El "estado mental" de CFK, una preocupación lógica para EE.UU.

Por Ceferino Reato

Alberto Fernández, el ex jefe de Gabinete, volvió a colocarse en el radar de Cristina Kirchner al ofrecer una explicación original, creativa, sobre por qué hace menos de un año, el 31 de diciembre de 2009, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, pidió un informe sobre "el estado mental y la salud" de la presidenta, según uno de los 251.287 cables confidenciales revelados por WikiLeaks.

"Toda la preocupación por la salud, entre comillas, psiquiátrica de la Presidenta es una estupidez que una vez publica una revista", dijo Fernández por Radio Belgrano. "¿Una tapa de Noticias?, le preguntó su entrevistador. "Exactamente y de allí se construye todo esto", respondió el ex funcionario K, quien agregó: "Muchas veces le planteo a algunos editorialistas que tienen que tener presente que lo que escriben tiene una trascendencia que va más allá del tipo que lee los diarios; me estoy refiriendo a estas cosas".

En otras palabras, el didáctico Fernández sugiere que los periodistas no tenemos que pensar tanto en los lectores, los oyentes o los televidentes sino en los ocupantes de los distintos roles de poder; en cómo reaccionarán ellos frente a lo que escribimos, decimos o mostramos.

Esa es toda una definición del periodismo que tienen Fernández, y otros tantos políticos que piensan cómo él, que relativizan la importancia del usuario de los medios de comunicación, de quien concretamente compra un diario o una revista.

En el caso del cable de Hillary Clinton, Fernández piensa que la secretaria de Estado norteamericana se enteró de la tapa de Noticias y pidió a sus representantes diplomáticos en Buenos Aires que le ampliaran esa información.

Puede ser, pero su curiosidad también puede haber sido motivada por las expresiones crispadas de la Presidenta, en especial durante sus frecuentes discursos antes de la muerte de su esposo. Son formas y contenidos que llaman la atención, incluso en nuestro país.

En todo caso, es entendible que los funcionarios de primer nivel de Estados Unidos y de todos los países del mundo quieran saber detalles de la personalidad y de la salud física y mental de sus interlocutores ya que la diplomacia se ha vuelto cada vez más dependiente de los diálogos y las negociaciones en el más alto nivel.

Tanto es así que se habla de "diplomacia presidencial". Néstor Kirchner, y eso Alberto Fernández lo debe saber bien, fue un ejemplo de esa concentración en el Presidente de las decisiones de política exterior, y por eso sus cancilleres fueron figuras cada vez más deslucidas y dependientes. Cristina Kirchner sigue esa línea.

Por todo eso, una de las tareas claves de las embajadas es proveer a los presidentes y cancilleres de ese tipo de detalles precisamente para que sus jefes saquen el mayor provecho posible de esos encuentros de alto nivel, siempre esporádicos.

* Editor jefe del diario PERFIL; su último libro es "Operación Primicia".

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