Pasen los corruptos que siguen
El flagelo incurable de los argentinos parece ser la corrupción. La cadena ininterrumpida de gobiernos saqueadores del Estado parece no encontrar límites. Esta es la causa central de la decadencia sin freno del país. Las elecciones de 2015 no alientan un cambio de tendencia, ni tampoco justicia para los delitos cometidos; la complicidad hermana.
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter:@santosjorgeh
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CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La vida es una película, donde el protagonista es cada uno, con final incierto y duración desconocida.
El presupuesto para rodarla depende de la familia y del país donde uno nazca.
Buena parte del desarrollo del guión del itinerario a recorrer, mientras el film dure, depende de los padres, de uno y del Estado nacional, provincial y municipal.
En este contexto no se pueden elegir los padres, pero de uno depende, voto mediante, de la elección de quienes administren el patrimonio de todos, el Estado.
Con impuestos, tasas y contribuciones se alimenta a diario a las autoridades que manejan el Estado en sus distintos estratos para que esos recursos retornen bien invertidos en salud, educación, seguridad, infraestructura, etc.
Si ese Estado está bien gestionado, la película de la vida va a tener un derrotero facilitado y sin sobresaltos. Lo contrario, implica un camino sinuoso, asfixiante, preocupante y hasta mortal.
De aquí, de esta sencilla descripción, se desprende la importancia que tiene la corrupción en la existencia del ser humano.
Si se tomara conciencia de ello:
> El “roban pero hacen” nunca hubiera nacido. Sería autocensurado por la indignación que produce.
> La existencia de enormes capas sociales sumergidas en la extrema pobreza y subsidiadas en la vagancia para obtener “la base electoral” de gobiernos populistas, debería ser repudiada por los restantes sectores de la sociedad provocando una ola de votos rechazo en las urnas.
Sin embargo, el protagonista de cada película de un ciudadano argentino, al parecer, no repara en ello y mucho menos en forma colectiva.
La fragmentación de la sociedad no es una decisión individual, ha sido orquestada desde arriba. Una comunidad dividida en más fácil de gobernar y más fácil de engañar.
En estos extensos y perversos 11 años de los Kirchner en el poder, se ha aprendido que estos no necesitan “secretos de Estado”; han hecho del Estado un secreto manejado a gusto de ellos para beneficio propio y de sus amigos/testaferros.
De esto surge el relato; tan necesario para disimular la realidad.
Se necesita enfrentar a la ciudadanía, distraerla, engañarla, para poder no solo ser indecente, sino perpetuarse en el poder de cualquier forma para que nunca nada se descubra.
Si este plan se corta porque Néstor, uno de los protagonistas centrales del largometraje “Los K”se fue antes de tiempo, entonces el plan B, consistió en desmantelar los organismos de contralor y de justicia del Estado para que reponerlos lleve suficiente tiempo y así, consiguientemente, los actores del desfalco no existan o hayan prescripto sus causas.
La corrupción debería ser considerada un delito de lesa humanidad.
Un funcionario corrupto arruina la vida y hasta termina matando a cientos, miles de personas.
En la corrupción se esconde el narcotráfico, la inseguridad, las fronteras sin control, la falta de radares, el desmantelamiento de las fuerzas armadas, el crecimiento de las villas, el incremento sideral del juego, etc.
Un Estado altamente corrupto convive con igual nivel de empresarios, dirigentes, políticos; y un pueblo que, si puede, también lo es.
En un escenario donde lo que sobra es corrupción, es difícil que existan políticos opositores que busquen castigar a los que se van porque gran parte de los que llegarán han sido cómplices por acción u omisión de los delitos cometidos contra ese mismo pueblo que renovadamente prometen defender.
Mientras tanto, amigo lector, la película de su vida sufre los vaivenes del constante robo al que está sometido.
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