perforada y la democracia jaqueada por un gobierno autoritario que no respeta tan siquiera la propia Constitución Nacional; mucho menos, entonces, el resto de las leyes.
 
La sociedad ha sido aniquilada y enfrentada.
 
El relato cobijó la mentira en reemplazo de la verdad; con el consabido daño que esto produce.
 
Se han desperdiciado años de bonanza únicos e irrepetibles para cambiar la infraestructura obsoleta que mata a diario a muchos argentinos que transitan el país en carreteras coloniales y en transporte público vergonzoso.
 
La mafia se apoderado de la adminsitración del Estado; al igual que el narcotráfico y un grado de saqueo a los recursos de todos, nunca antes visto en estos niveles.
 
La impunidad se adueñó del país y esto se manfiesta en actos vergonzosos que las autoridades nacionales , provinciales y municipales cometen sin ruborizarse.
La degradación de la vida en comunidad alcanzó límites insospechados y de muy difícil retorno para una convivencia armónica.
 
Los niveles de educación pública se han deteriorado tanto, que alarma el grado de desconocimiento y el comportamiento irrespetuoso que tienen los alumnos y hasta parte de sus padres respecto de los maestros y profesores.
 
Todo se ha trastocado.
 
Nada está en el lugar que corresponde.
 
Esto tiñe de amargadura la vida diaria de un pueblo sin destino.
 
El peronismo es un verdadero problema para una sociedad que no termina  de darse cuenta que el caudillo fundador del movimiento y tres veces presidente de la nación, ha sido un personaje nefasto para esta tierra, durante su vida, y luego de muerto, también.
 
Decía Jorge Luis Borges: “los peronistas son incorregibles”.
 
Discrepo; los peronistas son ciegos al no darse cuenta que los mismos que han llevado al pais a este nivel de problemas de  compleja solución; no advierten que los opositores salidos de sus filas que se enfrentan a la Rosada, han sido y son parte de  este gobierno.
 
Por lo tanto, los incorregibles son los ciudadanos que los eligen.
 
De los dos postulantes con mayor chance para llegar a La Rosada, uno presta y el otro prestó sus roles al derrumbe  y saqueo más escandaloso que haya sufrido el país.
 
¿Estos van a ser los que van a tratar de arreglar lo que ellos ayudaron a destrozar?
 
Si es así, la impunidad estará garantizada…ellos mismos pueden caer en la trampa del delito por acción o inacción.
 
El peronismo, con sus diferentes caciques a la cabeza, es una lacra para el destino del país.
 
Los restantes protagonistas opositores lucen tibios o extremadamente calientes. Nadie parece tener la estatura moral acompañada de la necesaria cuota de gestión para remediar las heridas sangrantes de un paciente en terapia intensiva.
 
La violencia se ha apoderado de una comunidad violenta y al mismo tiempo demasiado débil para, más allá de su enojo y crispación actual, darse cuenta que la corrupción es la madre de casi todos los males que hoy padece.
 
Es que un pueblo que se acostumbró a no darle importancia al robo sistemático de sus impuestos, de su esfuerzo, está impregnado en gran medida del mismo flagelo que tienen sus gobernantes y adopta la misma postura diaria para vivir o sobrevivir.
 
Así el cambio profundo que se necesita para restaurar un cuerpo social altamente dañado con enfrentamientos y caos de de valores, asoma muy lejano.
 
El viejo dicho de los 90, estamos mal pero vamos bien, no aplicó en ese entonces y tampoco hoy.
 
Estamos mal y vamos mal, sale del gastado relato y se acerca a la verdad; guste o no guste.

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