Los usos de Carrió

¿En qué consiste y qué propósitos se propone el cada vez más desconcertante accionar político de la diputada Elisa Carrió?
Chaqueña nacida y criada en Resistencia, a cinco meses de cumplir 54 años es todavía una política joven.


Se graduó de abogada a los 22 y debutó en política a los 38 años, como convencional radical en la Constituyente de 1994 que plasmó el Pacto de Olivos. Pero ya en marzo de 2001 se había ido de la UCR para participar de la fundación de ARI, un partido nuevo, junto al Partido Socialista. Eso se rompió al poco tiempo porque Carrió rechazó apoyar la despenalización del aborto.
La segunda de una extensa serie de rupturas fue marzo de 2003, cuando se va Mario Cafiero.
En las elecciones presidenciales de 2003 Carrió fue como candidata presidencial en tándem el conservador Partido Demócrata de Mendoza y Gustavo Gutiérrez como candidato a vicepresidente. Sacaron el 14% de los votos y entraron quintos, mientras que Ricardo López Murphy entro tercero.
Nueva escisión de inmediato: conquistada por los Kirchner, Graciela Ocaña es designada en 2004 interventora del PAMI. En 2007 llega a ministra de Salud Pública de Cristina Kirchner.
Las fugas continúan en 2006, cuando se va primero Fernando Melillo, presidente del ARI en la ciudad de Buenos Aires, pero la propia Carrió también se va de su partido, para quedar “liberada”, alega de los condicionamientos partidarios. Funda entonces la Coalición Cívica con otras fuerzas, como la GEN de Margarita Stolbizer.
Nueva postulación presidencial en octubre de 2007: Carrió va por la Coalición Cívica y llega segunda con el 23% de los votos, tras el 45% de Cristina Kirchner. La Coalición Cívica logra su primera gobernación, Fabiana Ríos en Tierra del Fuego. En la provincia de Buenos Aires, la candidata a gobernadora Margarita Stolbizer obtiene el segundo lugar.
Tras el triunfo de Cristina Kirchner, se aleja de Carrió el grupo llamado primero ARI Autónomo y luego Solidaridad e Igualdad (SI), integrado por los diputados Eduardo Macaluse, Carlos Raimundi, María América González, Leonardo Gorbacz, Lidia Naim, Emilio García Méndez, Delia Bisutti, Verónica Benas y Marta Maffei. Macaluse afirma al irse: “Carrió lidera una secta”.
Ya gobernadora fueguina en 2007, Fabiana Ríos también se aleja de Carrió. Stolbizer abandona la CC poco tiempo cuando Carrió convierte en partido a esta alianza.
En el Congreso, uno de los dos únicos senadores nacionales elegidos como representantes de Carrió, el porteño Samuel Cabanchik, se va también de la CC. Forma el mono bloque Proyecto Buenos Aires Federal (Probafé) en 2009.
Para la campaña electoral de 2009, Carrió integra el Acuerdo Cívico y Social (ACyS) con el radicalismo, el socialismo y el GEN. Se acerca mucho a Ricardo Alfonsín, a quien insiste en llamar “Ricardito”. El hijo del ex presidente tiene dos años más que ella.
Hace una quincena, al participar Alfonsín de una ceremonia institucional en su Chascomús natal junto a la Presidente, Carrió lo ataca públicamente. Sarcástica pero punzante, elogia su hombría de bien, aunque lo pinta como muy ingenuo. Este fin de semana, mortificada por sus palabras, va por más: dice que Ricardo es mejor persona que Raúl Alfonsín.
Desde su pelea en 1999 contra el fallecido Bravo, en diez años, Carrió se ha enfrentado sin parar con todos sus aliados.
Fabrica alejamientos. Estimula rencillas. Suscita separaciones.
La otra semana atacó al gobernador santafecino Hermes Binner, que desde 2007 conduce la provincia al frente de una alianza radical-socialista.
A Elisa Carrió ninguna alianza, acuerdo o romance político le dura. Siempre se siente agraviada, decepcionada y despechada.
Aunque tuvo coraje para denunciar sin ambigüedad la corrupción política y empresaria, no se muestra como verdaderamente apasionada por la gestión gubernativa. Solo se exhibe confortable en el papel de fiscal de la república.

Pero Elisa Carrió se enfrenta ahora a una era de penuria, de cara a las presidenciales de 2011, en las que es muy poco probable que pueda ser de nuevo candidata.
Su temible verborragia es predatoria. Criticó en una misma semana a Alfonsín, Binner, Stolbizer y Cobos. ¿Qué le queda al incontinente Aníbal Fernández? Los peronismos en lidia, el kirchnerista y el disidente, están de parabienes.
Carrió facilita al Gobierno y a sus rivales de la interna peronista el mejor argumento. Acredita la noción de que la oposición es incurable en sus intrigas intestinas. ¿A quién le sirve esa artillería incesante que Carrió dispara contra sus “aliados”?

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