Reflexiones "dinosáuricas"

El que esto escribe es un dinosaurio asumido como tal y por lo tanto es muy conciente de que el contacto que tiene con las tecnologías es prácticamente nulo. En efecto, sigo aferrado al teléfono fijo, pues el celular no ha entrado aún a mi vida, escribo a mano, a mano quiere decir sin siquiera la antiquísima Olivetti y ustedes, queridos lectores, acceden a estas líneas gracias a computadoras ajenas donde trabajan arduamente -para descifrar una letra cursiva y algo confusa- secretarias, representantes y demás empleados que en otra vida deben haber sido escribientes del antiguo Egipto.


Por Enrique Pinti  |  Para LA NACION

Tampoco manejo tuits, mensajes de texto y todo el resto de posibilidades de redes sociales. No obstante, mi memoria, mi grado de observación y la experiencia vital de setenta y cinco años me han permitido desarrollar una existencia bastante rica y de variadas sensaciones.
Es por eso que, con el más reverencial respeto a los adelantos tecnológicos y a las enormes ventajas que han aportado a investigaciones, estadísticas e infinidad de datos útiles para estudiar con una velocidad asombrosa lo que hace treinta años era mucho más lento y engorroso, debo decir que los problemas humanos, los dilemas, las calamidades y las consecuencias de las acciones erróneas de gobernantes y gobernados siguen siendo las mismas de siempre, y cuando digo siempre quiero decir desde los tiempos más remotos.
Asevero esto porque últimamente escucho con demasiada frecuencia afirmaciones categóricas dichas como sentencias inapelables expresadas por improvisados pseudo genios con cara de cancheros Nostradamus último modelo que pretenden explicar problemas que aquejan a nuestro país y a la humanidad entera con el latiguillo que dice: "Los gobiernos atrasan muchos años, no toman conciencia de que hoy en día un nene de cinco años maneja redes sociales y se entera de todo, no están a la altura del desarrollo tecnológico y ellos (los gobiernos) siguen aplicando teorías arcaicas".
Todo eso puede ser objetivamente cierto, en efecto los niños de hoy mandan mensajes de texto mucho más frecuentemente que sus padres y abuelos y los gobiernos pueden parecer estar instalados en un mundo que ya no es el mismo, pero ese chico que manda textos y tuits tiene las mismas necesidades que los infantes de hace cien años, necesita afecto, guía, educación, contención y límites razonables para no creerse ni ombligo del mundo ni cero a la izquierda.
La tecnología de avanzada no ha podido resolver los temas de fondo que hacen a la seguridad, la educación y la salud que tanto necesita la humanidad abandonada, desorientada y en millones de casos hambrienta e incomunicada.
¿Qué quieren decir estos "profesores televisivos" con cara de sabelotodo con esas expresiones superficiales de que los problemas se solucionarían adecuando las acciones gubernamentales a las tecnologías de punta? ¿Acaso desde nuestra Presidenta a Obama no comunican con redes sociales a granel sus actos y opiniones? ¿No se aplican todas esas técnicas para comunicar al pueblo las exigencias en el pago de impuestos hechos obligatoriamente por Internet? ¿Y esto ha cambiado sustancialmente para bien de los pueblos? ¿No nos siguen pareciendo abusivos los famosos impuestos tal como le parecían a los vasallos medievales ó a los burgueses del siglo XVIII en la Francia de los Luises?
Las formas cambian y está bien que eso ocurra. Nadie pone en duda el hecho de que esos cambios pueden ayudar y lo han hecho en todos los campos del saber, no pueden negarse los mejoramientos en tratamientos de enfermedades otrora terminales y hoy crónicas y tratables, pero de ahí a decir que las eternas desigualdades sociales injustas y crueles se van a solucionar mandando tuits hay una distancia sideral.

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