La detención de Milagro Sala enturbia la relación entre Macri y Francisco

Si bien Mauricio Macri agendó una reunión con el papa Francisco para el 27 de febrero, por fuera del protocolo la relación se mantiene fría y trabada. Desde los tiempos en los que Macri era alcalde y Jorge Bergoglio arzobispo porteño, el vínculo fue zigzagueante y nunca terminó de encauzarse. El Papa evitó llamarlo cuando ganó y asumió la presidencia, y pese a los esfuerzos del macrismo por acercarse, la detención de la jefa de la Tupac Amaru, Milagro Sala, no le cayó nada bien al líder de la Iglesia. Al contrario, aumentó sus sospechas sobre el perfil “poco social” del Gobierno.


A más de 15 días de la detención de Sala en Jujuy, Francisco percibe la decisión político-judicial de mantenerla presa como una agresión directa al mundo de las organizaciones sociales.
“Está preocupado por lo de Milagro. Si el Gobierno quiere tener una relación fecunda con Francisco, debería pensar en canales y medidas que excedan lo eclesiástico formal. El ama la estructura de la Iglesia, pero sabe que el mundo no se acaba ahí”, confió uno de los representantes informales del Papa, que incluso tiene cargo en una organización global a pedido de Francisco.
Como gesto de amistad, desde el macrismo designaron a Santiago de Estrada, alias “el Obispo”, como secretario de Culto, y a Rogelio Pfirter como embajador en el Vaticano. Además insistieron en pedir una cita, primero frustrada durante la presencia de Macri en el foro de Davos, y ahora finalmente confirmada. Para Francisco, sin embargo, acciones como la detención de Sala opacan esos guiños.
Mensajes eclesiásticos. El viernes pasado, el obispo de Gualeguaychú y presidente de la Pastoral Social, Jorge Lozano, un dirigente a su vez muy cercano al Papa, publicó en La Nación una nota sobre Sala que casi no tuvo repercusión. Titulada “Movimientos sociales bajo sospecha”, afirmaba que “se criticó peyorativamente en algunos medios y en las redes sociales a diversas organizaciones y a sus líderes, con el serio riesgo de generar un clima hostil e intolerante”.
Lozano pidió “no caer en lo que Francisco llama ‘sutil xenofobia’, bajo el noble ropaje de lucha contra la corrupción o el clientelismo”. Y además citó las palabras del Papa en el cierre del Encuentro de Movimientos Populares, realizado en julio pasado en Bolivia. En ese acto masivo estuvieron la Tupac Amaru y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), un espacio heterogéneo de trabajadores precarizados: cartoneros, vendedores ambulantes, campesinos, costureros, artesanos y obreros de empresas recuperadas.
De la mano de algunos dirigentes con los que tiene línea directa, la CTEP es la organización preferida del Papa. Y a su vez es una de las más activas en la protesta contra el encarcelamiento de Sala.

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