La tragedia de Once Reavivó un grito olvidado: "Que se vayan todos"

"¿Cristina, dónde está?", "Schiavi renunciá" y "que se vayan todos" fueron algunas de las consignas que inundaron la terminal de trenes de Once, minutos después de conocerse el hallazgo sin vida del joven Lucas Menghini Rey.
El dolor y la bronca por la tragedia de Once, que vivió hoy un nuevo capítulo nefasto, reavivó un grito que parecía olvidado y que tuvo como destinatario al gobierno nacional.

Con los ojos llenos de lágrimas y la voz rasposa de gritar sin parar, Claudia, una mujer de unos 40 años, que minutos antes le contaba a DyN que todos los días sufre viajando desde Merlo para trabajar como empleada doméstica, pide que los funcionarios "den la cara".
"Ellos hacen negocios pero somos nosotros los que lloramos a los muertos", grita Claudia, que encuentra en Gustavo, un pibe de no más de 22 años, un aliado en su reclamo y en sus gritos: "¿Cristina, dónde está?".
Claudia y Gustavo entonaron los primeros cánticos, que parecían aislados, pero fueron encontrando seguidores junto al andén 4 de la terminal porteña.
Minutos más tarde, el tristemente célebre "que se vayan todos" colmó las gargantas de cientos de pasajeros que decían estar "cansados" de que los "traten como animales".
"Vayamos todos caminando a la Plaza como pasó con los cacerolazos. Dejemos de trabajar y hagamos algo. No podemos dejar que nos sigan matando", suelta con bronca otro pasajero, que repite ese pedido que germinó entre la gente: "Que se vaya TBA, que se vayan todos".
Ya con las cámaras de televisión registrando cada reclamo, los gritos fueron aún más fuertes, pero esta vez pidiendo la renuncia del secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi.
"Andate Schiavi, la puta que te parió" se impuso entre los cientos de pasajeros, mientras Jorge, con su hijo de no más de diez años de la mano, le dijo a esta agencia: "¿Te das cuenta que lo único que hacen son negocios? Son asesinos... son asesinos".
"Y pensar que te hacen sacar una tarjeta de mierda y después viajamos en trenes que nos matan. ¿Dónde está Cristina?", grita otro pasajero, con la mirada clavada en una cámara.
Con los minutos, ese numeroso grupo de pasajeros se fue desparramando por la terminal, coreando esos gritos que parecían olvidados.
A pocos metros, en el hall central de la estación, los familiares y amigos de Lucas aguardaban sentados y en silencio, esperando una noticia que no querían escuchar, y con cientos de carteles con su rostro aún levantados.
A las 19.35, un grupo de bomberos, escoltados por efectivos policiales y guardias de infantería, retiraron el cuerpo del joven por la parte trasera de la terminal y lo llevaron a la Morgue Judicial.
La familia siguió al móvil que trasladaba al joven, mientras en la estación continuaban los cánticos de tanta bronca contenida.
DyN

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