Pesadilla: Venezuela el espejo de la Argentina

La Argentina vive una sucesión de problemas que irrumpen sin cesar. La democracia no los resolvió, los aumentó. El justicialismo manejó el gobierno en casi todo el país durante la mayor parte de los últimos 30 años. Con el kirchnerismo se trituró la República. El espejo venezolano alimentó los vicios de Néstor y Cristina. Hoy, ese espejo muestra una situación crítica que lleva a temer que el futuro argentino se convierta en una pesadilla.


Ya no resulta sorpresivo que la titular del Ejecutivo argentino y de gran parte de los otros dos poderes del Estado nacional, haya hecho una defensa tan abierta de la mal llamada democracia de Maduro. En la foto, Nicolás Maduro y Cristina Fernández de Kirchner.
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
  
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). En una Argentina en la que entre 1980 y 2012 la pobreza aumentó 457% y el delito en 485%, donde el empleo público en los diez útimos años escaló de 2.300.000 a 3.950.000 personas, donde el empleo informal llega a 4.300.000de individuos,  donde se transferieron al Estado, administrado por el gobierno de los Kirchner, desde el sector productivo más U$S 1,350.000 millones; la pregunta a hacerse es quién ha fallado?.
 
¿Falló el sistema democrático o los administradores de la cosa pública?
 
La democracia permite elegir. Los electores, en parte, son responsables de haber sufragado dando ganador a gestores deshonestos y torpes.
 
En todos esos años, los administradores de lo público, el Estado en todas sus formas (nacional, provincial, municipal), con alguna excepción radical, han sido mayoritaramente peronistas.
 
Justo aquellos que invocando la justicia social han hecho todo lo contrario, pero siempre salvaguardando una franja de pobres que gozan de subsidios a cambio de su propia esclavitud; los que así conforman la base de votantes que les asegure el triunfo.
 
Los treinta años de democracia dejan entonces varias enseñanzas; entre ellas una que los argentinos deberían aprender a valorar, la corrupción. Ese robo nefasto que empobrece  a la mayoría y beneficia a a quienes deberían cuidar sus dineros; enriqueciéndolos desmesuradamente y gozando de total impunidad.
 
La corrupción debería ser considerada un delito de lesa humanidad. Es una forma de terrorismo de Estado.
 
Con ella se mata en forma indirecta a mucha más gente que lo que hicieron los militares en la última dictadura.
 
Los cómplices del gobierno de turno, muchas veces, son los opositores que terminan arreglando apoyo al oficialismo mediante negociados.
 
El punto máximo del calvario para la genuina democracia lo ha logrado el cristikirchnerismo, otra versión del justicialismo.
 
Más de diez años de las prácticas más decadentes han degradado al extremo la vida en sociedad de los habitantes de un país que ha venido cayendo estrepitosamente en un decadencia sin límites.
 
Mientras las muertes por inseguridad se multiplican. Mientras el narcotráfico llegó para quedarse. Mientras la inflación no deja de subir. Mientras la recesión crece;  en total,  el gobierno de Cristina Fernández  viuda de Kirchner destinó $ 10.187.707.338 para comunicar y publicitar el relato, vale decir que por día se consumieron $ 27.911.526. Este despilfarro también mata; en gran parte en una forma solapada de corrupción; generada por la adicción al poder de cualquier forma.    
 
La misma adicción de los Kirchner, es la que tuvo el extinto Hugo Chávez en Venezuela, y conserva su digitado sucesor Nicolás Maduro.
 
No es extraño, entonces, que quienes han sido  la familia feudal de Santa Cruz y han ejercido en ella la democracia a su antojo saltando todas las normas constitucionales; hayan repetido su historia a nivel nacional y hayan encontrado en el espejo venezolano una forma superlativa para destruir la República.
 
Tampoco resulta sorpresivo que la titular del Ejecutivo argentino y de  gran parte de los otros dos poderes del Estado nacional, haya hecho una defensa tan abierta de la mal llamada democracia de Maduro.
 
La resquebrajada democracia argentina debería avergozarse de apoyar un régimen como el instalado en Venezuela.
 
Para tener una aproximación a las atrocidades que lleva adelante el próximo visitante de Cristina Kirchner, Nicolás Maduro, es apropiado recurrir al informe que publicó el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
 
Fechado el 6 de marzo, la publicación menciona que el pueblo y los estudiantes de Venezuela protagonizaron en el mes de febrero 2.248 protestas en todo el país, 400,5% más que en enero cuando fueron 445.
 
Y continúa diciendo: “La modalidad de protesta más empelada en este período fue el cierre de calle, seguido por concentraciones, marchas y cacerolazos”.
 
De acuerdo con el Observatorio, el gobierno de Nicolás Maduro ha utilizado prácticas sistemáticas de represión que violan garantías constitucionales y derechos humanos, contabilizando hasta la fecha, 18 personas asesinadas (hoy son 22), 2.382 heridos y 1.254 detenidos, y responsabilizando a la Guardia Nacional Bolivariana, Policía Nacional Bolivariana y el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y núcleos policiales municipales.
 
“Además de la fuerza pública del Estado, los manifestantes fueron agredidos por colectivos, grupos paramilitares de civiles armados pro gobierno, que actúan con permisividad y complicidad de funcionarios del Estado”, asegura el informe.
 
Asimismo, la ONG destacó que “estas acciones fueron ordenadas y respaldadas en público por el primer mandatario nacional, Nicolás Maduro, así como gobernadores pertenecientes al partido oficialista, también por representantes de la Asamblea Nacional (AN), incluyendo a su presidente Diosdado Cabello”, e identifica -finalmente- el modelo de represión:
 
> Ataques conjuntos de la GNB y colectivos armados.
 
> Ataques a manifestantes durante la transmisión de cadenas presidenciales de radio y televisión.
 
> En la mayoría de las protestas donde actuaron los colectivos armados se registraron manifestantes asesinados o heridos de bala.
 
> Las razzias más fuertes fueron realizadas después de las 18:00.
 
> Uso sistemático de sustancias tóxicas y armas de fuego.
 
> Tratos crueles, inhumanos o degradantes a manifestantes.
 
> Torturas y abusos sexuales a manifestantes.
 
> Detenciones arbitrarias.
 
> Allanamientos sin orden judicial.
 
> Criminalización de la protesta.
 
> Agresión a periodistas.
 
> Persecución a dirigentes de partidos de oposición.
 
Podrá explicar el gobierno argentino qué diferencia existe entre la violación de derechos humanos y los delitos de lesa humanidad que pesarán sobre los funcionarios de seguridad del Estado venezolano y su presidente Nicolás Maduro por la represión y tortura que han desatado contra la población civil; con los delitos de lesa humanidad y la violación de derechos humanos que defienden las abuelas y madres de Plaza de Mayo.
 
Justamente, como la causalidad no existe, el mismo día que aparecía el comunicado de la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, el 6 de marzo, un referente histórico del peronismo, Julio Bárbaro, en twitter, escribió: “Venezuela es el espejo en el que nosotros tenemos miedo de vernos, el futuro como pesadilla”.
 
Quiera Dios que la sangre no llegue a estas tierras, donde ya muchas muertes innecesarias acumula su historia.

Comentarios

Entradas populares