La economía sacude al empleo y a los salarios

Cuando la economía se estanca, como pasa desde el último trimestre de 2011, todos los indicadores laborales sufren y no hay dibujos del INDEC que valgan. Así, inocultables, los efectos saltan a la calle.


Por ALCADIO OÑA


Encuestas privadas todavía en proceso de elaboración, ya señalan que más de la mitad de los consultados teme perder el trabajo, contra el 25 o el 30% de hace unos pocos meses. Marcan, también, que para las dos terceras partes son escasas las oportunidades de empleo y que, en general, la situación empeoró comparada con un año atrás.
“Lo que subyace en las últimas estadísticas del INDEC –desocupación del 7,9% y subocupación en el 9%– es que ha concluido el ciclo de alta creación de empleo y de subas salariales importantes ”, dice un especialista que lleva años examinando procesos similares.
Aún con los reparos que las cifras oficiales le merecen, el hombre pone la lupa sobre el 9,4% que, en el primer trimestre, arrojó la tasa de desocupación en el conurbano bonaerense.
Primero, porque eso podría ser indicio de que a medida que uno se interna en la periferia del GBA el número puede estar arriba del 10%. Y, luego, porque justamente allí se juega el resultado de las elecciones de octubre o, más bien, las chances del cristinismo de mantenerse en el poder.
Este año, el Gobierno proyecta aceitar el Plan Trabajar, un instrumento político clave, con 4.635 millones de pesos, el grueso volcado sobre el GBA. Sin embargo, hasta ahora el Ministerio de Desarrollo Social de Alicia Kirchner sólo ha usado el 19% de la partida.
Más que probable, seguro que esa montaña de plata empezará a ser movilizada pronto. La duda es cuál de las organizaciones de militantes la administrará: con la impronta de la Presidenta, el de La Cámpora luce semejante a un sello ganador, aunque en ese territorio suena fuerte la disputa por los espacios y por las candidaturas, incluidas las aspiraciones de los antiguos barones del conurbano.
Hay otros indicadores que también revelan el sesgo que últimamente ha tomado la estructura laboral. Es el caso de varios analizados en un informe de la consultora ACM que llega a 2012 y, por lo tanto, no computa el deterioro registrado a comienzos de 2013 por las propias, en muchos sentidos poco consistentes, estadísticas del INDEC.
En base a una encuesta del organismo oficial, ACM advierte que el año pasado bajóel empleo privado en blanco y crecieron la ocupación en el sector público, el trabajo en negro, el cuentapropismo y la cantidad de autonómos.
Las últimas tres categorías implican lo que ya se sabe: quedar al margen de los beneficio de la obra social y de la protección por accidentes, tener ingresos en general más bajos o precarios y carecer de seguro de desempleo y de aportes previsionales. Con las cuentas en rojo subido, las provincias ya no están en condiciones de seguir incorporando personal.
Dentro del empleo privado en blanco, la industria viene perdiendo posiciones desde 2007, nada menos que el sector donde el empleo es de mayor calidad y mejor remunerado. Además, también retroceden las horas trabajadas.
Aquí el mercado laboral se toca con el bajón de la actividad productiva, igual que en el desplome de la construcción.
Los empresarios y el propio ministro de Trabajo, Carlos Tomada, gastan esfuerzos por presentar a los aumentos pactados en las paritarias como mejoras reales, o sea, mayores a la inflación.
Para algunos especialistas, el 24% de los metalúrgicos no es ni efectivamente 24% ni supera el índice de precios verdadero. Como viene dividido en dos partes y la primera arranca con 17%, el número final es 22,25%: por lo tanto, inferior a la inflación real. Lo mismo ocurre con otros incrementos segmentados.
Los adicionales que existen en ciertos casos quedan al margen del convenio. Y los aumentos ya acordados no llegan al 23/24% que Tomada promociona, lo cual deja entrever que esa es la cota que tolerará. Módica pretensión del sindicalismo adicto, que el medio aguinaldo sea excluido del Impuesto a las Ganancias.
Aún así, nada raro sería que algunas empresas paguen en negro una porción de los nuevos salarios, como forma de escaparle a las cargas laborales. Ya ocurría, crecientemente, antes de las paritarias.
El ministro exalta todo el tiempo los esfuerzos del Gobierno para reducir el trabajo que elude las normas y, a la vez, aumentar el empleo juvenil.
Por lo que se ve, el empeño ha sido claramente insuficiente, porque los ocupados en negro representan el 35% de los asalariados, unas 4 millones de personas. Y los “ni–ni”, los jóvenes de entre 18 y 25 años que ni trabajan ni estudian, alcanzan al 19%.
Sumados a la pobreza y a desigualdades que siguen vivas y coleando, unos cuantos indicadores cantan que abundan asignaturas pendientes dentro del pregonado modelo de “crecimiento con inclusión social”. Hoy mismo, la búsqueda de trabajo pega en el desempleo y expresa dos cosas juntas: que los ingresos familiares no alcanzan y que la inflación resiste, airosa, los parches del Gobierno.
El problema es que, si alguna vez existieron, las famosas tasas chinas ya son cosa del pasado. Según estimaciones privadas cautelosas, este año la economía crecería un 2% o menos del 2% y alrededor del 1% en 2014.
Magros, como para incluir a toda la gente que busca un lugar en el mercado de trabajo.

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