Cristina, en silencio; Capitanich, en fuga... y Kicillof, en ascenso
El 20 de noviembre pasado, la presidenta Cristina Fernández regresaba a la Casa Rosada, después de 47 días de ausencia, para tomar juramento a Jorge Capitanich y Axel Kicillof, quienes asumieron al frente de la Jefatura de Gabinete, y el ministerio de Economía. No han pasado siquiera 2 meses, que ese "cambio" que permitiría al kirchnerismo subsistir los próximos 2 años, ya ha sufrido más de un problema. En ese marco, la mandataria volvió a irse, el jefe de Gabinete aparece cada día menos, y Kicillof carga cada día más...
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, aseguró esta mañana que Cristina Fernández está "perfectamente bien". Además, ante el perfil bajo que mantiene desde la vuelta de sus vacaciones y tras la operación a la que fue sometida en octubre, el funcionario dijo que la jefa de Estado "va hablar cuando considere oportuno hacerlo".
En diálogo con radio 'Del Plata', Parrilli no adelantó cuándo será la primera presentación pública de la mandataria en el año.
Tras pasar las fiestas en El Calafate, la jefa de Estado recién se dejó ver el martes pasado en la Casa Rosada. Tenía previsto reaparecer al día siguiente en un acto, pero éste finalmente fue encabezado por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Quienes vieron a Cristina contaron que estaba distendida. Se la vio con un pantalón bien ancho negro y una camisa blanco tiza, zapatos bajos, sin maquillaje y con sus anteojos de sol puestos al entrar y salir para evitar fotos indiscretas.
Apenas llegó por la explanada de la calle Rivadavia, a las 18.55 subió a su despacho y detrás lo hizo el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, con su habitual carpeta de decretos color bordó bajo el brazo. Esta vez, la pila de papeles que llevaba el funcionario era más abultada que lo normal, como consecuencia del descanso presidencial. La última vez que la mandataria había estado en su despacho había sido el 19 de diciembre, cuando asistió a la ceremonia de ascenso de los integrantes de las Fuerzas Armadas. Al día siguiente viajó a Santa Cruz.
El único funcionario ajeno a la Casa Rosada que pasó a verla en la Casa de Gobierno fue el ministro de Economía, Axel Kicillof, que se reunió con la jefa del Estado y con Capitanich. Como es su costumbre, la Presidenta aprovechó para visitar a algunos ministros con despacho en Balcarce 50, como Florencio Randazzo. Pasadas las 21, acompañada por Parrilli, se retiró de la Casa de Gobierno.
Pese al bajo perfil, la Presidente se mantuvo activa en los últimos días. Ella dio por finalizada la interna que se abrió en el Gobierno por las idas y venidas ante el anunciado proyecto de aumentar el impuesto a los bienes personales: ordenó a Kicillof negar públicamente que en sesiones extraordinarias en el Congreso iba a tratarse el proyecto que habían anticipado Capitanich y el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray.
En lo que resta del mes se espera que la actividad presidencial se mantenga acotada. Sólo está agendada su participación en la cumbre de la Celac, en Cuba, el 28 y 29 de enero, y el 31, en Venezuela, para el encuentro del Mercosur. Esa reunión, que debía hacerse el 17, fue postergada por Nicolás Maduro por pedido de Cristina para unificarla con el cónclave de La Habana.
Otro que está, sin bien no ausente, en fuga, es el ministro de ministros, Jorge Capitanich, quien asumió su cargo tratando de imponer una imagen totalmente diferente a la de su antecesor, Juan Manuel Abal Medina, en principio con conferencias de prensa diarias.
Ocurre que con el correr de los días e inmerso en una feroz interna de Gabinete, el ex gobernador chaqueño comenzó a sufrir cada vez más el contacto diario con los cronistas. Al punto que esta mañana y después de una semana de idas y vueltas insólitas en las decisiones gubernamentales, hizo un verdadero papelón en su conferencia en Casa de Gobierno, donde sólo aceptó responderle a la agencia oficial 'Télam' y huyó de la conferencia.
Más incómodo de lo habitual, el jefe de Gabinete comenzó su alocución expresando sus condolencias por las muertes de dos periodistas que cubrían el rally Dakar y de los tres jóvenes en Villa Gesell, víctimas de la caída de un rayo.
Pero no tuvo mejor idea que enlazar el trágico episodio ocurrido ayer en la Costa Atlántica con el boom de turismo veraniego en el país, lo que de por sí sorprendió a los periodistas que lo escuchaban.
Después de eso, Capitanich volvió a negar que existan "contradicciones en la política oficial" sobre el nuevo acuerdo de precios, lo que quedó a la vista de todos con la marcha atrás en la importación de tomate, algo que el propio jefe de gabinete anunció el pasado miércoles y fue descartado 24 horas después.
Luego, y siempre sin darle la palabra a los periodistas, el chaqueño resumió brevemente la reunión que tuvo ayer con el presidente de YPF, Miguel Galuccio; el senador neuquino Guillermo Pereyra; Axel Kicillof y Carlos Zannini.
En ese momento, sorprendió a todos. "¿Muchísimas gracias, no se si hay alguna pregunta más?", indicó mientras amagaba con irse, sin haber respondido ninguna consulta. Entonces, tuvo la palabra la periodista de la agencia 'Télam', que le pidió opinión sobre el pedido de Oscar Parrilli para que se investigue la "ética periodística" de Clarín y La Nación.
Pero Capitanich le respondió con una evasiva, afirmando que el secretario de la Presidencia había sido suficientemente claro. Fue ahí cuando el jefe de Gabinete saludó y se fue, ante el grito del resto de los periodistas, que se habían anotado en una lista para preguntar.
Capitanich había hecho algo similar ayer, cuando aceptó muchas menos preguntas de lo habitual y se fue raudamente, argumentando que tenía una reunión. Lo cierto es que las conferencias del funcionario son cada vez más escuetas (ayer fueron 11 minutos y hoy 6), ya que en algún momento llegaron a durar más de 40 minutos.
Esta semana fue la peor del jefe de Gabinete en sus menos de dos meses de gestión. No sólo la polémica por los tomates lo afectó. La dura desmentida que le hizo Kicillof por los cambios en el impuesto a los Bienes Personales lo dejó en un segundo plano muy incómodo. El ministro de Economía no sólo tuvo la palabra final, sino que dijo hablar en nombre de la Presidente, algo que en teoría le corresponde al jefe de ministros.
Por otra parte, Capitanich recibió en estos días otra noticia que lo disgustó: dos importantes consultoras le entregaron informes que muestran que su imagen negativa subió un 30% y ya asciende hasta el 70%. Incluso, el dato lo llevó a plantearse la posibilidad de dejar su cargo, según 'La Política Online'.
El mes pasado, el jefe de Gabinete ya había tenido un episodio que dejó en evidencia las dificultades que le genera el contacto diario con la prensa. Ante una simple pregunta de un periodista de 'TN', Capitanich perdió el control y lo atacó con cuestiones relacionadas a la Ley de Medios.
"Su problema es que quiso ser Corach, pero se olvidó que el ex ministro de Menem hablaba todas las mañanas desde su casa y apurado, y no se las hacía tan fácil a todos abriéndole el micrófono", explicó un experto en comunicación.
Cierto es que, al remodelar su gabinete, Cristina no realizó una transferencia de poder a Capitanich, sino a Axel Kicillof. En efecto, por primera vez desde que falleció su esposo, la Presidente permite a alguien ejercer un rol bastante parecido al de un ministro de Economía.
"Cuando promovió a Kicillof, la señora de Kirchner formalizó lo que venía sucediendo: el entonces viceministro se imponía sobre Hernán Lorenzino, Guillermo Moreno o Mercedes Marcó del Pont. Explica un experto en esa área: "Axel la ha convencido de un catecismo en el que figuran todas las respuestas, ideal para quien ignora la materia; tiene un vínculo directo con Máximo Kirchner y «Wado» De Pedro; además, la Presidenta cree que si el que devalúa, pacta con el Fondo y reprime los salarios, es él, ella seguirá pareciendo de izquierda". Kicillof ya comenzó con los ajustes. Dejó a Capitanich convertido en un bonsai", analiza hoy el periodista Carlos Pagni en el diario 'La Nación'.
En el artículo, continúa con el análisis por el proyecto de bienes personales que quedó descartado: "Kicillof fue coherente. Si el mercado se equivoca al fijar el precio del yogur, ¿por qué va a acertar con el de los inmuebles? Sin embargo, en la orden de descartar la ocurrencia influyó también otro criterio, que aportó Carlos Zannini: una valuación comercial de las propiedades mandaría preso a medio gabinete. Sencillo: las declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción se elaboran con los datos suministrados a la AFIP. Pocos funcionarios podrían justificar su patrimonio si se considerara el precio real de los inmuebles. Mejor inventar otro impuesto.
El embrollo de los bienes personales permitió verificar una tercera evidencia: kirchnerismo y micrófono son incompatibles".
Otra vez, Capitanich...
Las conferencias mañaneras no pueden ser menos que complicadas. En efecto, las pocas novedades agradables que hay para anunciar quedan siempre reservadas para Cristina Fernández. Y la mandataria se llamó a silencio.
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