Cristina quiere jugar de local, pero Macri amenaza con jurar ante la Corte

A Cristina Fernández, los "40 millones de argentinos" le aguaron la fiesta. El triunfo de Mauricio Macri en el pasado balotaje del 22/11 le cambió los planes que tenía para el próximo 10/12, en lo que será un histórico traspaso de mando que quedará en las páginas de la historia argentina. El lugar donde se hará dicho acto protocolar es una incógnita, porque no está previsto en la Constitución Nacional, pero sí la jura. "Al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente prestarán juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea, respetando sus creencias religiosas, de: "desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o vicepresidente) de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina", establece el artículo 93. Ahora, la presidente saliente tiene dos opciones: o bien jugar de local en el Congreso), o bien de visitante en la Rosada. Sucede que, como todo partido de fútbol en la Argentina, el evento amenaza con terminar de manera bochornosa.


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A la mecha sobre dónde se hará efectivo el traspaso de mando la encendió el kircherismo desde el minuto cero.
 
El triunfo de Mauricio Macri le aguó la fiesta a Cristina Fernández, quien tenía preparado en su mente el copamiento de la Plaza de Mayo y de los dos congresos. Con Scioli como ganador -creía- todo sería mucho más fácil, porque de hecho el aparato militante con el que contó el motonauta durante toda la campaña fue del oficialismo y en ese "soñado" 10 de diciembre "todo el pueblo" estaría rendida a sus pies. 
 
La idea de tomarle juramento a su candidato "ante el Congreso reunido en Asamblea" y luego transitar las calles porteñas hasta llegar a la Casa Rosada con un auto descapotable, saludando a los presentes (todos de La Cámpora, el Movimiento Evita, la JP Descamisados y demás organizaciones afines), estaba fija. Pero eso hoy es utopía y será cuestión de centrarse en la realidad.
 
Cuenta, el periodista del multimedios Clarín, Eduardo Van der Kooy, que "Julián Domínguez (presidente de la Cámara de Diputados) había acordado el lunes (30/11) con el macrista Monzó, su sucesor, que la jura de Macri se haría, como corresponde, ante la Asamblea Legislativa, pero el traspaso del mando en la Casa Rosada. Se trata simplemente de una cuestión de usos. Y de gustos: el macrismo sabe que los balcones interiores del parlamento han sido reservados para los militantes K. Los Kirchner tomaron la costumbre de utilizar el Congreso en su largo ciclo. Pero otros presidentes (Raúl Alfonsín y Carlos Menem) optaron por la Casa Rosada. El diputado Eduardo de Pedro, que es secretario de la Presidencia, desautorizó a Dominguez. Aquella negociación naufragó.
 
La intransigencia kirchnerista no ha logrado mutar la postura del presidente electo. ¿Qué pasaría si persistiera el desacuerdo? ¿Si Cristina se siguiera negando? El mando lo podría entregar el vicepresidente. Hace rato que Amado Boudou no atraviesa un buen momento político. Pero ayer ese momento se ensombreció más. (El fiscal) Ariel Lijo estaría a punto de enviar la causa del escándalo Ciccone a juicio oral y público. Norberto Oyarbide lo llamó a indagatoria por una investigación sobre dádivas. Nada edificante para exhibirse en la ceremonia principal del 10 de diciembre. Tampoco el vice sería la última carta. Ricardo Lorenzetti estaría en condiciones de transferir el mando a Macri. Un epílogo, quizás, digno de Macondo", asegura en su columna de este miércoles 2/12.
 
"No puede ser en la Casa de Gobierno, no lo dice la ley; con todo respeto, no puede ser en Barrio Parque", ironizó el Jefe de Gabinete saliente, Aníbal Fernández, en su conferencia del pasado martes 1/12.
 
Y rápidamente salió a responderle el entrante, Marcos Peña: "La actitud que han tenido es de querer seguir gobernando como si no hubiera ningún cambio. Ojalá que prime la cordura, es algo nuevo para ellos, nunca han abandonado el poder, y para nosotros es la primera vez. Estamos enormemente tranquilos y felices. Va a ser una fiesta de la democracia, creo que nadie se va a atrever a empañar una fiesta de la democracia", apuntó.
 
Luego, remarcó: "No creo que nadie se anime a arruinar ese día, el día de la democracia es sagrado, celebramos todos juntos. Ese día no le pertenece a ninguna fuerza política".
 
Es que Cristina quiere las plazas copadas por las organizaciones afines (una de ellas manejadas por su hijo, Máximo Kirchner) y también los palcos del Congreso de la Nación. Si la presidente saliente logra que todo el acto sea ante ambas cámaras, que representan al pueblo argentino, conseguirá entonces el segundo objetivo, porque los invitados a dicha ceremonia son determinados por los presidentes de las mismas (Julián Domínguez de Diputados y Amado Boudou de Senadores), quienes le solicitan posteriormente a la Casa Militar que envíe las cartas de invitaciones correspondiente a cada uno de ellos.
 
En cambio, si la entrega del bastón es en la Rosada, los invitados son determinados por ambos presidentes. Algo que significará un gran dolor de cabeza para ella.
 
Sin embargo, hay otra carta que está barajando la -hasta el 10/12- primera mandataria: "Cristina puede dejar la banda y el bastón en la Corte Suprema”, sostuvo el dirigente Emilio Monzó (diputado electo del PRO), quien se mostró intransigente respecto a modificar la iniciativa planteada desde Cambiemos. Asimismo, el legislador electo indicó que hay "un antecedente" en ese sentido y fue el caso de José María Guido, quien en 1962, por encontrarse primero en la línea de sucesión presidencial asumió las funciones en la Corte Suprema tras el golpe militar del 29 de marzo de 1962 que derrocó y detuvo al presidente Arturo Frondizi.
 
"Tomamos la autoridad de la Cámara desde la hora cero del 10", agregó el funcionario del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien además advirtió que el kirchnerismo "quiere hacer de esta asunción una fiesta de despedida" de la Presidenta.

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