A cuatro meses del programa Progresar, Alicia K defendió el plan sin dar números
Cuando el 22 de enero de 2014, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el plan de becas "para los hijos del neoliberalismo" -luego conocido como Progresar- la agenda del día a día marcaba gran preocupación por la situación de los "Ni-Ni", los jóvenes menores de 24 años que no trabajan ni estudian.
El programa fue presentado como un beneficio consistente en la suma de 600 pesos mensuales para aquellos jóvenes de mayores de 18 años y menores de 24 que quisieranavanzar con sus estudios pero no tuvieran los recursos necesarios para realizarlos. Hoy, la agencia estatal Télam publicó una columna escrita por la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, donde dice hacer "un balance del impacto que significó la implementación" del plan Progresar "a tres meses de su implementación".
La ministra afirma que el plan Progresar "sumado a la asignación por embarazo y la asignación universal por hijo, garantiza la protección de los 0 a los 24 años, siendo la cobertura de niños y jóvenes más amplia de Latinoamérica". Es cierto que a nivel etario no se puede dudar de una cobertura de 24 años y 37 semanas -si se suma la Asignación Universal por Hijo para los niños por nacer- pero la ministra no brinda ninguna precisión estadística sobre el alcance en cantidad de personas -y no en edades- como así tampoco realiza lo que, a los fines de desarrollo social -al fin y al cabo, la función de su cartera- importa:los resultados de las políticas implementadas.
Es entonces que el mentado "balance" del programa derivó en varios párrafos de ponderación de las políticas sociales del kirchnerismo -también sin datos-, la exaltación de los logros obtenidos desde 2003, la ampliación del derecho a votar a los jóvenes de 16 años, cuestionamientos para "la cadena del desánimo" y arengas a la rebeldía militante.
Más allá de desconocer si hubo un error de tipeo de parte de la ministra al afirmar que "hay que pensar de qué modo cada uno de nosotros podemos aportar, desde nuestro lugar, para reproducir las desigualdades sociales", en la búsqueda de datos crudos, según un informe publicado por el diario Página/12 en mayo de 2014, la cantidad de inscriptos al plan Progresar son 900 mil, de los cuales ya se encuentran cobrando unos 300 mil. Por otro lado, se destaca que son 1.550.000 los jóvenes de entre 18 y 24 años que se encuentran en condiciones de calificar para el plan.
Asimismo, el informe elaborado con datos provistos por la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) afirma que ese número corresponde al 51% de la población argentina comprendida por esa franja etaria. De manera lógica, ese número también puede interpretarse como un fracaso a las políticas de inclusión: el 51% de los jóvenes argentinos de entre 18 y 24 años no tienen posibilidades de financiar sus estudios en un país con educación pública y gratuita, o que no tienen empleo, o ambas condiciones, a diez años y 363 días de la llegada del kirchnerismo a la Casa Rosada.
Según el economista Marcos Hilding Ohlsson, de la fundación Libertad y Progreso, en la actualidad existen sesenta planes sociales distintos sólo en la provincia de Buenos Aires, entre los programas nacionales y provinciales. "Los datos no se pueden conseguir por ningún lado", afirma Hilding Ohlsson, quien destaca que ANSES pide a los candidatos al programa que indiquen con quién viven y los ingresos de sus padres, lo cual delata una auténtica zona gris del programa: según la legislación argentina vigente, los padres tienen la obligación de mantener alimentariamente a sus hijos hasta los 21 años y, si el candidato a percibir el plan tiene más de esa edad, no debería tener relevancia el poder adquisitivo de sus padres.
"Es destacable que este programa es más masivo que los anteriores, en cuanto al alcance de estudiantes", afirma Hilding Ohlsson en referencia a los programas estudiantiles que se dieron de baja en pos de la implementación del Progresar. Pese a ello, el economista sostiene que aumentaron los planes, aumentaron los montos y la situación social no cambió. "La cuestión de fondo es que, podés tener visiones distintas, pero el principal problema es que no se realiza una buena evaluación, a ver cómo afectó la escolaridad, la salud o el trabajo juvenil".
Aumentar el presupuesto no se trasladó a mejorar el beneficio ni, mucho menos, a la calidad de vida de sus beneficiarios. Por ejemplo, el presupuesto de la Asignación Universal por Hijo pasó de 26.241.106.320 de pesos fijados a mediados del año 2013, a 36.737.548.848 de pesos con el último aumento.
En el medio hubo una fuerte devaluación y se disparó la inflación, alcanzando un 40% de aumento los productos de la canasta básica de alimentos, según estimaciones no oficiales. De este modo, el 40% de aumento en la AUH dista bastante de ser una mejora y tan sólo alcanza para lograr que se pueda comprar en mayo de 2014 lo mismo que se podía comprar en mayo de 2013, pero más de lo que se pudo comprar en los doce meses del medio.
La AUH viene a ejemplo porque, más allá de los números de beneficiarios y montos de dinero a percibir exhibidos por la Presidenta en cadena nacional, aún hoy se desconocen los resultados inclusivos reales. Lo único deducible es que, año a año, aumentan los montos de dinero pero no disminuyen los beneficiarios. Y eso es el balance que nos deben para empezar a hablar del éxito de las políticas de inclusión.
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