La gran liquidación pos Cristina

José Ortega y Gasset, en 1939, les dijo a los argentinos “Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más…”. El tiempo de Cristina culminará algún dia. En ese momento habrá que afrontar una gran liquidación para renovar un sotck calcinado.¿Llegará el instante de dar el magnìfico brinco? Los costos a pagar serán altos.


"Al argentino -en general- le han expropiado el sentido común. Costará reparar este daño. Sin este sentido las certidumbres o invitaciones que benefician a la mayoría de la sociedad a transitar juntos un camino que los contenga y los beneficie, es casi imposible conseguir un mañana mejor."
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Cual liquidación de mercaderías afectadas por un incendio o una cruenta inundación podría llegar a imaginarse lo que quede de la Argentina tras el desvastador siniestro que sigue dándose en estas tierras hace más de 10 años, desde que la familia Kirchner se hizo cargo del poder central.
 
Seguramente la proyección de un futuro desolador, fruto de una década irrecuperable, nos permitiría observar prolongadas filas de personas que se agolparían sobre saldos y retazos de un país que tuvo todo para despegar pero voló hacia atrás, frenó toda posibilidad de desarrollo y fue devastado.
 
Decía Séneca que no hay viento favorable para el  que no sabe para dónde va.
 
Nunca mejor aplicable esta frase para los mandatos de Néstor y Cristina donde sopló un viento de cola, como prácticamente nunca antes, para favorecer la economía nacional, y por lógica consecuencia, todo lo que ella conlleva si está manejada con talento y honradez.
 
Sin embargo, el matrimonio que se enriqueció desde los años de la dictadura militar y mucho más cuando se convirtieron en la pareja feudal de Santa Cruz; nunca tuvo como objetivo pasar a la historia grande de la patria, en serio.
 
Tanto él, en vida, como ella aman la mentira; esa que hace tanto daño a quienes la padecen, conciente o inconcientemente.
 
Con esta particularidad y ambos recitando un amor inexistente por los más débiles, usaron a estos para acumular poder y engrosar una incalculable fortuna familiar, antes y una vez instalados en la Casa Rosada.
 
De igual forma, de boca para afuera, los dos abrazaron los derechos humanos y con estos, como con tantos otros subterfugios, generaron una monumental fuente de salida inescrupulosa de dineros públicos para engrosar su patrimonio mal habido.
 
El campo de entretenamiento de sus peores prácticas totalitarias y de cohechos fueron los 243. 943 km² de extensión, de la segunda provincia más extensa del territorio nacional.
 
Otro modelo referencial importante a nivel regional para engrosar las peores conductas antidemocráticas y dolosas fueron mamadas, por la dupla pingüina, de Hugo Chávez Frías, el extinto mandamás que gobernó, desde febrero de 1999 hasta marzo de 2013,  la Republica Bolivariana de Venezuela.
 
El introductor en sociedad de estos rescatistas de la crisis de 2002/2003 fue nada más ni nada menos que Eduardo Duhalde. Alguién puede imaginar que el cabezón o la clase política desconocían quiénes eran Nestor y Cristina.
 
Los huéspedes de Olivos mostraron rápidamente quiénes eran y que buscaban: Quedarse con todo. 
 
La alternancia él, ella; ella, él. Los lacayos del poder; la obediencia debida; las pretensiones de disponer de todos los medios de comunicación; las obras públicas en manos de ignotos empresarios; las trampas a la Constitución y a las leyes de la República; los subsidios para mantener la pobreza, y por lo tanto, el clientelismo que les asegurase el voto cautivo; los viles empresarios que venden hasta su alma por dinero; y una larguísima lista de ingredientes cuasi mafiosos para apretar al díscolo fueron colocando a todos y a todas, casi sin excepción, en el tobogán de la decadencia sinfín.
 
Argentina venía de una crisis terminal y la ansiedad del enfermo de salir de la terapia intensiva, hizo que este privilegiase la suerte de los precios altísimos de los productos del campo y la exportación de autos a Brasil que ponían remedios a sus males; antes que reparar en las contraindicaciones de las medicaciones suministradas.  
 
Los tiempos del desencanto siempre llegan. A veces tarde, pero llegan. La historia de la humanidad así lo demuestra. Los pueblos pueden dormir la siesta pero despiertan.
 
Hoy son muchos más de los pensados los que ya se anoticiaron que el relato se agotó. La realidad golpea la puertas como inexorablemente siempre acontece.
 
Las mentiras presidenciales solo son aplaudidas por quienes cumplen esa función por convicción o conveniencia.
 
El país vive una crisis mucho más complicada que la de su economía; que por cierto es muy severa, por más que los economistas traten de amortiguarla para no alarmar.
 
Se está inserto en una crisis de valores, con ausencia de referentes. En un enorme descreimiento en las instituciones; en un enfrentamiento social provocado desde la presidencia; y en una pérdida de valores esenciales, por demás preocupante.
 
La degradación ética alarma. Los principios básicos que hacen a la convivencia en comunidad han sido destrozados.
 
La ruindad se apoderó de casi todo.
 
La corrupción explota apenas se entra a analizar cualquier área o acción de gobierno.
 
El miedo se ha apoderado de una gran mayoría, incluso de los jueces.
 
El Estado es utilizado por su administradora para ir en contra de sus propietarios/mandantes si estos la incriminan aunque más no sea en el ejercicio de la libertad de expresión.
 
Este pavor es propio del que se tiene al dictador, aunque la nación no haya entrado en ese situación, por más que la circunde.
 
La herencia de estos años será una pesadísima carga para un pueblo que aún no lo advierte en su cabal magnitud.
 
Los políticos opositores por incapacidad para verlo, por no asustar o por pretender ganar votantes, no lo señalan públicamente y alimentan una salida mágica, que resultará imposible. La mentira sigue sobrevolando.
 
El daño provocado a lo largo del decenio que se sigue extendiendo; será muy dificil de sortear.
 
La gran liquidación de saldos y retazos de un país por demás complejo aún no empezó.
 
Como expresaba José Ortega y Gasset, los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas.
 
Al argentino -en general- le han expropiado el sentido común. Costará reparar este daño. Sin este sentido las certidumbres o invitaciones que benefician a la mayoría de la sociedad a transitar juntos  un camino que los contenga y los beneficie, es casi imposible conseguir un mañana mejor.
 
Esto no sucedió y se pagará indefectiblemente.
 
Las colas para la gran venta de lo que quede, nos espera. La policía deberá ordenarlas para evitar problemas.

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