Néstor se pasó de la raya: Los usuarios de banda ancha no quieren quedar rehenes de las 'telcos'

Resulta ridículo que Néstor Kirchner haya decidido, para vengarse de Héctor Magnetto, castigar a millones de abonados a un servicio de conexión de banda ancha que es previo a Grupo Clarín (lo creó Eduardo Eurnekian en los prósperos '90 que ahora el ladriprogresismo rechaza a libro cerrado).

EDGAR MAINHARD | 19/08/2010 | 16:26


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El 'obsequio' que Néstor Kirchner acaba de anunciar a favor de las telefónicas, las que sin merecerlo, pueden quedarse con los abonados de Fibertel, es otro paso en la ofensiva de Kirchner contra Grupo Clarín.

Kirchner decidió disponer de las conexiones de millones de usuarios, facilitarle un negocio adicional a empresas que no están en condiciones de absorber, con un servicio equivalente, semejante masa de abonados a Fibertel, y demostrar a políticos, empresarios y sindicalistas que puede castigar a Héctor Magnetto por reunirse, sin su autorización, con dirigentes del Peronismo Federal, con la Unión Industrial Argentina/Asociación Empresaria Argentina y algunos líderes de la UCR.

De paso, cree Kirchner, castiga un poco más a la clase media y media-alta, que no es kirchnerista y que es consumidora del servicio de Fibertel.

Con similar discrecionalidad, Kirchner intentó recientemente que Telecom Italia vendiera sus acciones en Telecom Argentina, luego buscó forzar a los Werthein a salirse del negocio, y terminó derrotado en ambos intentos. Nada hace pensar que esta vez le irá mejor en los tribunales.

Pero, en el interín, le hará perder tiempo y dinero a mucha gente. No solamente a empresas sino también a particulares. A Kirchner no le importa porque en su planeta a veces ni siquiera vive Cristina... pero cuando los Kirchner se quejan de que en el mundo se cuestiona la seguridad jurídica en la Argentina, ya no deberían lamentarse. La cuestión es evidente.

¿Por qué no ocurre el proceso de inversiones directas que precisa la economía argentina? Por acciones tales como las que anunció Julio De Vido contra Fibertel.

¿Por qué los Kirchner gozan de tan bajo reconocimiento en los sectores medios? Por la violencia implícita en sus decisiones, no solamente al utilizar el Estado como un activo personal -bien 'a lo Menem'- sino por su discrecionalidad al involucrar a terceros en sus disputas individuales (en este caso con su ex aliado Magnetto).

Para la sociedad de la información, todo esto es un retroceso. Y ocurre la paradoja de que Cristina obsequia computadoras a la sociedad pero, a la vez, le resta capacidad de conexión. Entonces ¿para qué sirven las computadoras?

Alguien dirá que esos niños que reciben las computadoras de Cristina no son abonados a Fibertel. Pero no es cierto. Considerando que la capacidad de conectividad de la sociedad hoy es limitada, los niños que reciben las computadoras de Cristina pueden conectarse porque parte del público (el que puede pagar Fibertel), se vuelca a esa opción y no satura la capacidad de las 'telcos'.

Luego, si a los Kirchner les preocupara tanto la conectividad, estarían obsequiando banda ancha inalámbrica gratuita en parques y plazas u otros espacios públicos. Pero los Kirchner solamente quieren vengarse de Magnetto y acercarle un negocio a algunos amigos. No se trata de practicar la democracia cibernética.

Desde 2003, Kirchner siempre fue condescendiente con las telefónicas, y eso corrobora su falso progresismo, y la condición vengativa del anuncio sobre Fibertel. Es más: la portabilidad numérica que acaba de anunciarse solamente ocurre porque la Secretaría de Comunicaciones perdió un juicio en 1ra. y 2da. instancia y es previsible que también perderá en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Toda esta batalla es ridícula desde hace tiempo y, lo que es más grave, Kirchner la pierde en términos de medios de comunicación. No solamente porque su discurso es impopular cuando aborda eventos como el de Fibertel sino porque todas las bocas de expendio que ha promovido desde que inició su guerra con Clarín, suman onerosos fracasos en términos populares.

Y. mientras tanto, se pasa la vida...

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