Cristina está muy sobregirada y con el Banco Central no le alcanza...

Hasta ahora, la sociedad Kicillof-Fábrega, por impulso de éste más que por decisión de aquel, apeló al corset monetario para frenar la fuga hacia el dólar estadounidense que estaba derribando a la economía argentina. Pero el problema de fondo es el desequilibio fiscal. Mucho tiempo emitiendo deuda para absorber pesos que se emiten para afrontar el déficit fiscal, provocarán un déficit cuasifiscal y la economía argentina ya tiene una triste experiencia al respecto. Pero ¿qué hacer cuando Kicillof no se atreve a tomar el déficit fiscal con la decisión y valentía que el tema merece? El estudio Massot & Monteverde advirtió que Kicillof-Fábrega no tienen mucho tiempo por delante...


"(...) El déficit primario informado estalló 414% frente a 2012 y alcanzó los $ 2.2479 millones. (...) El desequilibrio real es mucho mayor al informado por la Secretaría de Hacienda pues corresponde deducir las transferencias de que hicieron el Banco Central, la ANSeS y otros organismos públicos. (...)"
CIUDAD DE BUENOS AIRES (InC). Tal como habíamos anticipado, el año pasado las cuentas fiscales registraron su mayor desequilibrio en 17 años.
 
> El déficit primario, las necesidades de financiamiento, y la asistencia del BCRA al Tesoro alcanzaron niveles récord.
 
> El déficit primario informado estalló 414% frente a 2012 y alcanzó los $ 2.2479 millones.
 
> El quebranto financiero reconocido sufrió una suba moderada —16%— gracias a la drástica caída observada en los servicios de la deuda, pues en 2013 —a diferencia del año previo— no hubo desembolsos correspondientes al cupón PBI.
 
> El desequilibrio real es mucho mayor al informado por la Secretaría de Hacienda pues corresponde deducir las transferencias de que hicieron el Banco Central, la ANSeS y otros organismos públicos.
 
> Los aportes extras de esas fuentes sumaron más de $ 59.259 millones, más del doble —106%— lo girado durante 2012.
 
> El rojo final real sumó nada menos que $ 123.737 millones para todo 2013.
 
> El déficit primario real, por su parte, se ubicó en $ 81.738 millones.
 
> La creativa contabilidad oficial permitió exhibir una mejora de los ingresos corrientes superior a la sostenida expansión del gasto.
 
> Los ingresos corrientes aumentaron 30,5% interanual.
 
> El salto comentado en las pseudoutilidades giradas por el BCRA el Fondo Jubilatorio y organismos descentralizados permitió maquillar el pobre desempeño de los recursos ordinarios.
 
> El corazón de los ingresos corrientes —esto es, los recursos tributarios— mostró una pálida suba de 22,7 % interanual, lo que significa una caída en términos reales para cualquier tasa de inflación de fuente privada que se tome.
 
> El gasto corriente, por su parte, aumentó 27,1 % interanual y las erogaciones de capital treparon 47 %; el gasto primario —que no computa los servicios de la deuda— escaló 33,1 %.
 
> Por efecto del no–pago del cupón PBI, los intereses abonados tuvieron una contracción de nada menos que 18 % interanual.
 
> A cambio, el gasto de operación del Estado se continúa expandiendo da un ritmo de 31,9% interanual.
 
> La compra de bienes y servicios acusa la conjunción de despilfarro y suba de precios, al saltar 42,7%.
 
> Han continuado concediéndose pensiones no contributivas; ello provoca que las prestaciones de la Seguridad Social aumenten 33% interanual, muy por encima de los incrementos otorgados en los haberes pasivos.
 
> Los subsidios al sector privado aumentaron 29%; si bien las transferencias para energía y transporte treparon con fuerza, el total fue beneficiado por el estancamiento de los planes sociales.
 
> Las transferencias a provincias y municipios cayeron significativamente en términos reales, al ascender 18,3% nominalmente.
 
> El déficit operativo de las empresas estatales trepó con fuerza, marcando un alza de 52,3% interanual.
 
> Pero, para tener una acabada comprensión de la perspectiva sombría que arrojan las finanzas públicas, debe considerarse con atención el desempeño de diciembre.
 
> El último mes del año marcó una notoria ampliación de la brecha —que venía siendo creciente en los últimos meses— entre el crecimiento que registran los renglones estructurales del gasto versus el pobre incremento de los ingresos corrientes.
 
>Los recursos corrientes aumentaron apenas 21,6% interanual, muy por debajo de la inflación del período —que nosotros ubicamos en 29,2%.
 
> Dentro de esa franja de recursos, el comportamiento de los ingresos tributarios fue particularmente decepcionante, mostrando una suba nominal de sólo 15,5%, lo que significa una caída real de casi 12% frente a lo recaudado un año antes.
 
> Los fondos apropiados a la Seguridad Social constituyeron el sostén de los ingresos ordinarios, con un alza de 28,6 %, aunque ellos también sufren una paulatina declinación (meses antes trepaban por encima de 35 % interanual).
 
> De todas formas, y como ya es costumbre, la principal suba se dio en un renglón que —lejos de constituir ingresos de carácter ordinario— viene a auxiliar contablemente el resultado.
 
** Nos referimos a las rentas de la propiedad, que engloban las pseudoutilidades giradas por el BCRA, el Fondo Jubilatorio y organismos descentralizados de la adminis-tración pública.
 
** Estos recursos extraordinarios treparon nada menos que 33,7% interanual.
 
> Del lado del gasto corriente, y como ya se apuntó, diciembre pasado contó con la ventaja de que no hubo pagos correspondientes al cupón PBI, como sí había ocurrido en idéntico mes de 2012.
 
Eso se reflejó en un derrumbe de 74,1% en los intereses abonados y provocó que, en apariencia, se registrase una fuerte desaceleración del gasto —a apenas 1,5 % interanual— cuando en realidad continuó subiendo por encima de lo que aumentan los ingresos.
 
> El núcleo del gasto estructural, compuesto esencialmente por el gasto de operación del Estado y las prestaciones de la Seguridad Social, continuó expandiéndose más que la inflación y por encima de los ingresos.
 
** Lo erogado por remuneraciones al personal estatal subió 31,8% interanual, aventajando las mejoras salariales otorgadas a causa del incremento de la dotación.
 
** El consumo de bienes y servicios para el funcionamiento d ela administración pública voló 67,3% interanual.
 
** Las prestaciones de la Seguridad Social aumentaron 30,3%, bien por encima de los incrementos que se concedieron, reflejando la incorporación de nuevos beneficiarios de pensiones no contributivas.
 
> Las transferencias corrientes fueron el único rubro que registró una desaceleración.
 
** Los giros a provincias y municipios sufrieron una severa contracción, con una caída nominal de 15,7%.
 
** Los subsidios al sector privado, en cambio, aumentaron 25,6 % —lo que, de todas formas, constituyó una reducción en términos reales.
 
** El que continúa exhibiendo un crecimiento exorbitante es el déficit operativo de las empresas públicas, que más que se duplicó —con una variación de 104,1 %— respecto a un año antes.
 
> El renglón de otros gastos corrientes, por su parte, escaló 40,1%.
 
> El resultado primario fue nuevamente negativo y saltó 80,1% interanual.
 
> En cambio, el déficit financiero se redujo, beneficiado por la fuerte disminución en los servicios de la deuda; hasta noviembre, el rojo final marcaba un aumento de 73% respecto a idéntico período de 2012.
 
> Sin un ajuste fiscal sustantivo, las crecientes necesidades de financiamiento forzarán a reformular la Carta Orgánica del BCRA para ampliar el límite vigente de adelantos transitorios al Tesoro.
 
> La caída en la demanda de dinero ha llevado a que la inflación se disparase pese a que la masa monetaria se desaceleró.
 
> Nótese en este punto el carácter precario del alivio logrado en el frente cambiario.
 
> Al disminuir la pérdida de reservas —con su consiguiente efecto esterilizador— se incrementa forzosamente el ritmo de emisión, salvo que se continúen aumentando las tasas de interés (es decir, la única forma de comprar tiempo por esta vía es condenar el país a una fuerte recesión).
 
> Una aceleración de la emisión dispararía la inflación, reanudando el proceso de atraso cambiario.
 
> Cuanto más se profundice el atraso cambiario y más altas se ubiquen las tasas de interés, el potencial explosivo de la bicicleta financiera se multiplica.
 
> En última instancia, ni la devaluación operada en el tipo de cambio oficial ni la elevación de las tasas de interés pueden restablecer el equilibrio fiscal y externo.
 
> La estrategia elegida por el gobierno para detener el deterioro fiscal —y evitar, a la vez, asumir los costos políticos de un ajuste frontal— se basa en 3 vías de acción: disminución de subsidios a la energía y el transporte, reducción del salario real (con objetivo de mínima en 5%), y recomposición de la relación con el mundo tendiente a recuperar el acceso al crédito internacional.

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