Mirar para otro lado
Repsol no le vamos a pagar lo que ellos dicen”, ha pasado a ser otra de las frases ya célebres del kirchnerismo que acaba de ser contradicha por Axel Kicillof, el mismo que la pronunció cuando YPF le fue arrancada a Repsol a través de una confiscación pésimamente implementada. Como tantas otras cosas del así llamado “relato K”, los hechos terminaron siendo exactamente al revés de lo dicho por entonces. En la ardua negociación entablada entre las partes en conflicto, Repsol ha logrado un acuerdo que le es beneficioso y que ha reforzado la postura dura de su titular, Antonio Bruffau, quien, tras haber sido uno de los mimados del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pasó a ser uno de sus más conspicuos enemigos públicos. La razón por la que la Presidenta se ha visto forzada a capitular es muy simple: sin arreglar este asunto y otros de igual repercusión internacional, la Argentina no podrá aspirar a la obtención de fuentes de financiamiento en los mercados internacionales a las bajas tasas de interés que allí se ofrecen.
Por Nelson Castro
Por Nelson Castro
Por otra parte, es evidente que Kicillof se está comenzando a dar cuenta de que la economía real es algo muchas veces distinto a lo que dicen los libros de la facultad por los que él estudió. Una de las consecuencias de este “darse cuenta” es una tenue apertura que está experimentando y que lo ha llevado a tomar contacto con gente del ámbito empresarial, en los que ha reconocido alguno de su errores. De todas maneras su estrategia de gestión es absolutamente cerrada. Todos los puestos clave del ministerio han sido cubiertos por su gente, es decir, La Cámpora. De esas reuniones con dirigentes empresarios ha surgido también una realidad indubitable: en privado dice una cosa y en público hace otra.
La Presidenta sigue exhibiendo una visión distorsionada de la realidad. Está convencida de que todo es parte de una conspiración en su contra y que, por ende, esto se puede solucionar a base de controles y de amenazas. A los fines de concientizarse de su error, bien le vendría tomarse un momento y repasar en su totalidad la así llamada “década ganada”. Se daría cuenta, entonces, de que en los momentos más florecientes del período no hubo necesidad de toda esta parafernalia de medidas intervencionistas ni de las amenazas con multas y otras sanciones a empresas y comercios. “Todos los días se anuncia algo nuevo que no hace más que espantar a los inversores”, señaló un dirigente empresarial que participó del encuentro del Grupo de los Seis organizado por la UIA el miércoles pasado. Allí se habló de todo. Hasta hubo por parte de algunos asistentes un dejo de autocrítica por no haber alzado la voz cuando el Gobierno comenzó a aplicar esta metodología del apriete y del miedo. El panorama que se pintó distó de ser bueno: la industria está mal; el comercio, también; en cambio, a los bancos les está yendo muy bien, circunstancia que los propios banqueros, que alertaron sobre el alto nivel de emisión monetaria, reconocieron. Según como están las cosas hoy en día, a muchas empresas les resulta más redituable colocar sus ganancias en plazos fijos que reinvertirlas en sus plantas de producción o en la reposición de los distintos productos que comercializan. El mercado automotriz es un caso testigo de tal deterioro. Un dato: la Cámara de Fabricantes de Motovehículos denunció una caída del 70% de las ventas de las terminales a las concesionarias en los meses de enero y febrero.
Las negociaciones salariales serán un dolor de cabeza para todos. El comienzo, con la paritaria docente, ha sido malo. Pensar en acuerdos por debajo del 30%, que es por lo que desespera el Gobierno, suena quimérico. “Voy a tratar de hacerle entender a Cristina cómo son las cosas”, se le escuchó decir a Antonio Caló en estos días. “Eso es un imposible”, le respondió un dirigente gremial que ya vivió la experiencia de tal intento. La idea de resignar mejoras salariales a cambio de la preservación de las fuentes laborales cuenta con cada vez menos adictos dentro de la dirigencia sindical.
En el peronismo todo este acontecer se vive con una creciente preocupación. Una de sus consecuencias son las reuniones organizadas de urgencia entre el ministro de Planificación Julio De Vido y los intendentes kirchneristas del conurbano bonaerense. Allí se les prometen fondos para obras públicas. El problema es que a los intendentes no les alcanza sólo con eso porque deben hacer frente también a los gastos diarios de sus respectivas administraciones. Es obvio, la inflación es impiadosa con las arcas fiscales. El encuentro de ayer en Santa Teresita del justicialismo de la provincia de Buenos Aires tuvo que ver con la idea de darle al kirchnerismo un baño de peronismo con miras al 2015. Como se ve, a Daniel Scioli no se la van a hacer fácil en su carrera por la presidencia. Florencio Randazzo trabaja ya en pos de su precandidatura. Aníbal Fernández, también. Para el gobernador de la provincia de Buenos Aires, sin embargo, la mayor preocupación sigue siendo Sergio Massa. Por eso necesita que el ex intendente de Tigre vuelva al redil del peronismo.
Cuando el ministro de Defensa, Agustín Rossi, dijo que en la Argentina se produce droga, no se equivocó. Su afirmación molestó a la Presidenta, que no demoró un segundo en bajarle la orden al secretario de Seguridad, Sergi Berni –pareciera que el ministro es él y no Cecilia Rodríguez– para que inmediatamente saliese a desmentir a Rossi, en cuya cercanía se escuchó decir: “Si Berni cree lo que dice –“No hay posibilidades matemáticas de que la persecución policial le gane al narcotráfico”, frase de Pablo Escobar– debería repensar su función”. Esto fue consecuencia de la frase del Secretario, asegurando que al narcotráfico no se lo puede combatir.
Una vez más, Fernández de Kirchner demuestra creer que con esta negación se resolverá el flagelo del problema del narcotráfico en la Argentina. “El Patrón del Mal”, es una impactante miniserie colombiana basada en la vida del jefe del Cartel de Medellín. En forma novelada, se muestran allí los peligros a los que se expone una sociedad jaqueada por el narcotráfico. Esos peligros son los que acechan hoy en día a nuestro país ante la incomprensible e inquietante actitud de la Presidenta, que parece mirar para otro lado.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
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