Encuentro histórico entre dos papas

Por primera vez desde 1418, cuando renunció el papa Gregorio XII, dos pontífices pudieron reunirse, cara a cara, para reflexionar juntos sobre la situación de la Iglesia Católica. El papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco se encontraron en la residencia de los pontífices situada en Castel Gandolfo, apenas diez días después de la elección del sucesor de Joseph Ratzinger.



El encuentro con su antecesor seguramente permitió al papa Francisco conversar en profundidad respecto de algunos aspectos que tienen que ver con el gobierno y el funcionamiento de la Iglesia Católica, que presumiblemente influyeron en la decisión de Benedicto XVI de renunciar al papado, el 28 de febrero pasado.
Para esa histórica reunión, el papa Francisco se desplazó algunos kilómetros al sur de Roma, donde, apoyado en un bastón, lo esperaba emocionado Benedicto XVI.
Tras el abrazo cordial de los dos hombres de blanco, ambos se dirigieron a la capilla para rezar juntos. El papa emérito -que evidenció su fragilidad física le cedió el puesto de honor a su sucesor, quien rechazó la invitación al señalarle que lo consideraba un hermano. Fue entonces cuando ambos rezaron arrodillados en el mismo banco.
Con posterioridad, ambos líderes de la Iglesia se reunieron a solas en la biblioteca privada del lugar donde temporariamente reside el papa emérito. Allí conversaron durante 45 minutos.
Francisco le obsequió a su antecesor un ícono con la Virgen de la Humildad, en homenaje "a la humildad y la ternura demostradas por Benedicto XVI a lo largo de su pontificado", según afirmó.
Después del encuentro, ambos almorzaron con sus respectivos secretarios, Georg Ganswein y Alfred Xuareb, tras lo cual Francisco regresó al Vaticano.
Por el momento, se desconoce el contenido de esas conversaciones. Incluso, podría quedar para siempre en secreto. Se supone, sin embargo, que analizaron todo lo sucedido como consecuencia de las revelaciones del denominado VatiLeaks, las filtraciones en Internet de documentos confidenciales del Vaticano, que incluyen intrigas, enfrentamientos y supuestos casos de corrupción.
Benedicto XVI había ya entregado directamente al nuevo papa un informe reservado que un grupo de cardenales preparó tras estallar ese escándalo. Según trascendió, también habría dejado a Francisco un largo memorando, escrito de su puño y letra, sobre otras cuestiones trascendentes vinculadas con el gobierno de la Iglesia.
Cabe señalar que el flamante Sumo Pontífice había hablado previamente por teléfono con su antecesor tan pronto fue elegido y se había referido pública y reiteradamente a él como "mi predecesor, el querido y venerado papa Benedicto XVI". Este último, a su vez, muy pocas horas antes de dejar el papado, había señalado a los cardenales: "Entre vosotros está el futuro papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia".
El encuentro fue ciertamente un momento de profunda comunión entre ambos hombres que permitió al ahora ex cardenal Jorge Bergoglio expresar con esa visita su gratitud y la de todos los fieles hacia Benedicto XVI, al tiempo que posibilitó a este último renovar la lealtad, reverencia y obediencia que debe a su sucesor.
Las imágenes de dos papas rezando humildemente juntos, saludándose con gran afecto y hablando con absoluta cordialidad son vivificantes, en momentos en que Francisco comienza a enfrentar la responsabilidad de conducir a la Iglesia Católica, acercándola a sus 1200 millones de fieles en todo el mundo.

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