2007-2014: Inconsistente, irreal y, a veces, ignorante

Cristina Fernández de Kirchner ofreció su relato de los acontecimientos que poco y nada tuvo que ver con la realidad. Si fuese cierto lo que ella dice, no hubiese perdido 2 elecciones en 2013, y si hoy hubiese elecciones nuevamente, volvería a perder. La Presidente de la Nación no logra explicarse a sí misma que ella es una perdedora ya. Le queda un último discurso de apertura del período ordinario de sesiones, en 2015, y se convertirá en una jubilada millonaria. De todos modos, es interesante polemizar sobre lo que ella dijo. Claudio Chiaruttini le dedicó al tema su editorial en el programa Sin Saco y Sin Corbata, por AM El Mundo:


Quizás fue un error. Quizás fue un sincericidio. Pero la Presidente de la Nación sostuvo que “cuando yo llegue, todo pendía de un hilo”. ¿Es la primera de las quejas que lanzará la mandataria de su antecesor, esposo e impulsor para disculpar sus errores? Ese es el nivel de autopercepción que tiene Cristina Fernández de Cristina Fernández. (Foto NA)
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Cristina Fernández necesitó de un discurso militante de 167 minutos para dejar en claro que su prioridad en este año es política, no económica; y que está más preocupada por alentar a la juventud K como su mayor respaldo que por recuperar el apoyo perdido de toda la población en 2011, aunque lanzó un guiño hacia sindicalistas, clase media y radicales conversos, pero con trampa: les invitó a compartir el costo del ajuste por venir.
 
Ella también estableció que su herencia será dejar su ADN en el Poder Judicial -en especial en el tratamiento de las causas judiciales impulsando la aprobación del los códigos Comercial y Civil Unificados, Penal y Contencioso Administrativo-; además, con el ingreso de La Cámpora al Consejo de la Magistratura, llenará los tribunales de jueces amigos, al tiempo que erradicará aquellos que no sean de la simpatía de la Casa Rosada.
 
La Justicia vuelve a ser un “enemigo elegido”, es decir, es un Poder que molesta a la Presidente de la Nación. Si bien Cristina Fernández quiere culpar a los jueces por la inseguridad, los piquetesy hasta las ocupaciones de tierras, lo que realmente saca de sus cabales a la Casa Rosada sonlas investigaciones sobre corrupción de sus funcionarios -que no cesarán-, en especial contraAmado Boudou, que no pudieron frenarse ni siquiera suspendiendo fiscales.
 
Aquí una contradicción, de las muchas que comete la Presidente de la Nación: ella pide que los fiscales sean más expeditivos a la hora de investigar y actuar, sin embargo, cuando hacen su trabajo, usa su autoridad para que sean suspendidos, tal como ocurrió con el ex fiscal José María Campagnoli, y con muchos otros que vendrán, luego de controlar el Consejo de la Magistratura.
 
Una más: mientas el camporista Julián Álvarez propone que los jueces deben ser militantes políticos, Cristina Fernández asegura que los magistrados no deben serlo. Sin embargo, luego, la Presidente de la Nación pretende “un poquito de control popular”, cuando su Gobierno se encargó de reducir a su mínima expresión a cada organismo contralor.
 
Otro enemigo repetido son los empresarios. Casi los culpables de todos los males que hoy más preocupan a la Presidente de la Nación. Pero, en esta ocasión, entre ellos, apuntó contra la industria automotriz. Los trató de mentirosos, avaros y antipatriotas. Cristina Fernández defendió la creciente participación de las autopartes nacionales en la producción, pero el sector reclama una legislación para invertir. ¿Quién tiene la razón?
 
Rompiendo la UCR
 
Presionada por las encuestas, Cristina Fernández buscó sumar aliados ante el inminente ajuste que lanzará para intentar salvar las cuentas públicas. A cambio de aumentarle las tarifas, a la clase media le regaló una crítica a los piqueteros y la promesa de una legislación para regular la ocupación de espacios públicos (y propiedad privada). Para que reduzcan sus reclamos salariales, a los gremios les recordó que tienen muchos afiliados, es decir, grandes recaudaciones, gracias al Matrimonio Kirchner. 
 
Pero la jugada política más riesgosa que lanzó la Presidente de la Nación fue reflotar laTransversalidad, rebautizada “Concertación”, que comenzó con la designación del ex gobernador radical de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, como presidente provisional del Senado, N°3 en la cadena de sucesión presidencial. Un duro golpe para el peronismo.
 
Cristina Fernández sabe que la Unión Cívica Radical es un partido en disolución y quiere atrapar una parte de los pedazos que se desprendan. Además, desde hace años hay dirigentes radicales que son funcionales a las necesidades y requerimientos de la Casa Rosada. Ahora, mientras el massismo y el macrismo tientan por derecha a la UCR, y el Frente Amplio por izquierda, Cristina Fernández desempolvó la Transversalidad, que había caído herida de muerte con el “no positivo” de Julio Cleto Cobos.
 
La movida presidencial, casi con seguridad, no tendrá resultado. Poco hay para recoger de los pedazos del radicalismo que no se haya posicionado junto al FAP o espere para acercarse al massismo y el macrismo. Como fuerza política menguante, el kirchnerismo tiene poco para ofrecer hoy a la hora de tentar intendentes o legisladores. Sin embargo, la situación muestra que Cristina Fernández quiere sumar colectivos para darle masa crítica al kirchnerismo declinante.
 
Cristina Fernández fue muy selectiva con los nombres que mencionó. Reveló el llamado teelefónico a/de Mauricio Macri para reconfirmarlo como “enemigo elegido”. De su Gabinete sólo felicitó a Axel Kicillof y a Carlos Zannini; olvidando a Jorge Milton Capitanich. Por fin, aludido a "Wado"De Pedro, un guiño a La Cámpora, que atiborraba los palcos, para demostrarles que ella sabe todo lo que pasa en la agrupación juvenil. Con ese simple gesto, la mandataria marcó terreno y la propiedad del grupo.
 
Un hilo conductor hubo a lo largo de todo el discurso presidencial: una defensa férrea de cada medida que ella ha tomad0, y de cada error que se haya cometido. No hubo autocrítica, tal como era de esperar, y Cristina Fernández defendió desde el acuerdo con Irán hasta la penalización de la protesta social, desde los “Precios Cuidados” a la suba de la tasa de interés, desde el ajuste por venir hasta el freno de las importaciones. Siempre con la apelación que es lo mejor que le puede ocurrir a la Argentina.
 
Kontradicciones
 
Sin duda hubo momento curiosos durante el discurso presidencial: Cristina Fernández, quien cree que el campo es su enemigo, celebró la próxima cosecha de soja; festejó como un logro del“modelo” que millones de argentinos más puedan irse de vacaciones, al tiempo que hay un cepo a los viajes al exterior; o que use Aerolíneas Argentina, línea aérea que pierde US$2 millones diarios, como ejemplo de la “buena” gestión del Estado.
 
“Todos sabemos que la política monetaria es 50% de la política económica”, dijo la Presidente de la Nación, quien ha mantenido inconsistentes políticas monetarias diferentes desde que asumió, ¿o no fue durante su mandato que el dólar perdió competitividad, que el Banco Central se convirtió en clave para cubrir el déficit fiscal, que incrementó el circulante 5 veces o que usó las reservas para el pago de gastos corrientes?
 
En el día que se informó que Colombia superó a la Argentina como la economía N°3 de América del Sur, Cristina Fernández celebró la suba del PBI Industrial, sin darse cuenta que los Servicios Financieros crecieron casi 5 veces más que la industria. Según el Banco Central, durante la “Década Ganada”, los bancos acumularon utilidades por $91.570 millones.
 
Fue curioso que Cristina Fernández, en reiteradas oportunidades comparara los supuestos “éxitos del modelo” apelando a datos de la economía de USA. Contrastar las realidades argentinas y estadounidenses parece un despropósito para un Gobierno que proclama la agonía del capitalismo y el fin de USA como potencia mundial.
 
Parece extraño, aunque para Cristina no lo es, que luego de la “Década Ganada”  y de esforzarse por recuperar el entramado industrial durante 10 años,
 
> el mayor tomador de mano de obra sea el Sector Público,
 
> que en 2013 se distribuyeran casi $500.000 millones en planes sociales, y
 
> casi 12 millones de argentinos reciban algún tipo de asistencia del Gobierno.
 
¿Ese es un "modelo exitoso"?
 
En algún momento, el discurso presidencial parecía el Libro Guinness, mencionando marcas que poco cambian la vida de los argentinos. ¿Acaso detiene la inflación que seamos el pueblo que mayor cantidad de gaseosas tomamos en el mundo o que haya 1 moto cada 64 habitantes? ¿Abarata el precio de los medicamentos que el Estado adquiera 55% del volumen total? 
 
¿De qué sirve que la red de fibra óptica creciera 22.000 kilómetros si el 4G está postergado porque el Estado no quiere cederle ese negocio a las telefónicas o que tengamos la velocidad de transmisión más baja de la región? 
 
En el fondo, todo dato estadístico adquiere su verdadera dimensión cuando se lo pone en contexto y la mandataria siempre olvida el contexto.
 
No es para celebrar que el pico de demanda eléctrica se haya triplicado en 10 años, si es consecuencia de haber congelado tarifas, impulsado la producción de electrónicos y electrodomésticos y promocionado el crédito para el consumo, provocando una crisis energética como nunca hubo registro de otra semejante en el pasado.
 
Cristina Fernández celebra tener una inmensa estructura de salud, récord de médicos y de camas por habitantes y ser el mejor cliente de los laboratorios que venden drogas genéricas; pero los hospitales no tienen tecnología, faltan enfermeros y enfermeras y la concentración de los médicos crean baches de atención que afectan a miles de personas en muchas partes del país. Entonces, ¿qué hay para celebrar?
 
La Presidente de la Nación celebra que se construyeron 1.700 escuelas, que haya decenas de nuevas universidades o que el presupuesto educativo bata marcas, pero 50% de los jóvenes no terminan el secundario y, del otro 50%, la mitad no comprende el los textos que lee. Además, si el “modelo” educacional es tan exitoso, no debería existir el Plan Progresar.
 
Cristina Fernández debería agradecer que 77% de los jubilados viva en hogares con otros familiares, sino, no podrían sobrevivir con los haberes que cobra. El problema es el otro 23% que está solo y no tiene asistencia de otras personas para completar sus ingresos. Acá es el vaso medio vació el importante, no el medio lleno que destaca la mandataria.
 
Primavera chévere, y autodefensa K
 
Quedó claro que Cristina Fernández, cuando habló de Venezuela, no se refería a Nicolás Maduro. En realidad, lo usó para defenderse a sí misma, en la creencia que hay un plan (o decenas de planes, según la fantasía oficial) con fines destituyentes. Así, “golpe suave” fue usado como sinónimo de protesta social. Por eso la mandataria exige respetar lo que eligió la gente, ignorando que no es lo mismo legalidad de origen que legitimidad de gestión.
 
Es interesante que una defensora de separar las ideas de “democracia burguesa” de “democracia popular” ahora diga que la democracia no es de derecha o de izquierda, sino “respetar la voluntad del pueblo”. Sin embargo, ¿y si la voluntad del pueblo cambia? Los filósofos que sustentan al cristinismo aseguran que la violencia es el único camino para romper el sistema y alcanzar cambios en el sistema democrático moderno. 
 
“Aprendimos con letra y con sangre que la democracia es una cuestión de paz y vida”, dijo Cristina Fernández. Se nota que no leyó los escritos de su supuestos gurúes Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. ¿Qué hará ahora? ¿Pedirle a La Cámpora que borre con el codo lo que viene enseñando desde hace 4 años a millones de jóvenes? A final, Cristina Fernández se pronuncia revolucionaria cuando le conviene y respetuosa de la ley cuando lo necesita. Bien peronista.
 
Hubo mucho pasado y muy poco futuro en el discurso de Cristina Fernández. Lo mismo que ocurre con el tiempo que le queda como Presidente de la Nación. La herencia es lo hecho, el resto, aguantar hasta el 10 de diciembre de 2015, dado que la agenda presentada por la Presidente de la Nación, salvo por al intento de dejar su marca en la Justicia, estuvo vació de todo contenido. Poco para 21 meses de mandato.
 
No se habló de inflación, ni de inseguridad, ni del ajuste realizado en los últimos dos meses, ni del ajuste por venir. Tampoco se habló de la devaluación, del narcotráfico, ni del aislamiento que tiene la Argentina en el mundo, ni de la caída del poder adquisitivo de los salarios, ni de la pérdida de competitividad del peso, ni de la imperiosa necesidad que tienen del empleo en negro sectores industriales aliados férreos del Gobierno para poder ser competitivos ante los productos importados.
 
Conformismo, autosatisfacción, autocomplacencia, ausencia de humidad. Estuvieron presentes y eran de esperar. Tampoco ella reconoció que fue por sus propios errores, por la desconfianza que creó el kirchnerismo en el Gobierno que hubo 8 corridas y que los argentinos prefirieron sacar del país US$60.700 millones antes que invertirlos a nivel local.
 
Quizás fue un error. Quizás fue un sincericidio. Pero la Presidente de la Nación sostuvo que“cuando yo llegue, todo pendía de un hilo”. ¿Es la primera de las quejas que lanzará la mandataria de su antecesor, esposo e impulsor para disculpar sus errores? Ese es el nivel de autopercepción que tiene Cristina Fernández de Cristina Fernández.
 
Si bien hay muchas frases para analizar luego de 167 minutos de monólogo, la Presidente de la Nación dijo una que, sin duda, merece ser destacada. Casi al pasar, sostuvo: “Creo que estamos cerrando un ciclo histórico”. Y sin duda tiene razón. El kirchnerismo, el cristinismo han comenzado su tramo final en el poder. Quizás por eso el discurso presidencial tuvo más de balance del pasado que de proyectos a futuro. Fue, en el fondo, el comienzo de la despedida.

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