En la costa atlántica, todo es color naranja pero...

La Costa cambió de color. Desde San Clemente hacia el sur, en toda la franja atlántica bonaerense, donde los árboles y tamaricos ofrecen el verde, y el mar va del marrón al verde profundo, y la arena es dorada, en este verano todo es naranja.

31/01/2011 | 18:03


por SILVANA VARELA

VILLA GESELL (Urgente24). Las rutas que cubren el trayecto entre la Ciudad de Buenos Aires y los balnearios turísticos son una muestra de lo que se verá luego al arribar al sitio elegido para pasar las vacaciones estivales.

Kilómetro tras kilómetro se suceden enormes carteles con propaganda de gestión, que se entremezcla con otros en los que se promocionan posibles candidatos e incluso, pasacalles que proponen a unos u otros, o que atan el nombre de quien podría ir en busca de la gobernación, con quienes intentan posicionarse en sus propios distritos como referentes absolutos de esa línea interna.

Pasar el peaje significa no sólo abonar el derecho a transitar por una ruta que aguarda la adjudicación de una nueva y objetada licitación, sino que además, sirve para recibir folletería varia. Al lado de cada cabina se alternan promotoras de la provincia de Buenos Aires, y el Gobierno Nacional.

Las de Daniel Scioli entregan folletería de varias páginas, con buena calidad de papel e impresión, para promocionar los espectáculos y recitales que, con entrada libre y gratuita (paga la Provincia), podrán disfrutar los turistas en las diferentes playas.

Las de Cristina Fernández, bajo el lema “Verano 2011; Argentina, con Vos siempre”, entregan un folleto del Ministerio de Desarrollo Social (Alicia Kirchner), que enuncia, con títulos carentes de mayor explicación, entre otras cosas “con una vida sana podés mejorar tu salud; disfrutar más de tu tiempo libre; mejorar la calidad del sueño; y aumentar la longevidad”. 

Señala también que para “llevar una vida social activa” es bueno “juntarse con amigos y familiares”.

Y que hay que “mantener una actitud positiva”, para lo cual recomienda: “los problemas son retos, no límites” y “Enfrentá las crisis como oportunidades”.

Menciona, además, que para “Controlar el estrés” hay agentes “biológicos (enfermedades), psicológicos (depresión) y sociológicos (éxito o fracaso)”, y termina la mélange sugiriendo “Adoptar Precauciones”, entre las que figuran “usá preservativo; no conduzcas si tomaste alcohol; usá casco; abrochate el cinturón; no te automediques; evitá el cigarrillo y las drogas”; y “cuidate del sol: usá protector solar”.

Una vez en la rotonda de acceso, entre 2 y 4 carteles gigantes, con fondo naranja y letras negras, mencionan la gobernación de Daniel Scioli, y el color naranja continúa con presencia absoluta dentro de cada ciudad: no sólo hay más carteles de la provincia que de cualquiera.

Inclusive superan por mucho a las carpas, móviles y empleados del operativo que desplegó el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, con la excusa de la agencia de Seguridad Vial.

En pos de recordar a los turistas que no es bueno hablar por teléfono mientras se maneja, o que no se debe acelerar la velocidad más de lo permitido, varias promotoras recorren las calles céntricas, pegando -sin pedir ningún permiso a sus dueños- calcomanías con fondo naranja en los parabrisas de los vehículos estacionados.

Ya sobre la playa, se ubican, en blanco y naranja, las carpas con información sobre salud que desplegó de manera permanente la cartera sanitaria bonaerense, donde se realizan algunos controles de presión y diabetes, aunque atienden sólo después de las 14 horas.

El color naranja tiene una explicación: en los análisis comparativos de la relación entre el color y los estados de ánimo, el naranja siempre es optimista, positivo, de satisfacción.

Pero el naranja aparece con más ímpetu aún en Pinamar, donde la Gobernación hasta montó allí la “Playa Naranja”.

El distrito más exclusivo de la franja costera, y al que llegan los turistas con mejor poder adquisitivo, fue el que la gestión de Daniel Scioli eligió como sede de un balneario provincial donde grandes y chicos pueden disfrutar, sin costo alguno, de actividades recreativas, deportivas y culturales. 

Más allá de la dicotomía que significa que sea en Pinamar y no en otro sitio donde quizá hubiera significado una atracción para chicos con más necesidades, tampoco nadie conoce aún, el costo de esa movida, ni qué gana Pinamar por permitirle el uso de parte de sus playas.

Lo que sí se conoce ya, es el monto estimado del gasto de publicidad de la administración Scioli en la costa, el que al 16 de enero ya rondaba los $ 50 millones.

Un gasto nada despreciable, si se compara, por ejemplo, con la necesidad que desde hace 3 meses tiene el Hospital de Haedo al que recurren pacientes de toda la zona oeste del Gran Buenos Aires, en busca de un tomógrafo, que no funciona porque desde la provincia responden que “no hay fondos” para arreglarlo.

O el Hospital de Moreno, donde se acumulan pacientes esperando ser atendidos por una guardia que no da abasto, y donde hace unas semanas un pequeño esperó 3 horas y media con un alambre atravesado de lado a lado de la pierna, sin que nadie lo hiciera pasar al menos a un lugar más adecuado que la sala de espera, ni informara por qué, otro hombre pedía a gritos un traumatólogo, que tampoco había, mientras sufría con su peroné quebrado. 

Ante la queja, en Moreno, se negaron a asentar nada en el lugar, y les dijeron que si estaban disconformes debían hacer llegar sus penurias al Ministerio de Salud de la provincia, al que responsabilizaron también por la falta de personal, más allá de que también hay allí una evidente falta de tacto, solidaridad y humanidad en quienes lo dirigen y atienden.

Volverse de la Costa con tanto color naranja en el iris, con las valijas cargadas de folletería cara; los autos repletos de calcomanías y los oídos satisfechos por la oferta musical gratuita, y enfrentar la realidad de hospitales, escuelas, calles y servicios, genera cuanto menos, la pregunta de en cuántas otras cosas útiles podría haberse aplicado ese presupuesto.

Comentarios

  1. Que lindo que es Gesell!!
    Suelo ir todos los años, pero este no, porque tuve que presenciar una conferencia de mi marido en un hotel en el centro de bariloche para gente de Río Negro. Pero debo admitir que este verano sin Gesell no fue lo mismo... algo me faltÓ!

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