Vaticano: Fuerzas adversarias en operaciones
Cristina Fernández de Kirchner afirma que ella no fue quien falsificó una carta supuesta del Papa. Y en el Vaticano afirman que Francisco no envió ninguna carta. Es muy probable que la Presidenta y el Papa coincidan en darle alguna verosimilitud a ese texto que llegó con la correspondencia por el canal habitual que utiliza la Nunciatura Apostólica para sus envíos a la Casa de Gobierno pero nunca salió del Vaticano. En realidad, ambas partes precisan ponerse de acuerdo para zafar del papelón mutuo. Pero... ambos saben que la historia es otra. ¿No habrá enemigos de Francisco con un pie en la Argentina y otro en el Vaticano, que además le están solicitando a Jorge Omar Bergoglio que no realice tantas intervenciones en la política argentina?
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Hay 2 lecturas posibles para el diferendo sobre la falsa carta del Papa a la Presidenta de la Nación:
> Una visión, de cabotaje, acerca de un mentira con objetivos políticos gubernamentales.
> Una visión, más profunda y verdadera: es un mensaje a Cristina pero muy especialmente a Jorge Omar Bergoglio, pontíficie católico apostólico romano, que puede tener mucho poder pero también tiene críticos y enemigos con mucho poder.
Ahora, la prioridad es cómo ocultar esto último. Es decir, que nadie o muy pocos se enteren que hay un mensaje encubierto, en especial para el Papa -y que no proviene de Cristina- detrás de la misiva (que, probablemente, terminen dando por buena para zafar).
Es mejor presentar ante la opinión pública que hubo un problema administrativo antes que ventilar que hay otras cuestiones de inquina y conspiración que deja, tanto a Francisco como a Cristina Fernández de Kirchner, en debilidad.
“No sabemos por qué el Vaticano dijo que esta carta era falsa”, dijo (Oscar) Parrilli y (Guillermo) Oliveri agregó que “la secretaria del Nuncio, Marcela, nos confirmó que la carta salió de la Nunciatura (la Embajada de la Santa Sede en la Argentina) y para nosotros es auténtica”.
Se sabe que desde el Gobierno se hicieron durante toda la tarde de ayer intensas gestiones, todas infructuosas, para ubicar al nuncio Emil Tscherrig, a quien seguían buscando cerca de la medianoche. Tscherrig, obispo de nacionalidad suiza y de muy bajo perfil, que asumió funciones en el país en marzo del año anterior, podría ser la persona que brinde una explicación final sobre el, hasta el momento, confuso episodio.
Si bien todavía quedan puntos que deben ser aclarados respecto del incidente, es necesario relatar la secuencia de los hechos, aunque de ese mismo reporte surjan elementos que resultan confusos.
En la carta en cuestión, el Papa expresaba a la Presidenta, a quien se refería coloquialmente como “Cristina” y tuteaba, su “saludo y cercanía con motivo de la fiesta nacional”, agregando “mi más sentida felicitación a todos los argentinos, para quienes pido al Señor, por intercesión de María Santísima de Luján, que encuentren caminos de convivencia pacífica, de diálogo constructivo y mutua colaboración, y crezcan así por doquier la solidaridad, la concordia y la justicia”. El documento, enviado por la Nunciatura Apostólica, lleva la firma del papa Francisco.
Cuando la nota fue difundida por los habituales canales del Gobierno, e incluso publicada en la página oficial de la Casa Rosada, desde Roma surgió la voz de Karcher, quien entrevistado periodísticamente no solo afirmó que la carta “es falsa”, sino que agregó que “es un artista el que hizo este collage” ante el cual “uno se queda sorprendido, porque nunca ocurrió algo así”. Si bien el sacerdote Karcher no cumple funciones de prensa en el Vaticano sino en el área de ceremonial, se trata de un argentino que se cuenta entre los colaboradores cercanos del Papa, aunque entre sus funciones no aparecía hasta ahora la confirmación de los dichos del Papa. Su condición de nacional quedó manifiesta también por el uso del lenguaje coloquial para negar la autenticidad del documento papal: “Este es un hecho de muy mala leche... como dicen allá... los argentinos nos entendemos”.
En todo caso la pregunta sería: ¿a quién atribuirle la “mala leche”?
Tras la desmentida de Karcher, las especulaciones y las versiones poblaron las redacciones de los noticieros, los portales de noticias y los medios gráficos. Tras dos horas de suspenso y en medio de la confusión periodística, Parrilli y Oliveri aparecieron en vivo para brindar la versión oficial que ratifica el uso de los canales habituales y el haber cumplido los procedimientos que son normales en este tipo de situaciones. “Recibimos una nota verbal donde nos adjuntaba además un sobre cerrado dirigido a la Presidenta de la Nación.”
Los funcionarios, mostrando los sobres y la carta original ante las cámaras, contaron también que Oliveri remitió la carta a Parrilli, quien la abrió después de haber recibido orden para ello de la propia Presidenta. El texto, que no sorprende por su tono y que se ajusta al lenguaje habitual de la Iglesia y del Papa para estas ocasiones, fue difundido a través de la prensa presidencial.
Nunca más apropiado para decir que el diablo metió la cola. ¿Dónde? ¿En Roma? ¿En la Nunciatura? Nadie puede saberlo hasta el momento. Por lo menos, Karcher aseguró que el Papa no se enojó por el hecho sino que, según el vocero, sostuvo que “uno mira esas cosas y se ríe”. En Buenos Aires, fuentes eclesiásticas ponían anoche en duda los alcances de la desmentida realizada por el sacerdote. (...)".
La versión del Vaticano la ofreció el periodista de Clarín, Sergio Rubin, quien acompañará a Francisco en su gira a Tierra Santa:
"Nadie entendía nada.
Aunque la novedad de la carta trucha del Papa a Cristina - revelada por el propio sitio de la Presidencia de la Nación - irrumpió en la noche italiana, las primeras reacciones que se recogieron en las cercanías del Vaticano fueron de perplejidad.
Apenas alcanzó el tiempo para que uno de los pocos clérigos argentinos que tiene contacto diario con el Pontífice, monseñor Guillermo Karcher, del ceremonial, le transmitiera a Francisco la “noticia” y que este le pidiera que saliera a desmentirla.
Las palabras de Karcher fueron elocuentes acerca de lo mal que había caído el equívoco. “Con el Papa no se juega”, se quejó amargamente.
Pero no pudo descifrar el origen del fraude.
Con todo, se descontaba que ya anoche la Nunciatura Apostólica (embajada papal) en la Argentina se había abocado a investigar el sorprendente caso. Y que, con el correr de las horas, o de los días, se podría al menos empezar a develar el misterio que llevó a la Casa Rosada a cometer un papelón de trascendencia internacional.
La confusión creció cuando anoche, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, aseguró que la carta le llegó desde la Nunciatura por los canales habituales.
Oliveri está en el cargo desde que asumió Néstor Kirchner y en más de diez años llevó ordenadamente la relación con la Santa Sede.
Además, prácticamente todo lo que llega del Vaticano le llega a través de la Nunciatura y muchas veces es anticipado por un llamado telefónico del Nuncio, función que hoy cumple monseñor Tscherrig, de excelente vínculo con Bergoglio desde que era arzobispo.
Por otra parte, cualquier persona conocedora de la Iglesia se hubiera percatado - como dijo Karcher - que una carta del Papa no podría llevar el membrete de la Nunciatura, sino del Vaticano, salvo que la embajada papal transmitiera un mensaje del Pontífice. Pero el de marras llevaba la firma del Papa.
Esto, más allá del tuteo a la Presidenta y los errores ortográficos.
También era llamativo que la carta tuviera fecha del 15, aunque no sería la primera vez que la Casa Rosada demora la difusión de una carta papal.
Eso sí : hay que reconocer que los conceptos - el llamado al diálogo, a la convivencia pacífica - estaban en línea con el pensamiento del Papa. Lo cual lleva a pensar que quien la escribió no era totalmente un improvisado. Y que, evidentemente, estaba apostando a la confusión .
¿Quién pudo hacerlo? ¿Le apuntó al Gobierno o a algún funcionario? Y sobre todo : ¿Por qué la presidencia no tomó los recaudos del caso?
Durante el segundo mandato de Carlos Menem hubo un escandalete cuando el Gobierno presionó y logró bajarle el tono a un discurso de Juan Pablo II sobre la corrupción y la impunidad en el país.
Aquella maniobra fue penosa, pero real.
Ahora, bien podría decirse que la ficción superó a la realidad.
Alguien le debe una disculpa al Papa."
Una pregunta para Rubin: luego de los escándalos de Paolo Gabriele, Gianluigi Nuzzi y Carlo Maria Viganò, que iniciaron la caída de Benedicto XVI, ¿no habrá que buscar una lectura más profunda de lo que sucedió? ¿No habrá enemigos de Francisco con un pie en la Argentina y otro en el Vaticano, que además le están solicitando a Jorge Omar Bergoglio que no realice tantas intervenciones en la política argentina?
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