El silencio de Cristina, el radiograma de Milani y los 3 jinetes del ApoKalipsis
Alivio en la Administración Cristina: "No pasó nada el jueves 19 ni el viernes 20. Los cortes de luz menguaron y mucha gente ya se fue de vacaciones. Zafamos". Para quien vive en un día-a-día constante, el enfoque puede resultar correcto. Sin embargo, para quienes afirman tener la capacidad de interpretar los acontecimientos de una década, la situación es, apenas, un descanso en la caída. Cristina ya fue: conclusión N°1 de 2013. Lo que el Frente para la Victoria está intentando, en forma desesperada, es que ella concluya su mandato en 2015, no en forma anticipada. Y que la situación judicial de todos no resulte tan complicada como algunos avizoran. Sí, desde ese punto de vista, por ahora zafaron. Pero para los tiempos que vienen, es muy poco. No alcanza. Son conclusiones que surgen del editorial de Claudio Chiaruttini en su programa por radio AM El Mundo:
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). El Gobierno de Cristina Fernández retomó su senda decadentista, luego del fallido intento de resurrección que armó el entorno presidencial con el ingreso de Jorge Milton Capitanich como Jefe de Gabinete de Ministros, y la necesaria –e inútilmente postergada- oxigenación del Gabinete Nacional, aprovechando el Efecto Empatía que despertó en la opinión publica el más reciente problema de salud de la Presidente de la Nación.
Muchos fueron quienes pensaron que el milagro de la resurrección era posible. Dentro del kirchnerismo volvieron las especulaciones de un nuevo mandato y el lema "Cristina, Eterna", se volvió a escuchar en los pasillos del poder. En el peronismo, muchos de los que se aprestaban para “saltar” hacia el massismo o el sciolismo hicieron un alto de emergencia. En la oposición, el miedo caló hondo en los presidenciables y sus entornos. Si hasta el encuestador estrella del oficialismo, Artemio López, publicó una nota explicando que la Presidente de la Nación estaba a sólo 7 puntos de ganar la elección del 2015 en 1ra. vuelta.
El cálculo del sociólogo kirchnerista fue el siguiente: la atomización de la oposición, la incapacidad de sus candidatos de crear un proyecto alternativo a Cristina Fernández, basar sus acciones políticas a denuncias que no llegan a nada y la ausencia manifiesta de inteligencia para infligir daño político a la Presidente de la Nación.
Sin embargo, implacables, los mayores enemigos del oficialismo han desenmascarado la maniobra del entorno presidencial y desnudaron la debilidad creciente del equipo de gobierno de Cristina Fernández para solucionar los problemas que se agolpan. Que ahora lo explique Artemio. En especial quieren escucharlo quienes lo acusan de hacer conclusiones 'a dedo'.
¿Cuáles son los 3 “Jinetes del Apocalipsis” del Kirchnerismo?
> Los efectos de las malas políticas adoptadas en los últimos 10 años,
> la repetición de los mismos problemas, que no encuentran solución, y de las mismas fórmulas para intentar solucionarlos, sin resultados; y, por fin,
> el cepo ideológico al que se encuentran sometidos los funcionarios, por voluntad propia o por orden de la Presidente de la Nación.
En 3 semanas, Cristina Fernández tuvo que enfrentar la mayor huelga de fuerzas de seguridad de la historia argentina, una de las tres mayores olas de saqueos desde que llegó a estas pampas Juan de Garay, la fuga de casi US$2.000 millones, denuncias de corrupción que golpean cada vez más cerca de la Presidente de la Nación y el desmantelamiento de la maniobra de marketing político que lanzó el kirchnerismo en dos años.
Las conferencias de prensa diarias del Jefe de Gabinete ya comienzan a tener un alto costo político para el licenciado gobernador de Chaco. Sus enormes equivocaciones o signos de desinformacón, los repetidos enojos que tiene con uno u otro periodista o medio, la falta de anuncios relevantes y los “tirones de oreja” que ha recibido desde la Quinta de Olivos llevaron al equipo de comunicaciones del funcionario a recomendar ir distanciando los encuentros con la prensa.
La intención inicial de Jorge Milton Capitanich era de imponer, cotidianamente, la agenda de temas a los medios, desplazando aquellos temas urticantes para la Casa Rosada que podían traer la tapa de los diarios o los programas de televisión de la noche anterior, e imponer una temática que defendiera el “relato” y mostrara a un Gobierno que “trabaja por la gente”.
Sin duda, la estrategia oficial sirvió a las necesidades coyunturales de Cristina (o sea 2 o 3 días) y a la estrategia de lograr un mayor conocimiento propio en la opinión pública nacional que tenía Jorge Milton Capitanich, pero desde que fue desautorizado por Sergio Berni y Carlos Zannini, al comienzo de la crisis policial en Córdoba, y luego por Julio De Vido, durante los apagones de energía eléctrica, su capital político inició una declinación constante.
A propósito, algo acerca del mentiroso Julio De Vido: Tener el sistema eléctrico pendiendo de un hilo es un despropósito luego de 10 años de gestión, 100.000 advertencias de expertos privados nacionales y extranjeros, cientos de miles de millones de pesos de subsidios, varias decenas de miles de millones de dólares de importación de energía y una catarata inmensa de anuncios que se repitieron una y otra vez. Capitanich no tendría que hacerse cargo de las mentiras del arquitecto preferido de Néstor, aunque no por arquitecto.
Así como Guillermo Moreno mostró su incapacidad para frenar el aumento de precios, Julio de Vido confirmó que no puede planificar una política pública ni para dentro de 3 meses. Y eso es lo que más exhibe más la debilidad de Cristina Fernández: ella prefiere pagar el costo político en forma personal antes de expulsar a un funcionario que, aunque antiguo y fiel, no encontró la solución a la crisis energética en 10 años.
Otro error oficial es insistir con los controles de precios. Es cierto que la Casa Rosada no le gusta que lo llamen “congelamiento”, pero bautizar la nueva lista, cuyos productos y precios se desconocen, como “control popular de precios”, no hace a la diferencia, el fracaso está asegurado.
Peor, además, todo el anuncio ingresa en el camino del ridículo económico cuando aseguran el nuevo congelamiento de precios que será por 12 meses, “con revisiones periódicas”, como si eso asegurara un mejor efecto sobre los bolsillos de los consumidores. Así, creen que aplicarmorenismo sin Moreno, no cambiará el resultado.
En el fondo, Cristina Fernández sigue aplicando las mismas políticas con diferentes caras de funcionarios. No es un dato menor: Encerrada en su ideologismo, cree que las medidas que repite son las correctas, pero que fracasan por complots externos o por que los ministros o secretarios a cargo son incapaces, infieles, lentos o boicotean al Gobierno. Es la visión conspirativa llevada a la interna del Gabinete Nacional.
Y justamente el concepto “conspiración” explica el gran giro ideológico, quizás el único, que llevó adelante Cristina Fernández desde que está en el Gobierno: Impulsar a César Milani al grado de teniente general para satisfacer el reclamo de Héctor Icazuriaga y Fernando Pocino, el flanco de la Secretaría de Inteligencia que le responde al uniformado, pese a las criticas, denuncias y campañas que lanzaron las organizaciones de derechos humanos más cercanas al proyecto político cristinista.
César Milani llegó a la jefatura del Ejército por impulso y voluntad de Cristina Fernández. Sin embargo, antes, el militar llegó a Jefe de la Inteligencia del Ejército, por elección y recomendación de Fernando Pocino, quien lo introdujo a Nilda Garré, quien lo llevó a Horacio Vertbisky, quien parece que no recordó los antecedentes procesistas y carapintadas del ahora teniente general. La idea de los ancianos ex Montoneros era tener una persona cercana –y controlada por las sospechas de violaciones de derechos humanos y de posibles actos de corrupción- que les suministrara información de primera mano.
Sin embargo, con la astucia que lo caracteriza, César Milani comenzó a proveer información a la propia Presidente de la Nación, en forma directa, hasta que se enteró la ministra de Defensa, Nilda Garré, quién habría llegado a solicitar su baja. Pero Cristina Fernández prefirió cobijarlo bajo su protección personal, un privilegio que pocos tienen en este Gobierno.
Cuenta la historia que Cristina protegió a César Milani cuando el militar le informó que Sergio Massa sería candidato a diputado nacional por fuera del Frente para la Victoria. Hasta entonces, la Secretaría de Inteligencia, ex SIDE, le había dicho a la Presidente de la Nación que el entonces intendente de Tigre no se animaría a romper con la Presidente de la Nación. Todos sabemos cómo terminó esa historia y quién fue el ganador de la apuesta entre ambos servicios.
Otros afirman que Milani ha acopiado información sobre los ministros, los colaboradores de Cristina, los empresarios que la frecuentan y la propia familia de la Presidente. Vaya uno a saber cuál versión es la correcta.
¿Cuánto depende Cristina Fernández de la información que le proporciona César Milani?Fuentes cercanas a la Presidente de la Nación dicen que mucho. ¿Es cierto que efectivos del Ejército recibieron ropa de Gendarmería para reforzar el operativo de seguridad para el jueves y viernes, ante el temor de una ola de saqueos masivos? El rumor fue fuerte. ¿Es real el radiograma suspendiendo las vacaciones para los efectivos del Ejército hasta marzo? Sí, es verdad.
Cristina Fernández teme que el final de su mandato sea como Ricardo Alfonsín o Fernando de la Rúa. Por eso el temor a la revuelta policial y los saqueos. Por eso las extremas medidas de seguridad para el jueves y viernes pasado. Es el miedo al fracaso, es la inseguridad plasmada en proyecto de seguridad interna contrainsurreccional. Quizás, así se entienda la apuesta de la Casa Rosada, la ruptura con viejos aliados y el giro ideológico dado.
Aunque muchos creen ver en la elección de Sergio Berni para conducir las fuerzas de seguridad y de César Milani para comandar el Ejercito como pasos hacia una chavización de Cristina Fernández, no se puede negar que, desde 1983, la Presidente de la Nación le está dando a las fuerzas un poder y una intervención en la cuestión política como ninguno otro Mandatario previo. Un gravísimo error político, que puede costarle muy caro a esta endeble democracia que tenemos.
Pero lo más notable de la semana fue que Cristina Fernández estuvo 2 veces en la Casa Rosada, en actos públicos, y prefirió no hablar de los temas candentes de la semana. Nunca la Presidente de la Nación esquivó los temas conflictivos. Su silencio, sin duda, es un registro del altísimo nivel de enojo que hay por la exposición exagerada de Jorge Milton Capitanich y la virtual“desaparición” del ministro de Economía, Axel Kicillof, quien fue el responsable de negociar las inversiones en infraestructura con las empresas privatizadas y del sector energético los últimos 2 años. ¿No tiene nada que decir de los cortes de luz el funcionario? Silencio…
Cristina Fernández no cree que volcarse nuevamente al peronismo haya sido una salida inteligente a la derrota electoral de octubre. Por eso, La Cámpora vuelve a escena. En la presentación del congelamiento de precios, eran la “custodia” de los funcionarios exhibiendo sus pecheras; en la Provincia de Buenos Aires reclaman espacios dentro de la nueva conducción del Partido Justicialista bonaerense, en la Capital Federal exigieron también en el PJ porteño. Incluso, un grupito, quiere lanzar la precandidatura de Gabriel Mariotto para reemplazar a Daniel Scioli.
Pasaron el 19/12 y el 20/12. Miles de personas salieron de la capital federal y Gran Buenos Aires a comenzar sus vacaciones y miles más lo harán en las próximas horas. Viene Navidad. Vienen 12 días de fines de semana, feriados y fiestas sin actividad oficial. Luego, Año Nuevo. Puede que haya cortes de luz, pero lo peor de la crisis por demanda de electricidad, ya pasó. La sensación de alivio es generalizada. En la Casa Rosada creen que han superado otro desafío a su poder, otra pulseada con la realidad.
Lástima que sólo es un respiro, un descanso, un pequeño alivio de una decadencia que seguirá profundizándose dado que los problemas no se solucionan y los efectos negativos se siguen acumulando. Así, ya, la decadencia no es una causa, en realidad, es un efecto de 10 años de errores y equivocaciones que no se han reconocido ni se reconocerán.
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