La relación con Estados Unidos, otra brecha que se ensancha

Una reciente designación del presidente Barack Obama podría profundizar aún más la grieta que ya existe en la relación entre Washington y Buenos Aires. Nombró procuradora general a la fiscal Loretta Lynch, una mujer con amplia trayectoria en la persecución de delitos como el crimen organizado o la violencia racial. También trabajó en el esclarecimiento del intento de atentado al aeropuerto John F. Kennedy. Cuatro personas fueron condenadas por ese hecho y la conclusión de la justicia fue que la célula terrorista tenía vínculos con Al-Qaeda y con el gobierno de Irán. El intento de atentado, que buscó la explosión de las reservas de gasolina de la estación aérea, fue en 2007 y la última condena se dictó en 2010.


Por Joaquín Morales Solá | LA NACION

Un aspecto menos público de Loretta Lynch se desconoce. Fue clave para la investigación que llevó adelante el fiscal argentino Alberto Nisman sobre el atentado a la AMIA. Lynch nunca dudó, como tampoco Nisman, de la decisiva participación de Irán en el criminal atentado a la mutual de la comunidad judía argentina. El trabajo conjunto terminó por crear una relación personal entre los dos fiscales. Lynch no sólo tiene una buena relación con Nisman, sino también con los ayudantes de éste. Uno de esos ayudantes le dijo una vez a Lynch que la fiscalía argentina podría demostrar que Irán es un Estado terrorista. La respuesta fue tajante: "No necesitan demostrarme nada. Yo sé que es un Estado terrorista".
La ayuda de Lynch consistió sobre todo en permitir que las conclusiones de Nisman fueran perfectamente probadas y que no se respaldaran sólo en versiones que podrían tener como origen los servicios de inteligencia. "La participación de ella fue crucial para elaborar el informe final sobre el atentado contra la AMIA", aseguró Nisman, consultado sobre la designación de Lynch. El cargo que ocupará ahora Lynch en Washington, si su designación fuera aprobada por el Senado, es el de virtual ministro de Justicia. Será, en efecto, la jefa del Departamento de Justicia, aunque es el único miembro del gabinete del presidente norteamericano que no tiene el título de "secretario". El título oficial es el de procurador general de los Estados Unidos.
Así las cosas, le será difícil a Cristina Kirchner explicar en Washington por qué firmó una cuerdo con el gobierno iraní para "establecer la verdad" sobre el atentado contra la AMIA , que dejó 85 muertos y 300 heridos. Sucedió hace 20 años, en julio de 1994, y ningún responsable (ni los autores intelectuales, ni los autores materiales, ni los cómplices locales) fue condenado nunca. En rigor, la justicia argentina ya había establecido una verdad: fue el gobierno de Irán el que ordenó y financió el atentado contra la mutual argentina. Esa verdad fue compartida por el gobierno de los Kirchner durante muchos años, hasta que en enero de 2013 la Presidenta dio un giro dramático a sus posiciones y firmó un acuerdo con Irán.
Casi dos años después, puede decirse que Irán congeló ese acuerdo y que la presidenta argentina se niega a denunciarlo sólo para no admitir que cometió un error. El acuerdo con Irán significó en los hechos un distanciamiento con Washington y con los principales países europeos, preocupados todos por conseguir que Teherán no avance en la construcción de armas nucleares. Cristina Kirchner se ha exhibido como pionera del diálogo con Irán luego de que Washington inició negociaciones con el gobierno de Teherán. Es una verdad a medias. En primer lugar, Washington está defendiendo sus propios intereses, no los de la Argentina. En segundo lugar, los Estados Unidos no tienen que hacer justicia con decenas de muertos y mutilados en su propio territorio soberano, como sí es el caso argentino.
La designación de Loretta Lynch se enmarca en un contexto en el que es muy probable que no haya embajador de Obama en Buenos Aires durante el resto del mandato de Cristina Kirchner. Obama ya tenía serios obstáculos para conseguir el acuerdo del Senado para su candidato a embajador, el empresario Noah Mamet, porque hasta los partidarios del presidente norteamericano lo consideraban demasiado conciliador con el gobierno argentino. Eso sucedía cuando Obama controlaba la mayoría del Senado; ahora acaba de perder esa mayoría.
La nueva relación de fuerzas en Washington se grava, además, por las decisiones del gobierno argentino. Cristina Kirchner dijo en su momento que "si le pasaba algo", sus seguidores debían "mirar al Norte". Se entendió como una clara alusión a los Estados Unidos; nadie desmintió nunca que hubiera querido decir otra cosa. Luego, le envió una carta directa a Obama retándolo de mala manera porque había nombrado a Nancy Soderberg como presidenta de un consejo asesor del Congreso. Ese consejo asesora al Parlamento norteamericano sobre el acceso público a la información del gobierno en cuestiones de seguridad nacional.
Soderberg, que trabaja parcialmente en ese consejo, integra la nómina de directivos de fondos de inversión, entre ellos la de los buitres que acosan al gobierno de Cristina Kirchner. Una posterior declaración de la administración de Obama precisó que designó a Soderberg en ese cargo asesor en enero de 2012. Alguien le había presentado a la Presidenta como hecho nuevo una decisión vieja.

DIPLOMACIA DEVALUADA

Fuentes diplomáticas argentinas señalaron que el Gobierno estudia el retiro de la embajadora en Washington, Cecilia Nahón, para dejar la relación en el nivel de encargados de negocios. En efecto, el encargado de negocios de la embajada norteamericana, Kevin Sullivan, es quien se encuentra a cargo de la representación diplomática desde que se fue la anterior embajadora de Washington, Vilma Martínez. La diferencia consiste en que Obama no puede nombrar a su candidato, mientras que la decisión de Cristina Kirchner sería fundamentalmente política.
Esa espectacular decisión podría tomarse en las vísperas de una negociación con los fondos buitre para llegar a un acuerdo sobre el pago de la deuda según la sentencia del juez Thomas Griesa. Un diplomático largamente vinculado al kirchnerismo señaló que esta corriente política no podrá llevarse nunca bien con Washington si no lo pudo hacer durante la gestión de Obama. "A Obama se le reprocha no haber hecho nada en América latina, mientras a sus antecesores les recriminaban su intervencionismo en la región", señaló. Se trataría de un caso extraño si un gobierno decidiera romper con la política para acordar con los muy duros fondos financieros especulativos. La necesidad de una bandera para su militancia es lo único que explica lo inexplicable.

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