Hoy San Miguel de Tucumán es la capital de la Argentina

Carlos Abrehu recuerda en La Gaceta, de San Miguel de Tucumán: "Carlos Menem dejó su impronta en la historia cuando en 1991 decretó que esta ciudad fuera capital de la República el día de la Declaración de la Independencia. Fue una apuesta destinada a cambiar el clima en Tucumán y preparar el camino para el triunfo del peronismo en septiembre de ese año. La celebración de hoy reconoce el dato del '91, pero su inserción en el Bicentenario le agrega potencialidad política. Cristina Fernández y José Alperovich también esperan obtener réditos con miras a 2011, el decisivo año electoral. Los espectáculos le dan otro matiz."

NORA LÍA JABIF | 09/07/2010 | 09:29


(La presidente Cristina de Kirchner llega al mediodía a San Miguel de Tucumán, acompañada por su esposo, el diputado nacional ausente y secretario general de la Unasur, Néstor Kirchner, y casi la totalidad de Gobierno Nacional para participar de los actos por el 194º aniversario de la Declaración de la Independencia, que viajan en 3 aviones (2 de la Fuerza Aérea Argentina y el Tango 01, en el que la jefa de Estado continuará luego, a las 16:00, viaje a China), que arribarán al aeropuerto Benjamín Matienzo. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien se encuentra fuera del país, será el único ausente. Néstor Kirchner, luego del acto y tras despedir a su esposa, Cristina, regresará a Ciudad de Buenos Aires).


LA GACETA (San Miguel de Tucumán). Como pasa siempre en julio, Tucumán se viste de fiesta. Y más este año, con el valor agregado de los festejos por el Bicentenario, que han generado una agenda cultural y de espectáculos diversificada y para todos los gustos. Por ese bonus track llegan, entre otros, Charly García y el Chaqueño Palavecino (dos emblemas de la música popular, que satisfacen a públicos diferentes, y que prometen reventar la plaza Independencia). Y llegaron, también, Miguel Angel Estrella, la Sinfónica Nacional, el Coro Polifónico nacional y dos orquestas y coros juveniles (de escuelas de barrios tucumanos) nacidas en el marco del llamado "proyecto del Bicentenario", que impulsan el Ministerio de Educación y la Secretaría de Cultura de la Nación. El escenario elegido ayer para la primera escala de una fiesta que se prolongará hasta el sábado no fue caprichoso: la antigua estación del Ferrocarril Mitre recuperó su viejo esplendor, hasta que un apagón en el escenario que se prolongó por 15 minutos amagó con aguar la fiesta. Finalmente, las cosas volvieron a su cauce ; y la fiesta continuó, a toda orquesta.

A las orquestas y a los coros juveniles los dirigió Juan Pablo Cadierno, el mismo que el domingo pasado, en una entrevista que publicó La Gaceta, opinó que la música tiene un poder de transformación individual muy importante, siempre que se la enseñe con ese espíritu. "La música, como cualquier otro hacer, puede tener un altísimo grado de narcisismo, de no muy sana competencia, de egoísmo, inclusive. De modo que si uno quiere practicar la música como un canal de inclusión, hay que trabajar en eso", afirmó Cadierno. Y "regaló" un título que a más de un despistado le sonó entonces como un mensaje subliminal por la derrota de la Argentina en el Mundial ("En una orquesta, con tocar bien no basta; hay que tocar escuchando al otro"). Cadierno sabe de qué habla: él es uno de los doce músicos que en Tucumán se han metido en barrios vulnerables, y han logrado, como dijo alguna vez otro director, Jorge Ruiz Huidobro, que los jóvenes cambien la patota de la esquina por la práctica de un instrumento.

Los músicos dicen que a los chicos los transforma el mero hecho de que les den un instrumento para que cuiden de él. Y que su pertenencia a un "equipo" los entrena para escuchar a los otros. Pero la fiesta había comenzado el lunes, cuando llegó a Lules y a Bella Vista la gigante biblioteca sobre ruedas que es propiedad del Congreso de la Nación, y en cuyo interior conviven miles de libros con diez computadoras aptas para juegos multimedia. La Gaceta estuvo en Lules, y pudo comprobar que ese día el pueblo estuvo de fiesta. Ayer, un lector luleño, Juan Bautista González, destacó, en una carta a este diario, el entusiasmo que generó el llamado "Bibliomóvil" a su paso por la ciudad pedemontana; y enfatizó que ese envión debería ser aprovechado para la recuperación de la centenaria biblioteca popular "Doctor Nicolás Avellaneda".

Pero se impone una pregunta: ¿por qué seduce el bibliomóvil llegado de Buenos Aires y languidecen las bibliotecas populares? El propio lector González acerca algunas respuestas: agrega que habría que tomar el ejemplo de Concepción, que está recuperando su biblioteca central, un edificio centenario que estuvo abandonado, y al que un grupo de vecinos decidió rescatar. La clave, parece, está en el desarrollo local; en la apropiación de su patrimonio por parte de una comunidad dada, tanto en el ámbito de la música como en el de la escritura. O en el de la plástica: esta semana, los monterizos fueron sacudidos por la noticia de que un mural que había pintado el ya desaparecido artista plástico Rodolfo Bulacio fue "borrado" por los concesionarios del local en el que estaba el friso. Sin que ello implique atenuar las responsabilidades de aquel que cometió el "desliz" de borrar una obra de arte que estaba en una pared, vale preguntarse qué hizo el municipio para preservar esa producción.

Desde que volvió la democracia a la Argentina, hace ya 27 años, se discute la diferencia entre lo que significa una cultura del espectáculo y lo que implica una política cultural. Siempre desde Buenos Aires, peronistas y radicales han discutido largamente sobre el tema: mientras el radicalismo propiciaba el concepto de "cultura participativa", el peronismo entendía que "cultura es todo lo que produce el pueblo".

Pero sigue pendiente (aunque se lo enuncie con reiterada efusividad) la necesaria federalización de las acciones culturales. En ese sentido, acciones como las orquestas y los coros del Bicentenario son un buen ejemplo, que debería multiplicarse al infinito; porque sobran las evidencias de que son islas en una provincia en la que hasta el propio gobernador ha reconocido su preocupación por la presencia creciente de la droga como economía de subsistencia. Llegados a ese punto, vuelven a resonar las palabras de Cadierno; que la cultura, por sí sola, no incluye; que hay que trabajar en esa dirección, con el ojo puesto en cada comunidad (otra vez, el desarrollo local). Y reaparecen viejas deudas, vinculadas con el desarrollo local: por ejemplo, que los talleres de Tafí Viejo bien podrían haber sido el escenario de la fiesta de anoche.

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