Si Cristina no baja la inflación, su popularidad será efímera

La evaluación de precios que lleva la consultora Ecolatina dice que en octubre algo anduvo mal y ese índice se elevó 2,4% respecto al mes anterior. La mayor parte del incremento del mes responde al alza en el precio de los alimentos, en especial en carnes, frutas y verduras. Desde que comenzó el proceso inflacionario en 2007, los alimentos treparon siempre por encima del nivel general de precios. En 2010 este fenómeno se exacerbó y el capítulo Alimentos y bebidas acumula un alza de 31,7%. Algo no funciona en la estrategia de Guillermo Moreno, secretario de Comercio.

| 08/11/2010 | 16:47


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ecolatina). El capítulo Alimentos y Bebidas explica cerca de 60% (13,3 p.p.) de la inflación total acumulada en el año. Dentro de los alimentos, el que presenta la mayor incidencia es la carne: subió 54% entre enero y octubre.

El problema radica en que cuando la suba de precios es motorizada por los alimentos, la inflación termina por afectar relativamente más a los sectores de menores recursos, frenando la reducción de la pobreza y la indigencia.

La carne, frutas y verduras representan más de la mitad del costo total de la Canasta Básica Alimenticia (CBA) que se ubica actualmente en $ 1.157 para una familia tipo, o sea 32% más que a fines del año pasado.

Por su parte, adquirir la Canasta Básica Total (CBT), que define el umbral de la pobreza, le cuesta a una familia tipo $ 2.317. Ese valor representa un incremento de $ 515 acumulado en el año (+27,2%).

Los picos inflacionarios registrados en 2010, lejos de responder a factores exógenos, se derivan de la regulación del mercado vacuno (iniciada en 2006) que terminó por afectar la oferta de carne disparando los precios.


La inflación condiciona las mejoras sociales

Luego de un 1er. trimestre muy complicado, la inflación comenzó a registrar tasas más moderadas aunque aún elevadas en torno de 1,7% mensual. Pero en octubre el IPC Ecolatina volvió a acelerarse y se elevó 2,4% respecto al mes anterior.

Si bien muchos de los componentes del índice (como taxis, indumentaria, peajes, turismo y cigarrillos, entre otros) evidenciaron subas considerables, la mayor parte del incremento del mes responde al alza en el precio de los alimentos, en especial en carnes, frutas y verduras.

Cabe destacar que la elevada incidencia de los alimentos en la inflación no es un elemento exclusivo de este mes sino que, por el contrario, es uno de los rasgos más distintivos de los últimos años. En efecto, desde que comenzó el actual proceso inflacionario en 2007, los alimentos treparon siempre por encima del nivel general de precios.

En 2010 este fenómeno se exacerbó y en los primeros 10 meses el capítulo Alimentos y Bebidas acumula un alza de 31,7%, 9,3 puntos porcentuales (p.p.) más que el registro general del IPC Ecolatina (+22,4%). De esta manera, el capítulo explica cerca de 60% (13,3 p.p.) de la inflación total acumulada en el año.

Dentro de los alimentos, el que presenta la mayor incidencia es la carne . Con una suba promedio de 54% entre enero y octubre, este rubro explica más de 35% del alza del capítulo. En otras palabras, uno de cada cinco puntos de inflación total responde al fortísimo aumento en el precio de la carne.

El impacto de los alimentos es tan significativo que si se extrajera del cálculo, la suba de precios acumulada en lo que va del año sería 6,7 p.p. menor (+15,7% vs 22,4%).

El problema radica en que cuando la suba de precios es motorizada por los alimentos, la inflación termina por afectar relativamente más a los sectores de menores recursos . Ello es así porque esta porción de la población destina una mayor proporción de sus ingresos a la compra de bienes esenciales.

Además, los alimentos que registran los aumentos de precios más elevados son justamente aquellos que integran la Canasta Básica Alimenticia (CBA), que mide la línea de la indigencia. La carne, frutas y verduras representan más de la mitad del costo total de la CBA que se ubica actualmente en $ 1.157 para una familia tipo, o sea 32% más que a fines del año pasado.

Por su parte, adquirir la Canasta Básica Total (CBT), que define el umbral de la pobreza, le cuesta a la misma familia $ 2.317. Ese valor representa un incremento de $ 515 acumulado en el año (+27,2%).

A pesar de los argumentos oficiales el encarecimiento de los alimentos impacta directamente sobre los indicadores socioeconómicos, frenando la reducción de la pobreza y la indigencia. Para peor, la fuerte suba de octubre augura un cuarto trimestre complicado en materia inflacionaria.


El precio de la carne se ajusta a la realidad de la oferta

Uno de los factores que genera presiones inflacionarias es el desequilibrio existente entre la oferta y la demanda de bienes. En el caso de los alimentos, los fuertes aumentos de los últimos años estuvieron asociados fundamentalmente a las serias dificultades en la provisión de los mismos, en un contexto en el que la demanda se mantuvo en niveles elevados.

Por ejemplo, se puede apreciar el salto en los precios como consecuencia del shock que generaron las heladas en la normal disponibilidad de frutas y verduras, así como también la presión alcista que imprimió la crisis con el campo a raíz de la disminución de sus actividades.

Pero nuevamente los picos inflacionarios registrados en 2010, lejos de responder a factores exógenos (como el clima), vuelven a derivarse de la falta de previsión de la política oficial en materia agropecuaria. La regulación del mercado vacuno desde inicios de 2006 terminó por afectar la oferta de carne disparando los precios.


En octubre se registró otro fuerte incremento de precios de la carne vacuna: los cortes que componen el IPC Ecolatina aumentaron 7,5% y acumulan 82% en los últimos doce meses. Esta suba interanual es similar a la registrada en todo el período comprendido entre enero de 2006 y octubre de 2009.

Cabe destacar que con las medidas aplicadas (precios máximos y cierre de exportaciones, entre otras), hasta fines del año pasado los aumentos de la carne siempre se ubicaron por debajo de la variación general de los alimentos. De esta forma, la carne restaba artificialmente presión sobre la inflación.

La liquidación del stock vacuno de 55,5 a 47,7 millones de cabezas en los últimos cuatro años cubrió inicialmente la demanda sin generar presión sobre los precios. De hecho, el consumo de carne se mantuvo cerca de 70 kg por persona hasta 2009. Sin embargo, los cambios en las reglas de juego terminaron por comprometer a la oferta y este año los precios comenzaron a plasmar esa realidad.

Actualmente el ingreso promedio en el Mercado de Liniers es el más bajo de los últimos quince años, mientras que el Índice Novillo alcanzó en octubre una variación de 134% respecto al mismo mes del año pasado (había subido “sólo” 40% en los tres años anteriores).

Frente al nuevo escenario, la producción ganadera recobró su atractivo: se retienen animales para engorde y disminuyó la participación de las hembras en la faena a niveles similares a los de diciembre de 2005 (40,3%). La contracción de la oferta se relajará en el mediano plazo, pero el ajuste actual de los precios forzó a una fuerte contracción de la demanda: el consumo per cápita bajó a 58 kilos, un nivel similar al mínimo histórico registrado en 2002.

Pese a las persistentes señales de desinversión en el sector productor (dadas por la elevada liquidación de vientres), la política ganadera oficial en los últimos cuatro años no sólo agregó incertidumbre sino que evitó corregir el rumbo que se presentaba cada vez más cierto. De hecho, se descontaban las consecuencias negativas ahora observadas.

Los aumentos anunciados como éxitos en las cantidades exportadas o el consumo alcanzado sólo fueron sostenidos con niveles récord de faena, derivados de una disminución de los stocks en lugar de un incremento en los rodeos. Más aún en el corto plazo los precios se mantendrán elevados, pues la recomposición de animales no será inmediata dado su ciclo biológico.

El aumento de la demanda interna y externa podría haber sido un incentivo extraordinario para ampliar la producción, como fuera el caso de la política aplicada en Brasil. Aquí finalmente el ajuste lo realizó el mercado dando lugar a una etapa de reacomodamiento. Cabe esperar una correcta lectura de la situación para promover equilibradamente un incremento de la oferta y la demanda de carne.

De todas formas, mientras se desestime a la inflación como problema y se descarte la implementación de una política coordinada para acotarla, la suba de precios continuará elevada.

Lamentablemente, las consecuencias del desentendimiento oficial sobre el tema las sufre el consumidor y, en el caso particular de los alimentos, la población de menores recursos.

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