Sabella goza del viento de cola que gozó Cristina

La selección argentina de fútbol se clasificó para al menos ser considerada una de las cuatro mejores del mundo. Con la mano en el corazón, sin fanatismo, Argentina tiene/tuvo mucha suerte. Individualidades, que no conforman un equipo, jugaron con rivales muy pobres y así y todo costó mucho llegar a esta instancia. Similar contexto tuvieron los Kirchner para torcer la historia argentina; sin embargo, se han perdido doce años y lo que viene es preocupante. Aún triunfando en Brasil el equipo nacional, la fiesta será muy corta.


por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La selección de la Argentina clasificó para las semifinales del Mundial 2014 en Brasil.
El seleccionado nacional tuvo, como el gobierno de los Kirchner, todo el viento a favor.
El viento de cola de haber jugado en su fase clasificatoria con equipos de escasa valía; sin embargo no convenció a nadie, salvo a aquellos muy fanáticos que quieren, como los ultra K, convertir todo en un gesta épica. Hasta ahora, sólo el partido contra Bélgica se salva de esa mediocridad.
Hasta entonces, el fútbol argentino expuso lo mismo que el gobierno  de los Kirchner.
Son individualidades que no comulgan un idioma único que permita visualizar un trabajo en equipo. Con un agregado importante, los integrantes del combinado del más popular deporte son al menos habilidosos.
Los casi doce últimos años de los Kirchner en el gobierno del país están signados por la desgracia de ser quien Néstor fue y Cristina sigue siendo.
Ambos, en proporciones diferentes, hicieron un destrozo social imposibe de creer y muy difícil de remediar.
Enfrentaron y cultivaron una cuota de odio inconmensurable entre las  clases sociales y entre los integrantes de las mismas familias.
Cerraron el diálogo con todos aquellos que pensaran distinto y se pelearon con el mundo con el que más hay que congeniar; el poderoso.
Todos los otros problemas que han acumulado y no encuentran tratamiento de solución alguna, como:
> La pavorosa inseguridad,
> La preocupante y alta inflación,
> La pérdida del autobastecimiento de gas y petróleo,
> La enorme cantidad de pobres e indigentes que es similar a la década de los 90,
> El deterioro educativo,
> El escandaloso empleo en negro,
> La recesión enciernes que comienza a asociarse a suspensiones y desempleo,
> La vulneración de la Constitución Nacional y de leyes fundamentales,
> El clientelismo que alimentó subsidios que degeneraron en generaciones enteras sin ninguna capacidad para abordar un trabajo digno,
> La impunidad desvergonzada de funcionarios de todos los niveles para enriquecerse y comenter actos lindantes con hechos de corrupción,
> La elocuente destrucción de la justicia independiente,
> El convertir el Congreso en una escribanía del Ejecutivo,
> La falta de independencia del Banco Central,
> El asesinato de la moneda nacional,
> El inquietante e incesante avance del narcotráfico,
Y, tantos otros infortunios de peligroso y conflictivo tenor formarán parte una aplastante herencia de doce años no solo perdidos, sino de un gigantesco esfuerzo que habrá que hacer para solucionar, una vez que este desastroso ciclo finalice.
Algunos de estos enormes desafíos encontrarán más rápida solución que otros.
El que demandará décadas recomponer es el quebranto social. Un complejo enfrentamiento que puede poner al país al borde de episodios indeseables.
Nada parece detener el desatino de la Presidente de la Nación, que en lugar de enfrentar los temas centrales, se dedica a cosas irrelevantes como el desplazamiento del monumento a Cristóbal Colón, el emplazamiento de tributos a personalidades de la historia o la inauguración de obras que deberían contar con la presencia de un intendente. Nunca de una mandataria que parece no darse cuenta que está acosada por su propia impericia.
Ni qué decir del caótico cuadro de un vicepresidente procesado por actos de corrupción no menor. Este ,con un séquito de amigos, quiso quedarse con una imprenta para fabricar papel moneda.
Una pregunta que cae como fruta madura del árbol es si un ministro de Economía puede llegar a tanto sin conocimiento de sus superiores, vale decir de Néstor Kirchner en vida, y en simultáneo o luego de la propia Cristina Fernández, más cuando esta eligió a dedo justamente a ese relavente funcionario nacional,  Amado Boudou, como vicepresidente de su segunda fórmula electoral.

La foja de hechos de corte delictivo del presidente del Senado y vice de la Nación no termina ahí; se le acumulan otras causas de menor significancia en comparación con la señalada, pero inaceptables para la segunda autoridad de la República.
En el medio de todo este dantesco marco de desazón para la mayoría de bien que habita el suelo de José de San Martín, se multiplican las ridiculeces en la forma circense en que La Rosada ha abordado el tema de los fondos buitres.
¿Este show para la tribuna será una cortina de humo para tratar de pasar a un segundo plano, junto con el Mundial, el tema del procesamiento de Boudou?
El bolsillo de los argentinos que soporta una inflación  anualizada global del 39% y de precios de los alimentos que llega al 47%; no permite albergar la posibilidad que el humo que fue empleado repetidamente por la usina de marketing del gobierno, brinde el mismo resultado en el presente.
Si el seleccionado argentino llega a triunfar y coronarse campeón del mundo de fútbol, cosa que está por verse, la fiesta será corta y tampoco servirá para creer que somos lo mejores jugando con un rejuntado de invidualidades; ni tampoco, que tal hazaña podrá poner remedio a tantas preocupaciones que invaden a 40 millones de habitantes, en mayor o menor medida.
Muchos menos, cuando la oposición, dentro o fuera del justicialismo, es tan pobre como la resquebrajada comunidad de la cual emerge.

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