El empresariado se muestra disconforme respecto al futuro de la economía

Llegó el tan anunciado segundo semestre y a pesar de las promesas del gobierno el empresariado no augura un rápido crecimiento de la economía, dudas y falta de certezas del sector en un contexto de recesión y alta inflación.



Al final parece que la recuperación económica no sólo no se concretará en el segundo semestre del año ya iniciado, sino que un porcentaje elevado de empresarios relevados por la consultora BDO (37%) espera una leve caída en la actividad.
A excepción de energía, el sector agropecuario y telecomunicaciones, el resto de los sectores no es avizorado por los ejecutivos como actores de repunte alguno, con lo cual el gobierno de Mauricio Macri puede confirmar que dependerá exclusivamente de lo que pueda mover en obra pública para defender el movimiento de la economía.
 Al igual que sucedía con Cristina Fernández, el Estado sigue siendo el principal inversor, aunque en este caso, con un reemplazo no menor de fuentes de financiamiento: la maquinita de la Casa de la Moneda deja el lugar al endeudamiento externo que se vaya consiguiendo por hacer los deberes de ajuste que bajen el riesgo país y hagan bajar el costo de los créditos que le cobran a Argentina en el mercado internacional. El camino de este abaratamiento es largo, porque implica lograr un equilibrio fiscal y descenso de la inflación que aún están lejos. Si no que lo diga María Eugenia Vidal, que con el agua al cuello tuvo que tomar deuda al 9%.
Las empresas miran por tevé ese partido mientras se entretienen con los increíbles casos de corrupción que se ventilan, con Lázaro Báez y José López en un rol de actores estelares, como lo son los brasileños Guilherme Winter (Moisés) y Sérgio Marone (Ramsés) que encarnan la exitosa telenovela Moisés y los 10 Mandamientos que emite Telefé.
Ocurre que, es preocupante la expectativa negativa sobre el segundo semestre en curso que manifestó el 37% de un centenar de líderes empresarios de medianas y grandes empresas, de capitales nacionales y extranjeros, que facturan unos 360 mil millones en total, recién relevados por la División Finanzas Corporativas de la consultora BDO: prevén una leve disminución de la actividad económica en general, si bien se muestran más optimistas a nivel empresa que del sector al cual pertenecen: un 52% espera que aumenten las ventas reales.
El 70% de los empresarios consultados consideran la inflación como el mayor factor de preocupación para el clima de negocios, seguido de la evolución del costo salarial (58%), los cambios regulatorios (44%), el aumento del tipo de cambio (43%) y el devenir político nacional, con un 40%.
Pero 28% de las opiniones convergen en que el manejo del flujo de caja es la clave para encarar el difícil período en el que se ingresó, que irá, como mínimo, hasta finalizar el año. En segundo término avizoran a los desafíos de responder a la competencia.
En los primeros lugares de los sectores con mayor potencial de crecimiento identifican a la energía (70%), agro (51%) y telecomunicaciones (47%), conforme describió Fernando Garabato a cargo de la División Finanzas Corporativas de BDO, al dar a conocer los resultados del Sondeo de Expectativas de Líderes Corporativos (SELC).  
De las previsiones manejadas el año pasado en pos de definir un criterio de selección de oportunidades en el largo plazo, cuando si bien no se conocía aún quién gobernaría el país pero Cambiemos no figuraba en ningún pronóstico real, se creía que el enfoque se centraba más en los sectores y empresas con mejores perspectivas de mejora y sostenimiento en sus márgenes y tasas de crecimiento relativo y en este grupo incluían las telecomunicaciones, transporte y logística, minería, hidrocarburos, infraestructura e industria automotriz.
La combinación de devaluación de la moneda, conjugada con la que también concretaron las economías con las que el país tienen mayor relación comercial, como Brasil y China, un arreglo con los holdouts que fue rápido pero no tanto para restablecer el financiamiento en el mercado de capitales internacional y un desborde fiscal heredado nada transparente, alteró los cálculos previos, por lo que transporte y logística, infraestructura e industria automotriz quedaron en lista de espera para un eventual despegue. Se trata de sectores que aún no terminan de entender la dinámica que tomó la evolución de los costos locales, lo cual se siente con mayor fuerza en los sectores intensivos en mano de obra.
El año pasado, en la 5ta. edición del Private Equity Americas Forum, un encuentro privado realizado en Nueva York, cuyo propósito era conectar a las industrias latinoamericanas con los capitales privados de inversión, en el que estuvieron presentes consultoras e inversores interesados en operar en Argentina y otros países de la Latinoamérica, entre los cuales se encontraba BDO Argentina, fue premonitorio en cuanto a lo que se acentuó en la primera parte de este año: nadie sabía dónde estaba parado en cuanto al poder adquisitivo de sus ingresos, lo que les consta no sólo a los más pobres, a quienes les alcanza cada vez menos y compran lo que necesitan para subsistir, sino al resto de los consumidores que ocupa la franja central de la pirámide NSE.
El aturdimiento de la demanda desconcierta a una oferta que perdió el rumbo en cuanto al manejo fino de los stocks de producción, los precios relativos y, por ende, las comunicaciones con el cliente, decían en 2015. Cambiaron el calendario, el gobierno, los discursos y la orientación económica, pero la conclusión no varía ni un ápice.
En el cuadro general de resultados de gestión podría afirmarse, en consecuencia, que se trata de un año perdido. 

Pronósticos errados
Para no caer en la tentación de echarle toda la culpa al gobierno, ya los pronósticos empresarios habían estado errados en cuanto a recuperación de la actividad y hasta que podría haber un aumento en el uso de capacidad instalada del 37% contra el 20% que estimaba que caerá. Y a la hora de evaluar los aumentos salariales, el 62% estimaba que estarían en torno del 30%, en línea con la inflación estimada por la mayoría de los ejecutivos, en todo lo cual se quedaron cortos. También respecto a las dotaciones de personal, la mitad estimaban que quedarían iguales este año versus 22% de ilusos que preveía algún incremento, lo cual no sucedió. Del otro lado, el 24% creía que bajaría algo el nivel de empleo y algo de razón tenían.
Advertencias sobre las implicaciones del parate de la actividad había habido, como la de una experta en mercado interno como Renata Segovia, Solutions manager de Kantar Worldpanel, quien ante unos 500 asistentes al Marketing Day”, que organizó la Asociación Argentina de Marketing (AAM), había instado a sumar la visión del consumo real a las métricas tradicionales de planificación de campañas publicitarias, a fin de asegurar que el mensaje sea alineado al actual contexto de contracción del consumo, donde el presupuesto de los hogares es impactado directamente por los ajustes en servicios públicos y transporte. No la escucharon los “reingenieros” empresarios que cobran fortunas por tachar gastos más allá de las consecuencias indirectas que afecten al negocio con tal de arribar a un número final.
Advertía Segovia que las marcas enfrentarían un escenario muy exigente en el que deben, además, redefinir surtidos y formatos y tener claro el posicionamiento de precios. La respuesta se traduce en  una expectativa desfavorable de los hombres de negocios, paradójicamente cuando se están aplicando recetas económicas que hacen a su esencia declamada.
Ante esta perspectiva que surge de la encuesta de BDO, a la consultoría financiera, Finanzas Corporativos a cargo de Fernando Garabato se le hará seguramente cuesta arriba que la convoquen para analizar proyectos de inversión, planes de negocios y búsqueda y estructuración de financiamiento, además de desplegar la labor en fusiones y adquisiciones, valuaciones y consultoría.

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