Cristina portadora de novedades, no de sorpresas

Tal como estaba previsto, volvió Cristina. Llegó reina, no presidente. Aportó notas de color y novedades, careció de sorpresas. Movió piezas de su gabinete, para ahondar en su tosudez de hacer añico lo que aún le resta destrozar. El sombrío 2013, no aventura otra cosa que dos años más de complicaciones superiores a las actuales. La maldita herencia se acrecenterá. En total habrán sido doce años desperdiciados, complejos de recuperar, porque los vientos a favor no se repiten con frecuencia ni con igual intensidad.


por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Una semana con novedades, pero sin sorpresas de fondo, fue la del retorno de Cristina después de un período de desaparición forzosa.
 
Pasó de todo, pero no pasó nada nuevo que permita divisar un cielo no tormentoso en el futuro que dominarán sus dos últimos años de mandato.
 
Más de lo mismo, ya se sabe, da lo mismo.
 
A un paciente grave, desatendido o atendido por médicos incapaces, le complica más el desfavorable diagnóstico.
 
Era más que previsible, tal como fue mencionado en mi opinión que publicó Urgente24 el fin de semana anterior, que una operación quirúrgica no le iba a cambiar su personalidad narcisista ni su impronta autoritaria a la viuda de Néstor Kirchner.
 
Cristina vive en un mundo de placeres y riqueza y desde él concibe su gestión, engrandece y elogia la de su ex marido, como si la Argentina con ellos se hubiese transformado en un país del primer mundo o en puertas de serlo. Ellos lo sacaron del infierno y ella lo está devolviendo al mismo sitio.
 
Su relato refleja su deambular por el laberinto de su despotismo. Lo hizo en Santa Cruz, lo amplificó a toda la geografía nacional.
 
Toda ficción que no se ajuste a la realidad de los hechos en que se inspira engendra mentiras.
 
La huésped de Olivos atesora tanto patrimonio económico personal, como engaños.
 
Si su fortuna familiar, tan solo la  declarada, despierta sospechas de cómo fue alcanzada; su caudaloso stock de falsedades debería hacer estallar a un detector de las mismas si este estuviese instalado en un país honesto y justo que, precisamente, no es el que ella gobierna.
 
Toda novela con el correr del tiempo, si su libreto es absurdo y repetitivo, cansa; pierde rating.
 
La escrita por la dupla Néstor- Cristina aburrió.
 
Solo la tratan de mantener con vida los medios y periodistas que a cambio de los dineros provenientes de la frondosa pauta publicitaria oficial han vendido su conciencia.
 
Los que lo han hecho son aquellos cuya dignidad solo puede sobrevivir en un país donde el individualismo masacró al concepto colectivo de sociedad, y donde ser “astuto o hábil” equivale a enriquecerse de manera ilícita.
 
Afortunadamente, la verdad siempre emerge; por más que se la quiera seguir ocultando o disimulando con cortinas de humo producidas con máquinas, de las pocas 100% de fabricación nacional,  que fueron empleadas a diario por la usina informativa creada por el monopolio de medios K.
 
En su reaparicion televisiva la “existosa” abogada a cargo de Ejecutivo hizo hablar a los medios de muchos fuegos de artificio, como si se tratara del inicio de un nuevo ciclo de Susana Giménez.
 
Desde el perrito Simón, las flores de Hebe de Bonafini, el pingüino sobre el amplio sofá donde estaba sentada y su hija Florencia jugando a ser realizadora cinematográfica. Hay que sumarle el lento abandono del negro en su vestimenta, que seguramente se irá profundizando.
 
Lo que la primera magistrada no expresó en palabras, pero lo señaló en los hechos, es que ella ha decidido, por un lapso no preciso, convertirse en lo que se siente: la reina de Argentina.
 
Dentro de las reformas estéticas que produjo, le dio cabida como nunca antes, a la figura de jefe de gabinete -un cuasi  primer ministro- encarnado, al menos por ahora, por Jorge Capitanich.
 
El hasta hace días ex gobernador chaqueño, por sus polémicos antecedentes , no podía dejar de formar parte de este controvertido elenco de figuritas únicas e irrepetibles que son movidas por Cristina, la titiritera.
 
El apodado “Coqui” recibió como regalo de despedida de su cargo -a través del INdEC trucho- que dejó la provincia que gobernaba sin desempleados y sin pobreza. 
 
El mundo de lo inimaginable se volvió a adueñar del cinismo gubernamental.
 
Con el nombramiento como ministro de Economía de Axel Kiciloff, la empecinada Cristina, le dio otro cachetazo profundo  a un “modelo económico” que solo existe para unos pocos; aquellos que no se resignan a vivir sin sus dádivas ni sus ingresos mal habidos.
 
La “reina” regresó al ahora Palacio Rosado, ex Casa del mismo color, para profundizar su irresistible intento de hacer trizas al país condenado al éxito.
 
Realmente, ni “El mago sin dientes” podría hacer el truco para darle una cuota de ilusionismo de cómo tras una “década ganada” en la cual ingresaron dólares como nunca en la historia argentina, se ha llegado a la alarmante situación donde:
 
Las reservas se evaporan a diario; las cuentas públicas están en rojo sangre; se cruzan diferentes cotizaciones del dólar, existe un cada vez más apretado cepo cambiario y despareció la moneda nacional; la inflación compite tenazmente por estar en la cima del podio mundial; la emisión monetaria es desaforada; no se ha invertido absolutamente nada para sacar a la infraestructura nacional del museo de recuerdos aún en uso; la pobreza es altísima, los negocios cierran multiplicando la desocupación.
 
Un flujo de ingresos inimaginables, en síntesis, fueron mal empleados, dilapidados, robados.
 
Para colmo el narcotráfico y la inseguridad se han instalado con ganas de quedarse a convivir como todo flagelo que no se atiende y hasta se alimenta desde la convivencia y connivencias de políticos con poder.
 
El panorama es fantasmal.
 
El año 2015, sin ser pesimista, encontrará a la Nación peor que en 2013.
 
Quién puede apostar por un destino mejor, cuando el camino que se piensa transitar es el mismo que lo ha llevado a este delicado presente.
 
Que Guillermo Moreno haya desaparecido de los despachos que solía frecuentar es solo una cuestión de forma, no de fondo.
 
Igual que en toda película de terror, la desaparición de algún personaje maldito, no hace más que confirmar que el mal subsiste, se reencarna, se inviste de nuevos rostros.

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